Tuesday, August 31, 2010

El clero, enemigo de las libertades

Defensa de las libertades en la ciudad de México
Edgar González Ruiz

Estamos viviendo en la ciudad de México una lucha histórica entre la defensa de las libertades y del estado laico, por un lado, y la pretensión de la jerarquía católica de imponer sus normas a toda la sociedad.
Creo que ese es el sentido del conflicto que se ha suscitado entre el gobierno de la ciudad de México, encabezado por Marcelo Ebrard, quien encabeza esa defensa de las libertades y del carácter laico del estado, frente a jerarcas católicos como Juan Sandoval y como Norberto Rivera que se oponen a los derechos de las minorías sexuales y fomentan la persecución de quienes desafían las normas religiosas, como son las mujeres que abortan, o las parejas homosexuales.
Es una lucha desigual, pues en sus proyectos contrarios a la libertad, la jerarquía católica cuenta con el apoyo del gobierno federal, de origen ilegítimo y de filiación derechista, de poderosos empresarios, y de un coro mediático que desde el 2006, con la llamada “guerra sucia” contra AMLO, ha estado respaldando, incondicionalmente, a ese gobierno nacido del fraude y de la imposición.
La guerra sucia contra López Obrador se ha prolongado en los constantes ataques de algunos sectores y medios contra el Gobierno del DF, en los que ha participado también el arzobispado, aliado histórico de la derecha confesional.
Pese a todo, en la ciudad de México se han impulsado leyes que amplían las libertades, especialmente los derechos sexuales y reproductivos, al grado de convertirla en uno de los territorios más avanzados del mundo.
En mi participación voy a referirme al contexto tanto nacional como local, en el que se desarrolla esa lucha crucial entre la libertad y las imposiciones clericales.

México: 2000-2010. La década derechista
El avance político electoral de la derecha en México comenzó en la época de Salinas de Gortari, quien intensamente se dio a la tarea de derechizar el país, respaldando al PAN y a la jerarquía católica, fuerzas que a su vez lo ayudaron a “legitimar” su gobierno luego del fraude del 88.
En ese tiempo, el PAN comenzó a ganar gubernaturas, sea por elección o por interinato: Baja California en 1989; Guanajuato en 1991, Chihuahua, en 1992, a los que en los 90 se fueron sumando otros estados, como Jalisco, Querétaro, Nuevo León, y otros; algunos de los cuales ya ha ido perdiendo ese partido.
En ese crecimiento el PAN recurría al apoyo político del gobierno salinista, de la jerarquía católica, de empresarios y de muchos medios donde difundían una propaganda mentirosa, de que ese partido no apoyaba al clero, que no era conservador, que esas eran calumnias, etc.
Ahora, no hay quien ignore que en cualquier estado donde gobierna el PAN, se repite la misma historia: respaldan incondicionalmente al clero, se oponen al aborto, persiguen a minorías sexuales, están aliados a los grandes intereses económicos, están contra los sindicatos y contra la educación pública, etc.
Desde luego, en algunos lugares y momentos, el PRI ha recurrido a la estrategia deplorable de hacer suyos proyectos como la persecución de las mujeres que abortan, pero eso, obviamente, parecer como fruto del oportunismo y no de las raíces priístas.
Con el 2000, vivimos la trágica llegada de la derecha al poder, encarnada en el movimiento del llamado voto útil, del supuesto “cambio”, donde Fox prometía como fórmula mágica para resolver todos los problemas del país.
Como sabemos, el pretendido “cambio” fue tan perjudicial y tan abusivo para los sectores populares, que desembocó en el conflicto electoral del 2006 y, finalmente en la imposición de la derecha que desde entonces se mantiene con ayuda del clero, del ejército, de algunos grandes empresarios y de un coro mediático, sobre todo de televisión y radio, que se dedica a elogiar cotidianamente al gobierno derechista.
Ese gobierno sacó al ejército de los cuarteles, ostensiblemente para neutralizar la inconformidad social, pero con el pretexto de combatir al narcotráfico, método tan absurdo como tratar de apagar un incendio con gasolina, es decir, propiciar complicidades, impunidad, y hacer crecer el mencionado negocio ilegal, cuya única solución sería la despenalización de las drogas.
Otra de las prioridades del gobierno derechista ha sido respaldar los proyectos de la jerarquía católica en detrimento del estado laico y de las libertades individuales.
En el gabinete de Fox hubo presencias conocidas de la ultraderecha, como el entonces secretario del Trabajo y de Gobernación, Carlos Abascal, como Francisco Salazar Sáenz, sucesor de Abascal en la Secretaría del Trabajo, y como Ana Teresa Aranda, quien tuvo a su cargo el DIF y posteriormente la Sedesol.
Ahora, ese tipo de presencias son lo de menos, pues el gobierno federal como tal está al servicio de la jerarquía católica para oponerse a la libertad.
En este sexenio, la PGR y la CNDH fungieron como abogados del clero, tratando de invalidar la despenalización de aborto, así como el reconocimiento del matrimonio homosexual; la SEP trató de bloquear la distribución del libro Tu Futuro en Libertad, donde se abordan en forman científica temas de educación sexual, pues el clero sólo permite la educación basada en la abstinencia, método que ha tenido entre sus frutos a personajes como Marcial Maciel, el famoso abusador sexual y fundador de los Legionarios de Cristo.
Esa misma secretaría ha fomentado el fortalecimiento de las parroquias católicas con proyectos como el de ubicar en ellas los cursos de alfabetización para adultos.
En la Catedral, Norberto Rivera dispone de un contingente de la Policía Federal, que interviene sólo en defensa del prelado y de sus aliados, como una policía a su servicio.
La Sedena, entre otras dependencias, han apoyado también al clero. Este caso es particularmente delicado pues tiende a reconstruir el binomio clero-ejército, que tan sangrientos resultados ha producido en países de Sudamérica.
El modelo derechista de relación entre el gobierno y la iglesia católica es el que rige en estados como Jalisco, donde hace pocos años, Juan Sandoval recibió millones de pesos de manos del gobernador Emilio González para la edificación de un santuario dedicado a los cristeros.
Pese a ello, Sandoval acusó gratuitamente a los ministros de la Suprema Corte de recibir dinero del gobierno capitalino, para aprobar el derecho de las parejas homosexuales al matrimonio y a la adopción.
El prelado respondió así ante la ampliación de las libertades en la capital.
Otro de los proyectos derechistas es ir eliminando las políticas sociales, y por el contrario, fomentar las privatizaciones, desmantelar a los grandes sindicatos, así como a las instituciones de seguridad social, etc.
Termino este recuento, muy resumido, mencionando otra de las ostensibles prioridades derechistas; arrebatarle al PRD el gobierno de la ciudad de México, para imponer aquí la hegemonía católica y empresarial.
Dado que el PAN no tiene arraigo alguno en la ciudad de México, y ha perdido tanta fuerza en el resto del país, para ello recurre a estrategias como las campañas difamatorias en los medios, y como el apoyo de personajes oportunistas incluso de la izquierda.
Por eso, vemos hoy en día que muchos medios están apoyando al arzobispado en su conflicto con Ebrard, tratando de hacer creer a la gente que es meramente eso, un conflicto personal, y no un asunto que concierne a la defensa de las libertades contra las imposiciones de la jerarquía católica.
Eso, por lo que concierne al contexto nacional, y paso a referirme a la situación de la capital.




Ciudad de México: capital de las libertades
La lucha por las libertades en la ciudad de México es una historia de varios siglos, y ahora, significativamente, nos encontramos en uno de los lugares emblemáticos de ella.
En la época de la Colonia, la Inquisición perseguía a los disidentes religiosos, a los llamados “herejes”, a quienes en algunos casos enviaba a la hoguera, no sin antes emplear el eufemismo de “relajarlos al brazo secular”, y eran ejecutados precisamente en la Alameda Central, donde estaba el quemadero de la Inquisición.
Los judíos fueron una de las minorías religiosas que más resintieron esas persecuciones, de las que fueron objeto también los protestantes, los musulmanes, etc.
En esa época no había libertad siquiera para decir algo contrario a los dogmas religiosos (por ejemplo, que Dios no existe, o que el estado de los solteros es mejor que el de los casados), pues los responsables podrían ser procesados como blasfemos o “fornicarios” (quien fornicaba de palabra, aunque no lo llevara a la práctica).
Con el movimiento de Reforma, se ganó el reconocimiento de la diversidad religiosa, pues las fuerzas conservadoras se habían opuesto tenazmente a la libertad de cultos, a la llamada tolerancia religiosa.
A unos pasos de aquí, el hemiciclo a Juárez honra la memoria de uno de los principales promotores que ha tenido el estado laico en México, quien en el siglo pasado, enfrentándose valientemente al poder clerical, a lo cual casi nadie se ha atrevido, puso en práctica medidas radicales para separar la Iglesia y el Estado.
También muy cerca de aquí, en el costado oriente de la Alameda Central, estaba el principal establecimiento de la Librería de Cristal, empresa en la que participó Martín Luis Guzmán, el famoso escritor y cronista de la Revolución Mexicana.
Lo menciono porque a mediados del siglo pasado, alarmado ante la creciente injerencia del clero en asuntos políticos, Martín Luis Guzmán emprendió una campaña para hacer valer los preceptos constitucionales que limitaban esa injerencia.
Impartió muchas conferencias, organizó foros con ese fin, y publicó su libro Necesidad de cumplir las leyes de Reforma ((Empresas Editoriales, México, 1963). El 16 de octubre de 1945, valiente y acertadamente, en uno de sus artículos periodísticos, el escritor había criticada la manipulación del fanatismo, dado que días antes el clero había tratado de convertir en un acto político el aniversario de la coronación de la Virgen de Guadalupe.
A raíz de ello, Martín Luis Guzmán recibió amenazas de grupos fanáticos que incluso apedrearon su casa dos días después de la publicación del artículo.
Algunos de los principales periódicos de aquella época hicieron causa común con el clero, negándose incluso a publicar un desplegado donde Martín Luis Guzmán defendía sus puntos de vista.
La sociedad capitalina era entonces más conservadora y apegada a creencias religiosas. Valiéndose de ello, en 1948, la derecha clerical, encarnada entonces en grupos como Los Conejos y encabezada por el entonces arzobispo Luis María Martínez, organizó protestas contra Diego Rivera por haber pintado un mural en el Hotel del Prado, donde aparecía la frase “Dios no existe”, junto al retrato de Ignacio Ramírez, uno de os principales hombres de la Reforma. Las hordas clericales dañaron el mural, para borrar esa leyenda.
Pero con el tiempo, en la ciudad de México, la sociedad ha ido aprendiendo a ser cada día más libre, a respetar las creencias de los demás, y las decisiones de cada quien sobre su vida privada, con la aceptación de opciones como el divorcio, instaurado en 1914, la educación mixta, el uso de métodos anticonceptivos, la despenalización del aborto y, finalmente, la legalización del matrimonio homosexual.
En países de Sudamérica, donde el clero tradicionalmente ha tenido una influencia más grande que en México, la legalización del divorcio, por ejemplo, fue un proceso mucho más lento y difícil.
En los años 30, las autoridades educativas promovieron la educación sexual y la educación mixta, ante las críticas de grupos retardatarios y sectores clericales que escandalizaban a la población alegando que la llamada “coeducación”, era, decían ellos, una “aberración” y representaba el desenfreno y la promiscuidad.
Décadas después, esa visión conservadora está totalmente derrotada por los avances sociales y culturales, de tal suerte que hoy en día esa educación es una realidad cotidiana por la que pueden optar los alumnos y los padres de familia.
En aquel tiempo, si bien en la ciudad de México, la educación mixta ocasionó conflictos con esos grupos, en otras regiones del país las reacciones clericales fueron mucho más violentas, al grado de asesinar o mutilar a las maestras y maestros rurales que, cumpliendo con su deber, se atrevían a impartir los programas educativos.
La sociedad ha cambiado mucho durante ese tiempo, especialmente en la ciudad de México, donde, como un logro histórico, ahora se reconocen legalmente, incluso, los derechos de las minorías sexuales.
Lo que en todo ese tiempo no ha cambiado es la posición de los sectores conservadores, que siguen concibiendo las nuevas libertades como “aberraciones” o “inmoralidades”.
La homofobia, el odio hacia homosexuales y también hacia otras minorías sexuales, se ha ido venciendo en nuestra ciudad, al grado de que todavía en los años 80 había testimonios de abusos policiales y agresiones contra homosexuales precisamente en la Alameda Central.
Hoy, aquí en la Avenida Juárez, vemos que las parejas expresan libremente, sin temores, sus preferencias y afectos, ante una sociedad más dispuesta también a respetar las decisiones ajenas.
Esta calle ha sido también escenario de las marchas de la diversidad sexual donde en los últimos años han participado decenas de miles de personas que implícitamente reivindican las libertades basadas en el estado laico, que debe mantenerse ajeno a las ideas de cualquier religión acerca de la moral sexual.
Pero, desafortunadamente, la situación no ha sido igual en el resto del país. La llegada de la derecha a muchos gobiernos en estados y municipios llevó consigo las famosas redadas y campañas contra la diversidad.
Menciono algunos ejemplos.
A fines de agosto de ese año, en Aguascalientes funcionarios municipales panistas autorizaron la colocación en un balneario de un letrero que prohibía la entrada a "mascotas y homosexuales”. Jorge Álvarez Medina, encargado de Reglamentos de ese ayuntamiento declaró refiriéndose a los homosexuales: "Estoy en contra de ese tipo de personas. Mientras me encuentre a cargo de los reglamentos municipales, no permitiré el acceso a los homosexuales"
El 7 de febrero de 2001, el Comité de Orgullo Lésbico Gay de Monterrey exigió a las autoridades estatales detener las redadas homofóbicas. Al día siguiente, en Veracruz, alrededor de 200 travestis y prostitutas tomaron el palacio municipal en protesta por recientes operativos policiacos para retirar a sexoservidores de la vía pública, ordenados por el alcalde panista, Ramón Gutiérrez de Velasco. Días antes, este funcionario había declarado que no se suspenderían los operativos para retirar de zonas turísticas a homosexuales, prostitutas e indigentes.
En agosto de 2001, la Dirección General de Seguridad Pública Municipal de Ciudad Juárez, al mando del panista Jorge Ostos Castillo, anunció que agentes de su corporación habían videograbado a gays que cometían faltas contra el Bando de Policía y Buen Gobierno, como besarse en lugares públicos. .
El 21 del mismo mes, Ernesto Cantú Reséndiz, alcalde de Reynosa, Tamaulipas, anunció redadas contra homosexuales en el centro de la ciudad, para evitar que "se inunde de maricones".
Como sabemos, en los mismos términos se refirió a los homosexuales hace algunas semanas el cardenal de Jalisco, Juan Sandoval,
Y no es la primera vez que habla en esos términos, En octubre del 97, declaraba a representantes de los medios: "Imagínense si alguno de ustedes es adoptado por un par de maricones. ¿A quién le van a decir papá y a quien le dirán mamá?" (octubre de 97).
Sus agresiones venerables han hecho blanco también en los protestantes, con palabras como estas: "Se necesita no tener madre para ser protestante" (98) y es uno de los prelados que más se han opuesto a la prevención del sida mediante el condón, de tal suerte que en agosto del 97 afirmaba: "Los laboratorios que producen los condones se llenan los bolsillos de dinero a costa de la inmoralidad de la población a la que alientan de esta manera al libertinaje". (agosto de 97);
Precisamente, la lucha por la educación sexual y por el uso de métodos de planificación familiar, es otra de las batallas ganadas por la libertad y el progreso en la ciudad de México; tales temas fueron polémicos en los años 70 y 80, pero hoy los grupos de extrema derecha que se oponen a esas libertades no muestra en la ciudad de México ya ningún poder de convocatoria.
Ante esa falta de poder de convocatoria y de influencia social por parte de la ultraderecha, el gobierno federal y el partido de la derecha, así como sus aliados oportunistas, están brindando todo su respaldo a las instituciones y consignas clericales.
En la primera parte de mi exposición mencionaba algunos ejemplos de ese maridaje, entre la jerarquía católica y el gobierno federal, y cabe añadir que algunos de los casos más indignantes se han presentado en la Catedral Metropolitana, donde el cardenal Rivera dispone de fuerzas federales de seguridad que, de acuerdo con testimonios personales y notas periodísticas, actúan siempre a favor del Arzobispado y de sus partidarios.
Así, activistas que valientemente se manifiestan en las afueras de Catedral contra los abusos clericales, han sido agredidos físicamente por partidarios de Rivera, quienes en ocasiones tan tenido el apoyo de las fuerzas federales.
Apenas hace unos días, el domingo 22 de agosto, luego de la misa dominical en Catedral, y ante la impasibilidad de los policías federales apostados dentro del recinto, el exdiputado panista Iván Manjarrez Meneses golpeó a una reportera de La Jornada, que desempeñaba su labor, acusándola de ser “comunista” y de no ser periodista.
Manjarrez, identificado también como miembro de la Unión Nacional Sinarquista y presidente de un denominado Grupo Cívico Ciudad de México, había llegado al lugar, acompañado de algunas personas más, para apoyar la posición de Norberto Rivera ante el gobierno del DF.
Es decir, la extrema derecha está adoptando actitudes cada vez más agresivas, violentas incluso, contra quienes no comulgamos con las normas religiosas.
Buscan, al igual que algunos jerarcas religiosos, anular las libertades que se oponen a sus dogmas.
Quisieran volver a la época de la Inquisición cuando era un delito disentir del clero o de las creencias religiosas.

Conclusiones
Las libertades que en años recientes se han impulsado en la ciudad de México tienen una importancia histórica y descansan en el respeto al estado laico, ajeno a cualquier credo religioso.
Defender esas libertades es un deber y un reto para todos los que queremos vivir en una ciudad y en un país ajeno a las imposiciones religiosas, y en particular del clero católico.
No debemos verlo como algo ajeno a nosotros, como una cuestión de rencillas entre algunos políticos y jerarcas católicos, pues está en juego el bienestar y la libertad de todos.
Seguramente en esta ciudad, no deseamos vivir situaciones como las que imperan en Guanajuato, estado gobernado por la jerarquía católica, a través de la ultraderecha panista, donde se aplican las consignas religiosas contra las mujeres que abortan, considerándolas como “asesinas” y queriéndoles aplicar penas de décadas de prisión, incluso si su aborto fue involuntario.
Por ello, la defensa de la despenalización el aborto, un enorme avance que se ha logrado en nuestra ciudad, es un problema que nos concierne a todos, y en primer lugar a todas las mujeres en edad reproductiva.
No es simplemente un problema entre el gobierno de la ciudad de México y el clero, pues evidentemente a ninguna de las mujeres que han recurrido a ese procedimiento legal de interrupción del embarazo, le convendría estar viviendo bajo las condiciones que imperan en otros estados.
Similarmente, el reconocimiento de los matrimonios homosexuales es una libertad que beneficia a esas parejas, en primer lugar, pero que todos debemos defender, si no queremos volver a las épocas de la homofobia legalizada, de la persecución policiaca contra un determinado sector de la sociedad.
Tampoco es deseable tener gobiernos, como es el federal, y el de algunas entidades, como Jalisco y Guanajuato, que obedezcan ciegamente los dictados de la jerarquía católica, que en esos lugares ha llegado a disponer del poder y de los recursos del estado.
En suma, hoy en día, si queremos libertades hay que estar dispuestos a defenderlas, frente a los embates de la derecha y de la jerarquía católica.