Thursday, May 15, 2008

La crisis alimentaria y el gobierno espurio

HAMBRUNA, MOTINES Y VIOLENCIA
EL CASO DE HAITÍ Y MÉXICO
Por Rodolfo Sánchez Mena (LD 12-05-08)

E-mail: sanchezmena@yahoo.com

Haití es el mejor ejemplo de la crisis alimentaria mundial. La “comida” habitual de la mayoría de los haitianos, son galletas de barro, llamadas “picas”. Estas galletas de barro seco, se adquieren con los bajísimos ingresos, obtenidos en el contraído mercado laboral y de ingresos marginales, solo para matar el hambre. Consisten en una mezcla de barro, grasa vegetal y sal, que provoca severa desnutrición y dolores intestinales, al ingerir parásitos y toxinas potencialmente mortales.

Esta situación obedece a la pérdida de soberanía de Haití y al quebranto de la auto suficiencia alimentaria. Un proceso iniciado primero, por la dictadura de los Duvalier; segundo por la deuda impuesta por la dictadura; tercero, por el modelo BM-FMI de pago al servicio de la deuda, apertura total a las inversiones y al comercio; cuarta fase, un gobierno impuesto por la ONU y bajo su control.

En un pueblo depauperado y sin gobierno propio, la escalada de precios de alimentos, provoca sangrientos motines, reprimidos por los cascos azules de la ONU, que mantiene ocupado este país, para proteger privilegios de la élite e impedir que la isla se vacíe a los Estados Unidos.

El gobierno impuesto, es indiferente y soezmente incapaz de cualquier solución; preparan botín y huida, en cuanto pueden. Los haitianos solo conocen la solidaridad de Cuba, médicos y maestros, así como el apoyo aunque limitado, pero generoso, de Hugo Chávez en materia de energéticos, recursos financieros y alimentos. El programa mundial de alimentos participa con una gota en un desierto de necesidades.

Especialistas en las consecuencias del problema alimentario global, registraron protestas sociales y saqueo de alimentos en México. El incremento mundial del precio del maíz, detonó movilizaciones en la mayoría de ciudades y poblados rurales, en protesta por el incremento del precio del kilo de tortilla de maíz, en más de un 50%.

El sobreprecio se impuso mediante un acuerdo político del grupo partidista gobernante, por medio de un sistema de control clientelar, para sostener al débil gobierno calderonista. Posteriormente, grupos campesinos se movilizaron con el lema “sin maíz no hay país”, en reclamo de la apertura del TLC agropecuario.

La represión ante la creciente organización del movimiento opositor al modelo que privilegia a una minoría agroexportadora no se hizo esperar, fue asesinado en Casas Grandes, Chih, el líder campesino, Armando Villarreal Martha, dirigente de Agrodinámica Nacional, por exigir condiciones energéticas y económicas para reactivar la producción de alimentos para el consumo interno, en millones de hectáreas.

Otra manifestación del conflicto social que se manifiesta abiertamente con el conocimiento de las autoridades, es el apoderamiento de cargamentos de granos en los patios adyacentes de las vías de ferrocarril y de transportes de alimentos, por parte de grupos urbanos empobrecidos en los perímetros de la capital y las zonas metropolitanas. La solidaridad entre los grupos sociales se expresa con el reparto de los granos “cosechados” y de alimentos, entre otros grupos sociales de mayor pobreza.

En este contexto nacional e internacional de la hambruna galopante, Felipe Calderón Hinojosa ha iniciado el Programa Nacional Alimentario (PNA) orientado a las zonas marginales indígenas, esto es, donde no existen caminos, escuelas ni hospitales; pretende beneficiar a 280 mil familias pobres con la entrega de 490 pesos bimestrales, más suplementos “alimenticios”. El universo del programa alimentario, contempla cerca de 1,800,000 mexicanos de alta marginalidad, o sea, en condiciones de ser víctimas del hambre.

Un universo reducido el oficial, solo el 2.5 % de la población en estas condiciones de desigualdad social, si consideramos que 30 millones de mexicanos se han incorporado a la extrema pobreza, al concentrarse la riqueza en unos cuantos durante el gobierno de Vicente Fox, y otros 20 millones en el límite inferior de la pobreza, sumando un total de 50 millones, o sea 1 de cada dos mexicanos. Lo que significa que el elevado costo de los alimentos, los arrastrará inevitablemente al fondo de la plataforma de la pirámide social y consecuentemente a ser víctimas de la hambruna.

Calderón puso en marcha el PNA el 1º de mayo para darle relieve a su programa alimentario, en reemplazo a la celebración nacional del movimiento obrero, al que le ha dado la vuelta, por el reclamo al derecho de huelga de los trabajadores del sindicato minero metalúrgico, enfrentado a la poderosa familia Larrea, que goza del apoyo del secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, representante de la ultraderecha empresarial-religiosa poblana.

La aportación del programa “alimentario” calderonista en dos meses, 490 pesos, equivale a 48 dólares, menos del ingreso de un migrante mexicano, 8 dólares por hora y por 6 = 48 dólares. O lo que equivale a un ingreso que le aporta generosamente el gobierno de Calderón a quienes viven en pobreza extrema, entregándoles un dólar por día de limosna, mismo que tendrán que repartir entre los cinco miembros de familia, o sea 0.20 dólares diarios para lograr su supervivencia con la “papillas”.

La hambruna por la falta de alimentos, afectará a grupos vulnerables, incrementados por las políticas económicas neoliberales que han desmantelado la economía nacional. Sustituido por un modelo de economía de maquila, impuesto por el TLC y ampliado por el ASPAN.

La inflación en el precio de los alimentos y la ausencia de estos, afectará a grupos campesinos de pobreza extrema, en dos segmentos. Los productores minifundistas temporaleros del norte, centro y sur del país. Los jornaleros del campo. Los campesinos sin tierra, esto es medieros y pequeños arrendatarios. Los migrantes rurales en las grandes y medianas ciudades de México y la frontera norte.

Las clases medias urbanas empobrecidas, ancianos, mujeres y niños, que han recurrido para sobrevivir con los ínfimos ingresos al consumo importado de carne de deshecho de los Estados Unidos de pollo, cerdo, res y vísceras a granel. A ellos habrá que sumar los trabajadores jubilados que verán recortados sus ingresos por el alza de los costos alimentarios.

Las condiciones de crisis de la economía norteamericana, imponen a los trabajadores migrantes mayores pagos por sus deudas hipotecarias y otros adeudos de bienes, autos y electrodomésticos, lo que hará descender aún más las remesas y se afectará a más familias que dependen de estos ingresos para subsistir.

Habida cuenta que la crisis hipotecaria generará despidos masivos en la industria de la construcción, lo que aunado al repliegue en la producción, también aportará otra cuota al desempleo de migrantes, que tendrán solo como opción, el retorno a sus tierras de origen en condiciones económicas desfavorables; no encontrarán condiciones para hacer producir las tierras o encontrar trabajos remunerados.

El gobierno de Calderón y su secretario de Hacienda, Cartens, alimentado felizmente por el FMI, no ve un futuro incierto, por sus medidas anti cíclicas. No obstante, existe otra perspectiva crítica, que llama a la reflexión y a la pronta acción para lograr la autosuficiencia alimentaria, como lo analizaremos aquí lo más pronto posible.

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