La historia de Norberto Rivera
Abuso y complicidad
Edgar González Ruiz
Amigo de los ricos, pragmático y ambicioso, Norberto Rivera es uno de los prelados católicos que apoyan con entusiasmo a la derecha en el poder, lo mismo que a las corrientes más conservadoras de la Iglesia, representadas por grupos político religiosos.
Los escándalos que han salpicado su carrera clerical, no han sido obstáculo para su protagonismo político, que incluye el liderazgo de un proyecto ecuménico vinculado al gobierno panista.
No ha mostrado escrúpulos para atacar a sus enemigos, incluso poniendo en riesgo la credibilidad de la institución clerical, ni para proteger a sus amigos, lo mismo en conflictos políticos que en denuncias de abusos sexuales.
Su apoyo al fraude electoral fue el detonante para las insólitas protestas que en 2006 llevaron a cabo contra él indignados católicos en la Catedral de la ciudad de México, mientras que en concentraciones populares se ha denunciado su complicidad con la imposición derechista.
Durante años, Carlos Abascal y Lorenzo Servitje se han contado entre los principales cómplices de Rivera en diversos abusos contra los feligreses católicos y contra el pueblo de México.
De Durango al Club de Roma
Nacido el 16 de junio de 1942, en La Purísima (en el estado de Durango) en el seno de una familia modesta, Norberto Rivera ha hecho una de las carreras más rápidas dentro de la jerarquía mexicana e incluso latinoamericana, al grado de que a la muerte de Juan Pablo II se le mencionaba, aunque remotamente, como uno de los posibles sucesores del Papa..
A los 13 años, Rivera Carrera ingresó al Seminario Conciliar de Durango. A los 20, viajó a Roma para estudiar Teología Dogmática en el Colegio Pío Latinoamericano. Fue ordenado sacerdote en Roma, el 3 de julio de 1966 por Paulo VI. Ya en México, participó como asesor diocesano del Movimiento Jornadas de Vida Cristiana (1968 a 70). Fue prefecto de disciplina de los alumnos de Filosofía en el Seminario de Durango (1970 a 73), asesor diocesano del Movimiento Familiar Cristiano (1975 a 78), encargado de Comunicaciones Sociales en la Arquidiócesis de Durango. y profesor de Eclesiología en la Pontificia Universidad de México (1982 a 85).
El 7 de noviembre de 1985, fue nombrado obispo de Tehuacan, Puebla, y en junio de 1995, arzobispo de México, cargo del que tomó posesión el 26 de julio. Tres años después, el 16 de enero de 1998, fue designado cardenal.
En el 2000, el ahora fallecido Antonio Roqueñí, quien fue personaje influyente en el arzobispado, pero crítico de algunos aspectos de la política clerical, acuñó la frase «club de Roma» para identificar a un grupo de prelados protegidos por el exsecretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, todos ellos con evidentes ambiciones políticas, como Norberto Rivera, Juan Sandoval Íñiguez y y el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda.
En la misma época se comentó que Norberto Rivera y Enésimo Cepeda influyeron en el nombramiento del priísta Javier Moctezuma Barragán en la Subsecretaría de Asuntos Religiosos al inicio del gobierno de Fox, cargo que ocupó hasta 2003 para convertirse luego en embajador de México ante la Santa Sede. Egresado de la Escuela Libre de Derecho (1973-1978), el funcionario formó parte del Consejo Jurídico de la Arquidiócesis de México -el cual asesora al cardenal Norberto Rivera Carrera en temas legales- desde 1995 hasta antes de su nombramiento como subsecretario.
Como suele ocurrir con muchos personajes enamorados del poder, de los privilegios y abusos inherentes a él, Norberto Rivera se describe como un ser desinteresado, inmaterial, preocupado por el “amor” a los demás y por el bienestar ajeno, con declaraciones como estas, vertidas en octubre del 98 en una entrevista con La Jornada: “Yo lo único que anhelo es llegar a la vida eterna, salvarme. Yo daría todo por tener la vida con Dios. No le pediría otra cosa que la salvación, personal y de los que me ha confiado…”.
“Yo creo que sin amor no se explica un amor sacerdotal, yo no me imagino cómo alguien puede, sin amar profundamente a los hombres, a las mujeres, empezar a estudiar una carrera de esta naturaleza. Por supuesto que yo he estado enamorado, profundamente enamorado, de una mujer y de los hombres. Sin ese amor para mí sería inexplicable el meterme en esto y renunciar a todo lo que tengo que renunciar…”.
Tehuacán: caciquismos clericales
En Tehuacán, Rivera desarrolló una gestión controvertida, marcada, como toda su trayectoria por su acercamiento con personajes y sectores poderosos y por conflictos que si bien han tenido un matiz ideológico han sido ante todo fuertes pugnas por el poder.
En Puebla tuvo problemas con el sacerdote ecuatoriano Marcos Gonzalo Hallo del Salto, quien llevaba ya dos décadas trabajando en la diócesis. El religioso agustino Hallo del Salto era colaborador cercano del antecesor de Norberto Rivera, el obispo Rafael Ayala. En palabras de Hallo del Salto, el conflicto tuvo su origen en un desmedido autoritarismo de Rivera, quien no soportaba que Hallo fuera querido por su feligresía: "No admitía, monstruo de autoridad, que es, que una persona de jerarquía inferior fuera querida por la gente".
En junio de 1994, Hallo del Salto fue deportado por el gobierno mexicano, acusado de organizar grupos armados en la región. La decisión originó agresivas movilizaciones de fieles católicos de esas parroquias contra Norberto Rivera, a quien responsabilizaron de la expulsión.
Según otra versión del conflicto entre Rivera y Hallo del Salto, este era de índole financiera y se refería al control de la cuantiosa ayuda que la diócesis recibía del Grupo Empresarial Romero, uno de los más influyentes de la región, encabezado por Socorro Romero, devota católica y cooperadora generosa en obras sociales de la diócesis.
Durante el periodo de Ayala al frente de la diócesis de Tehuacán, Socorro Romero aportó fondos para casas de religiosas, oficinas del Curato, el Instituto Pastoral de Tehuacán, el Centro Cultural Rafael Ayala, el Seminario Menor y el Seminario Regional. Además, la diócesis destinó recursos del Grupo Romero a organizaciones como la Liga Misional Juvenil, el Movimiento Familiar Cristiano, Caballeros de Colón, Familia Educadora en la Fé y Socorro Romero donó a la diócesis una granja avícola que se convirtió en su principal fuente de ingresos.
Según esta versión el conflicto entre Rivera y Hallo del Salto deriva de que a este último Ayala le había encomendado precisamente los negocios del clero con los Romero.
Poco después de haber llegado a la diócesis, Rivera ordenó la clausura del Seminario Regional del Sureste, donde supuestamente se formaban sacerdotes dentro de la corriente de la Teología de la Liberación. Además, Rivera clausuró el seminario de Tehuacán, que era considerado como uno de los baluartes de la teología de la liberación.
Otro problema que encaró Rivera que el de los abusos financieros y de otros tipos que cometieron algunos sacerdotes de la diócesis. Según algunos testimonios, Rivera trató de evitar el escándalo y proteger a sus subordinados.
De entre esos casos, uno de los más escandalosos fue el protagonizado por el sacerdote Miguel Angel Ruiz Cortés, a quien se acusó de haber alterado un pagaré para cobrar una suma mucho mayor que la realmente pactada. El religioso alquilaba vehículos de transporte. El asunto se ventiló en los tribunales de 1993 a 1996.
Hoy se sabe además que Norberto Rivera usando su influencia protegió a un cura acusado de haber cometido numerosos abusos sexuales.
Proyectos conservadores
Además de ser obispo de Tehuacán, Norberto Rivera presidió la Comisión de Pastoral Familiar del episcopado mexicano, de 1992 a 1995, y a partir de 1993 pertenece al Consejo Pontificio para la Familia.
Desde esos cargos cultivó relaciones con grupos como los Legionarios de Cristo, Provida y la Unión Nacional de Padres de Familia. También ha cultivado una relación cercana con el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.
En mayo de 1995, en Monterrey, Rivera Carrera fue el único obispo mexicano que asistió al evento titulado Familia, Mujer y Empresa, donde estuvo presente López Trujillo.
Rivera se esforzó por mostrarse obediente a los lineamientos sexofóbicos de Juan Pablo II, expresados en la Encíclica Evangelium Vitae, oponiéndose no sólo al aborto sino a los anticonceptivos y al uso del condón, ganándose así serias críticas de medios de comunicación y sectores intelectuales, como en 1997, cuando reclamó que los condones deberían llevar un letrero advirtiendo que son “nocivos para la salud”.
En 2005, Norberto Rivera, con la complicidad del secretario de Gobernación, el fundamentalista Carlos Abascal, pretendió excluir del cuadro de medicamentos la anticoncepción de emergencia.
Al frente de la arquidiócesis más grande del mundo, Rivera ha participado una y otra vez en proyectos derechistas y engañosos, como el promovido a fines de 1996 por Lorenzo Servitje para censurar los medios de comunicación con criterios seudomoralistas, en una cruzada que se llamó “ A favor de lo Mejor en los Medios”, y que contó con el apoyo de algunas escuelas de los Legionarios de Cristo, de grupos empresariales y de organizaciones como la Unión Nacional de Padres de Familia.
El 21 de marzo de 97, aniversario del natalicio de Benito Juárez, la bandera nacional que ondea en la Catedral apareció a media asta y con el escudo al revés, como ostensible muestra del odio clerical hacia el benemérito de las Américas. Si bien los religiosos de ese templo le echaron la culpa del “error” al personal militar, lo cierto es que una y otra vez Rivera ha estado cuestionando el estado laico y las restricciones a la actividad política del clero.
Ha sido uno de los más destacados promotores de la participación directa de la Iglesia en los medios electrónicos, que la legislación mexicana hasta la fecha limita. El 5 de febrero de 1997, en el aniversario de la Constitución Mexicana que estableció esas restricciones, Norberto Rivera convocó a una conferencia de prensa donde pidió reformas legales para que la Iglesia pueda tener una "mayor presencia" en los medios masivos y en la educación. Meses después, en agosto de 1997, Rivera Carrera insistió en que "el gobierno debe dar a la Iglesia la misma oportunidad que da a otros sectores para poseer medios de comunicación y participar en política"
De hecho, una de las principales líneas de acción de Norberto Rivera al frente de la Arquidiócesis ha sido la concerniente a la presencia del clero en los medios, a través de publicaciones de contenido político religioso como Nuevo Criterio y Desde la Fe, y mediante programas de radio y spots en televisión.
Inicialmente, en su estrategia de medios, Rivera contó con el apoyo de conocidos personajes de grupos poderosos como los Legionarios de Cristo, pero en ese ámbito también ha enfrentado Rivera conflictos personales, tanto con trabajadores de los medios como con personajes del clero.
Según señaló hace unos años el sacerdote Julián Cruzalta, "Con la llegada de Norberto Rivera, los Legionarios de Cristo, los Cruzados de Cristo, el Opus Dei y los Caballeros de Malta...se han apropiado de la Arquidiócesis y pretenden imponer el conservadurismo en la Iglesia".
Uno de ellos, quien durante varios años fue encargado de la relación del arzobispado con la prensa fue Héctor Fernández Rousselon, vinculado a los Legionarios de Cristo.
El primero de octubre del 96, un despacho de Notimex había informado que según Héctor Fernández Rousselon el arzobispado sólo proporcionaría información "a periodistas que se porten bien y tengan ideas recíprocas con el arzobispo Norberto Rivera Carrera". La nota fue publicada al día siguiente por el periódico La Jornada, que dedicó un editorial a ese asunto, el cual fue retomado por otros medios de comunicación.
También fue del dominio público el enfrentamiento de Rivera con reporteros de varios periódicos capitalinos, el 20 de septiembre de 1997. Ese día, luego de que Rivera ofició una misa en la Arena México, acompañantes y agentes de seguridad del prelado golpearon a periodistas que insistían en pedirle declaraciones acerca de las llamadas "narcolimosnas", asunto que había despertado la atención de algunos medios de comunicación en ese tiempo.
El arzobispo Rivera Carrera agredió con su báculo, que llevaba en la mano izquierda. al reportero del periódico Crónica, luego de haberlo utilizado como "muralla" para impedir un mayor acercamiento de la reportera de Canal 13, María Martínez de la Vega, quien fue la primera en preguntarle. Por su parte, el arzobispo se quejó de que los comunicadores lo habían acosado y agredido verbalmente. En esa ocasión, Héctor Fernández Rousellon amenazó a los reporteros con denunciarlos ante sus superiores y les advirtió que si seguían en esa actitud podían incluso "irse al cuartel".
Meses antes, Rivera había protagonizado otro incidente con la prensa, al preguntarle públicamente al reportero Salvador Guerrero Chiprés, de La Jornada, hoy destacado académico, cuánto dinero había recibido por escribir una serie de reportajes sobre los abusos atribuidos al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Rivera Carrera no justificó su acusación contra Guerrero Chiprés, quien ese mismo año recibió el premio nacional de periodismo.
Cabe añadir que en 1997, como resultado de conflictos sectarios y de intereses políticos, Rivera Carrera sustituyó como director de Nuevo Criterio al sacerdote Mario Angel Flores, quien había venido haciendo propaganda directa contra el entonces partido gobernante, el PRI, de raíces liberales, por José de Jesús Castellanos, vinculado al sector empresarial y viejo militante de la ultraderecha más dura y radical de México, encarnada en grupos político religiosos tanto públicos como secretos. Al frente de Nuevo Criterio se dedicó a atacar a grupos feministas y progresistas, así como a entidades públicas encargas del control del sida o de la educación sexual. A la llegada de Fox al poder, en el 2000, Castellanos se incorporó como vocero de la Secretaría de Desarrollo Social.
Primero los ricos
Aunque Rivera Carrera ha enarbolado en ocasiones un discurso crítico contra el neoliberalismo, ha sabido cultivar relaciones con las altas esferas del poder económico.
Dentro de las filas clericales, se han señalado como amigos y promotores de Rivera, entre otros, al exnuncio en México Girolamo Prigione, a quien se atribuye su nombramiento al arzobispado de México y quien definió a Rivera como un hombre "con capacidad de diálogo, disciplina, inteligente y una amplia visión pastoral".
Según algunas versiones, otro de sus promotores ha sido el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, a cuya influencia se atribuye su nombramiento como cardenal.
Pero, así como ha tenido aliados, Rivera ha tenido también fuertes adversarios, con los que ha entablado pugnas que ha aprovechado para hacer crecer su imagen.
Quizás la más famosa de ellas, que tuvo ecos internacionales se registró en 1996, cuando el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg fue acusado por personajes y medios cercanos a Rivera nada menos que de no ser creyente en las apariciones de la Virgen, posición que Schulemburg había discutido discretamente en Ixtus, publicación de corte académico religioso.
Rivera se presentó entonces ante la opinión pública como el gran defensor de las apariciones, de la Virgen y de Juan Diego. A la postre, Schulemburg dejó el cargo mientras que la Basílica, con sus importantes recursos, pasó a depender de Rivera.
Con un esquema similar, en 1996 el arzobispo entró en conflicto con las autoridades, cuando fue amonestado con motivo de declaraciones abiertamente políticas que había hecho en su homilía dominical del 20 de octubre de ese año, contradiciendo así la legislación mexicana que limita la actividad política del clero. En esa ocasión,
Carrera recibió el apoyo de otros jerarcas católicos, incluyendo al entonces obispo de San Cristóbal, Samuel Ruiz, de empresarios como Lorenzo Servitje y de grupos conservadores cercanos a PAN, como Provida, la Unión Nacional de Padres de Familia y la Unión Social de Empresarios Mexicanos, así como de escuelas católicas e instituciones filantrópicas vinculadas a empresarios católicos.
En casos como el de Lorenzo Servite, dueño de Bimbo, de Provida, la UNPF y de varios grupos empresariales y escuelas católicas se trata de personas y organizaciones que, junto con Rivera, han colaborado asimismo para hacer posible la continuidad de la derecha en el poder, mediante la guerra sucia, el fraude y la imposición.
Cuestión de fondos
La trayectoria de Rivera ha contemplado también disputas abiertas por cuestiones financieras.
Como se ha mencionado, los nuevos funcionarios encargados de las tareas de Comunicación del Arzobispado han desplegado una gran actividad para conseguir recursos e incluso han enfrentado problemas serios por el manejo de los mismos.
En mayo de 1997, la Arquidiócesis presentó una denuncia penal por un fraude "millonario" del que responsabilizó a José de Jesús Athié Castillo, quien había sido asesor del Arzobispado.
Pero también el Arzobispado ha sido cuestionado por sus manejos financieros y comerciales, como el de la visita de Juan Pablo II a México, de en enero de 1999.
Antes de la visita, se anunció que, a diferencia de las anteriores ocasiones, las acreditaciones de prensa tendrían un costo de 300 dólares por persona, con lo cual la Arquidiócesis recaudaría cerca de 4 millones de pesos.
También con motivo de la visita del Papa, Fernández Rousselon informó que 25 importantes empresas se habían comprometido a colaborar para cubrir los gastos del evento, mismo que tendría un costo de entre 12 y 25 millones de pesos, de los cuales el 75 % sería aportado, entre otras empresas, por General Motors, Bimbo, Federal Express, Bancomer, Sabritas y H. Packard, que aportaría también la tecnología necesaria para elaborar los boletos de entrada a algunos de los actos presididos por Juan Pablo II.
Por su parte, en su número del 10 al 16 de enero de 1999, Nuevo Criterio publicó un anuncio donde solicitaba vendedores, pues con motivo de la visita del Papa, dicho boletín "se ha dado a la tarea de elaborar un número especial...dicho número tendrá un tiraje de 500 mil ejemplares, mismos que se venderán durante los eventos programados para la visita del Papa". A un costo de recuperación de dos pesos por ejemplar, la cantidad a recaudar ascendería a un millón de pesos, a lo cual hay que añadir que los costos de producción editorial en general son inversamente proporcionales al tiraje.
Un año después de la visita del Papa, la empresa disquera BMG interpuso una demanda judicial por un presunto fraude de 5 millones de pesos que involucra a la Comisión Coordinadora de la IV Visita Pontificia y en particular a uno de sus miembros, el mencionado Héctor Fernández Rousselon. BMG alegó un supuesto incumplimiento de un contrato relacionado con la distribución, venta y facturación de fonogramas con el tema titulado El Pescador, alusivo a la estancia en México de Juan Pablo II.
Corporativismo religioso
Norberto Rivera funge como presidente del Consejo Interreligioso de México, CIM, creado en 1992 al calor de la alianza de Salinas con el PAN y la jerrquía católica, y que se ha erigido en interlocutor con los gobiernos derechistas, por lo que ha recibido el apoyo de la Segob y en lo personal de su extitular Carlos Abascal.
De acuerdo con sus estatutos, sólo pueden pertenecer al CIM “agrupaciones o asociaciones religiosas cuya fundación sea anterior al año de 1850”. Es decir, bajo la égida de la jerarquía y en particular de Rivera, se intenta conformar un corporativismo religioso, que cobija a unas pocas confesiones reconocidas por el clero católico, como son la Iglesia Anglicana, la Luterana, Presbiteriana, Ortodoxa Griega, Judía, los Mormones, así como grupos budistas, hindúes, y un pequeño núcleo de musulmanes.
La alianza con el clero y con el gobierno puede otorgar a esas asociaciones un estatus privilegiado frente a numerosos grupos evangélicos y de otras filiaciones, que suelen recibir un trato discriminatorio por parte de las autoridades.
Adoniram Gaxiola, estudioso de las iglesias evangélicas, ha cuestionado que el gobierno utilice como interlocutor al CIM, “que preside de manera vitalicia el cardenal Norberto Rivera Carrera, como si el grupo representara a todas las asociaciones creyentes del país, cuando no incluye, ni podría hacerlo, a más de las dos terceras partes de las iglesias cristianas evangélicas”.
En la práctica, ese corporativismo ha prestado a dividendos políticos al panismo, en la evidente preparación y validación de la forzada permanencia de la derecha en el poder.
Así, en pleno conflicto poselectoral, el Consejo Interreligioso de México se sumó a un desplegado donde muchos grupos derechistas, como Sociedad en Movimiento, Yo Influyo, A Favor de lo Mejor, así como Cámaras empresariales y escuelas privadas, hacían suyas las consignas panistas para rechazar el recuento exhaustivo de los votos, como: “La elección estuvo a cargo de nosotros, los ciudadanos…”; “El fraude electoral es imposible”; “La calificación del proceso electoral es atribución exclusiva del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación…”; “La Jornada Electoral fue Ejemplar”.
Asimismo, el 17 de julio, el CIM se reunió con Felipe Calderón, en lo que fue una clara muestra de apoyo para el panista que legalmente no era todavía presidente electo, pero cuya imposición se anticipaba en los círculos políticos dada la evidente corrupción y servilismo del Tribunal Electoral.
Pederastia y complicidad
A lo largo de 2006 se evidenció la complicidad de Norberto Rivera con abusos, que van desde los de la vida política hasta los de tipo sexual.
A su manera, Rivera formó parte de las huestes que apoyaron el fraude electoral y la imposición derechista que ha derivado en agresiones y abusos contra el pueblo de México.
Rivera, al igual que sus amigos políticos y empresarios, respaldó el supuesto triunfo de Calderón en las elecciones presidenciales, al mismo tiempo que se opuso al movimiento de resistencia civil encabezado por López Obrador.
Fiel a una jerarquía que en el pasado apoyó la intervención francesa y el cuartelazo de Victoriano Huerta, Rivera ordenó cerrar las puertas de La Catedral varios domingos en que tuvieron lugar en el Zócalo capitalino manifestaciones multitudinarias de apoyo a la izquierda.
La actitud de Rivera motivó protestas en la propia Catedral, por parte de indignados fieles católicos, que el 20 de agosto gritaban "¡Norberto, el infierno te espera!" y "¡Dios no es panista”, entre otros lemas. Los guardias de seguridad del prelado intentaron reprimir a los disidentes, que fueron insultados por Rivera, quien en los hechos ha comenzado a comportarse con las ínfulas de algunos de sus homólogos sudamericanos, acostumbrados a contar con el respaldo de las dictaduras militares.
Pero Rivera no sólo ha sido cómplice del fraude electoral, sino de un sonado caso de pederastia que ha tenido repercusiones internacionales.
En los 90, desde que era obispo de Tehuacán, Norberto Rivera protegió al sacerdote Nicolás Aguilar Rivera, acusado de haber abusado de cerca de 90 niños, a las víctimas que se quejaron del cura, Rivera simplemente les dijo: "Ustedes olvidarán pronto lo que les hizo el padre Nicolás Aguilar Rivera. Al rato, ya ni se acordarán. Deben saber perdonarlo…”, de acuerdo con investigaciones realizadas por la periodista Sanjuana Martínez.
En septiembre de 2006, una de las víctimas, Joaquín Aguilar, junto con su abogado, el estadounidense Jeff Anderson, denunciaron públicamente en la ciudad de México esos hechos, incluyendo la intervención de Norberto Rivera en apoyo al cura pederasta.
Para resolver el problema, el prelado recurrió a sus estrategias habituales de abuso y complicidad, en este caso mediante la secretaría de Gobernación encabezada en ese tiempo por Abascal.
Los agentes de Migración pretendieron detener al estadounidense alegando pretextos burocráticos; finalmente, la dependencia le prohibió al jurista ingresar en México en los próximos cinco años.