Monday, May 12, 2008

15 de mayo: mártires de la enseñanza

América Latina - Antifascismo - Antiglobalización - Memoria histórica - México
Día del maestro. Mártires de la enseñanza
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El 15 de mayo, Día del maestro, evoca la memoria de los maestros y maestras que fueron asesinados por las hordas fanáticas de los cristeros, en los años 20 y 30. De ellos existen testimonios todavía en algunos poblados de México.
Edgar González Ruíz (Para Kaos en la Red) [13.05.2008 01:44] - 1 lecturas - 0 comentarios


Fechas como esa eran importantes en el calendario cívico nacido de la Revolución Mexicana, que hoy la derecha en el poder quiere relegar porque no son gratos para la memoria de la jerarquía católica.

El Día del Maestro se instituyó oficialmente en 1918, bajo la premisa de que el maestro había sido “factor decisivo del progreso de la nación, forjador del alma nacional, por la educación que imparte a las masas”, y se tuvo presente que los maestros fueron de los primeros en unirse al movimiento emancipador de 1910 y que en 1915 los alumnos de la Escuela Nacional de Maestros abandonaron sus estudios para incorporarse a las fuerzas de Alvaro Obregón, quien fuera asesinado en 1928 por el activista católico José de León Toral.

Durante la llamada “guerra cristera”, de 1926 a 29, en la que el clero se opuso a la educación laica y en general a la separación entre la Iglesia y el Estado, muchos maestros murieron en manos de los católicos, que en la década siguiente renovaron sus ataques.

El 15 de mayo de 1935, el entonces presidente Lázaro Cárdenas presidió una ceremonia en honor de los educadores asesinados o desorejados por los cristeros, y dispuso que cada año, en esa fiesta cívica, se leyeran los nombres de diez de esos mártires de la educación.

En esa ocasión, el mandatario, quien tres años después llevaría a cabo la nacionalización del petróleo, dijo que “ha habido manifestaciones aisladas de fanatismo e ignorancia”, que produjeron “el sacrificio de las vidas de maestros caídos en el cumplimiento de su noble ministerio” , quienes merecían “público tributo de reconocimiento y admiración”.

En esa época, los intentos de implantar la enseñanza socialista y los rudimentos de la educación sexual en las escuelas primarias,habían motivado las reacciones violentas de grupos de fanáticos que destruían las escuelas y los libros de texto,asesinaban, mutilaban y ultrajaban a las maestras y maestros rurales.

Con el tiempo, se ha ido perdiendo la memoria de los maestros sacrificados, mientras que los herederos ideológicos de los cristeros han llegado al poder y con los recursos del erario promueven el culto a los fanáticos de hace varias décadas.

El odio que profesa la derecha en el gobierno hacia la educación pública propicia también que en las esferas oficiales no se dé importancia a la labor que cotidianamente llevan a cabo los maestros, quienes fueron uno de los sectores que más apoyo brindaron a la obra de la revolución mexicana.

Por ello, vale la pena recordar los nombres de algunos de esos maestros sacrificados por el fanatismo



María Rodríguez Murillo

"Fue la madrugada del 26 de octubre de 1935. Le advirtieron que se fuera, no lo hizo. La violaron, la golpearon, la amarraron con una soga de los pies y la arrastraron a galope de caballo por el camino terregoso que lleva a la salida de Huiscolco. Y le cortaron los senos. Y los colgaron en arbustos localizados en la orilla de camino. Uno a la derecha, otro a la izquierda. Como ejemplo, ara que los demás maestros rurales desistieran de impartir educación socialista..."

Así asesinaron los cristeros a la maestra María Rodríguez Murillo, una profesora muy dedicada, que trabajaba en el poblado de Huiscolco, municipio de Tabasco, Zacatecas. A la mañana siguiente del sangriento asesinato, el cura del lugar dijo misa y absolvió a los asesinos.

La señorita Murillo fue acusada de ser comunista y de que apoyaba el reparto de tierras a los campesinos, mientras que la gran mayoría del clero condenaba el agrarismo como despojo y amenazaba a los campesinos que recibieran tierras con los castigos eternos del infierno".[1]

En junio del año 2001, el periodista Salvador Frausto retomó el tema de la maestra María Rodríguez Murillo, haciendo interesantes pesquisas en el poblado donde ocurrieron los hechos arriba mencionados.[2]

En dicho lugar hay una escuela rural federal que lleva el nombre de la maestra asesinada. En la fecha en que él hizo la investigación, el director de esa escuela pensaba proponer ante el cabildo que la maestra fuera nombrada "mujer ilustre" de la región, donde la gente se refiere a ella como "la maestra mártir". Desde 1983 se lleva a cabo año con año un homenaje en el lugar d esu sacrificio, que es la escuela que lleva su nombre y donde hay además un busto suyo que se implantó en 1985..

Entrevistados por Frausto, algunos de los exalumnos de María Murillo, quien tenía 45 años cuando fue asesinada, "recuerdan los gemidos que emitía la maestra agonizante, abandonada por la turba de cristeros, tras ser acribillada, a la salida del poblado...."

De acuerdo con esos testimonios, ella vivía en un rancho llamada San Antonio, donde daba clases, pero "se peleó con el cacique, don Antonio, porque él no quería que sus trabajadores aprendieran a leer y escribir: Don Antonio fue el que le calentó la cabeza al curam que dizque la maestra era protestante, le decía...Total que María Murillo se vino para acá y aquí era muy querida, pero se peleó con el cura porque le pidió que mandara ala escuela a los niños que iban al catecismo"

De acuerdo con Rubén Lara, cronista del municipio de Tabasco, donde se ubica Huiscolco,"...la maestra Murillo se limitaba a impartir clases de español, matemáticas, algo de ciencias sociales y un poco de ciencias naturales. En cuanto a la cuestión sexual, solamente les hablaba a sus alumnos sobre le funcionamiento de los aparatos reproductores. "Les aclaraba que los bebés no venían de la cigüeña ni los dejaba alguien en una canasta a la puerta de las cosas. No más"

Según el profesor Aureliano Montoya, director de la escuela María R. Murillo, esa maestra fue un ejemplo de vocación magisterial, quien dedicó su vida a la enseñanza, y enfatiza: "...era señorita a los 45 años" Ese dato se asienta en el acta de defunción de la maestra, documento donde se menciona también que murió sin recibir atención médica.

De acuerdo con Montoya, los cristeros "...le advirtieron varias veces que si no dejaba de enseñar la iban a matar y siguió, por vocación, dando sus clases. Todavía la noche en que la sacrificaron le dijeron que desistiera y la llevaron a la orilla del pueblo y ahí la dejaron, para que se fuera de Huiscolco. Y que se regresa a su casa..."

"Los cristeros le pidieron a lamaestra los libros con los que enseñaba, para ver sino eran inmorales o procomunistas, fueron a la escuela y los revisaron durante largo rato, ¿pero qué podían revisar?, la mayoría no sabían leer, eran analfabetas, pero aún así dictaminaron que la maestra era comunista, lo que le mereció el castigo.... Después fueron por ella y la martirizaron, se la llevaron arrastrando hasta la orilla del pueblo, donde la dejaron...Algunos vecinos, al oírla gemir, se despertaron y trataron de salvarle la vida, la llevaron en un "tepeiste" (como una camilla) a la cabecera municipal (Tabasco) pero ahí murió antes de ser atendida por algún médico"

Tanto el cronista de Tabasco como el director de la mencionada escuela rechazan, al igual que pobladores de ese lugar, que la maestra fuera protestante. Por el contrario, afirman que era católica practicante: "María daba clases en un cuartito chiquito que está por aquí cerca (de la escuela que lleva su nombre), y en el cuartito de a lado se quedaba a dormir. En una pared de adobe de su habitación tenía, y aún se conserva, un Cristo fijado en barro".





Carlos Toledano

Las atrocidades que los cristeros cometieron con María Rodríguez Murillo, no fueron un caso aislado, sino un patrón de conducta de esos asesinos cobijados en el fanatismo católico.

Muy lejos del poblado donde fue asesinada esa maestra, en la región de Tlapacoyan, cerca de Altotonga, Veracruz, en los límites con el estado de Puebla, los cristeros cometían desmanes similares.

De acuerdo con Indalecio Sáyago, político mexicano que en esa época era profesor rural: “…Los terratenientes, los “guardias blancas”, los acaparadores de los productos del campo, los curas, organizaron la más feroz campaña en contra de los trabajadores de la educación: maestras violadas y mutiladas de los senos, profesores desorejados y asesinados. En esos días, un grupo de “guardias blancas”, en pleno día, rodeó la escuela donde estaba laborando el maestro Carlos Toledano. Lo ataron con alambre de púas de pies y manos. Con los muebles de la escuela, cuadernos y libros hicieron una hoguera y lo quemaron vivo frente a sus alumnos”.[3]

Esos hechos ocurrieron el 21 de abril de 1936. Al día siguiente, el periódico Excélsior publicó la siguiente nota: "Fue quemado vivo un maestro rural y otro más fue vilmente mutilado. Setenta individuos armados, mejor dicho, setenta salvajes dignos de cafrería, cometieron horrendos crímenes en Tlapacoyan...Tlapacoyan, Ver, 21 de abril (de 1936). "… setenta hombres armados incendiaron hoy las escuelas de las congregaciones agrarias de Eitepéquez, Buenavista y Pochotita, quemando vivo al profesor Carlos Toledano y cortando las orejas al profesor Pablo Jiménez..."

Además de asesinar brutalmente a Toledano, los rebeldes "...quemaron y arrasaron los edificios destinados a escuelas, dizque por ser centros de herejías".





Los mártires de Teziutlán

El 15 de noviembre de 1935, la ciudad de Teziutlán, Puebla, se horrorizó porque “en una acción incalificable fueron asesinados en sus escuelas, en presencia de sus alumnos, tres profesores rurales: Carlos Sayago Hernández, en La Legua; Carlos Pastrana Jiménez, en Ixtipan y Librado Labastida Navarrete, en San Juan Xiutetelco”.

Ramón Tapia Mendoza fue compañero de la infancia de Carlos Sayago y vivió los episodios de la segunda cristiada en Teziutlán. Con el paso del tiempo, variasdécadas después, ocuparía dos veces la presidencia municipal de Teziutlán.

Entrevistado el 11 de septiembre de 2003 en Teziutlán por el autor de este artículo, Tapia Mendoza recordaba a Carlos Sayago como “un muchacho muy noble, educado y estudioso”, que no pasaría de los 30 años al momento de ser asesinado.

Hacia el año de 1923, Tapia Mendoza y Sayago eran condiscípulos en la Escuela Real, que sólo era primaria, “pues las escuelas preparatorias eran para los ricos”.

Al terminar sus estudios primarios en dicha escuela, Sayago empezó a laborar como profesor y “era un maestro dedicado a sus labores, que no tenía preferencias políticas”.

De acuerdo con el expresidente municipal, todo indica que los cristeros se pusieron de acuerdo para asesinar prácticamente al mismo tiempo a los tres profesores y para secuestrar a la profesora Nieves González, quien eran aún más joven que Sayago, pues tendría unos 20 años, y a quien se la llevaron secuestrada..

“Sayago estaba dando clase a las 10 de la mañana en la escuela de Altoluca, igual que Nieves, cuando llegaron los cristeros y lo apuñalaron, lo mismo que a Pastrana, casi a la misma hora y a Librado Labastida. Al grito de ¡Viva Cristo Rey! Les metieron los puñales”.

A Nieves González por ser mujer la respetaron pero circuló en el pueblo la versión de que los rebeldes habían “abusado” de ella.

En uno de sus partes de guerra, los cristeros se jactaron en los siguientes términos de haber asesinado a esos profesores rurales:

" ...debemos hacer resaltar el hecho de que (los grupos cristeros que operaban en esa zona) han castigado severa y definitivamente a varios pervertidores de la niñez, que al amparo de la tiranía venían desarrollando una labor incalificable. Los nombres de esos llamados "profesores" son los siguientes: Librado Labastida, de la escuela de Santiago, Municipio de Xiutetelco; Carlos Sayago, de la escuela La Legua, y Carlos Pastrana, que prestaba sus servicios en la escuela rural de Ixtipa. Todos han sido muertos y estampados aquí sus nombres, para ignominia de los mismos. Basta para dar una idea de la perversa labor desarrollada por esos individuos, de su empeño por llevar a la práctica el plan de educación socialista señalado por la tiranía. Basta, decimos, el siguiente hecho: el profesor Pastrana llevó a los niños y niñas de la escuela a bañar juntos, aprovechando la oportunidad para darles una clase de eugenesia o como comúnmente se denomina "educación sexual""[4]

Desde otro punto de vista, si se han conservado los nombres de los profesores asesinados, es para ignominia del fanatismo religioso y para que puedan ser reconocidos como auténticos mártires de la libertad de conciencia y de los derechos sexuales, uno de los cuales es precisamente el derecho a la educación sexual.

El 16 de noviembre de 1935, los tres profesores asesinados fueron sepultados en el Panteón Municipal de Teziutlán, en lugares cedidos por el Ayuntamiento, en fosas de primera clase.

En diciembre de ese mismo año, la revista El Maestro Rural, órgano del magisterio, publicó un enérgica protesta por "los atentados perpetrado en las personas de algunos maestros rurales y de nuevo la elevamos por la muerte de Carlos Sayago, Carlos Pastrana y Librado Labastida, asesinados en Puebla, y por la mutilación que ha sufrido la maestra Micaela Enriqueta Palacios"[5]

Ya el 23 de noviembre de 1935, Excélsior había publicado la noticia de que "la gavilla cristera de Clemente Mendoza asesinó a los profesores Carlos Sayago, Librado Labastida y Carlos Pastrana, y secuestró a otro". En realidad, como se ha visto, se trataba de la maestra Nieves González, que posteriormente fue rescatada por las fuerzas federales. Se publicó también que: "se han recibido informes de que la señorita profesora rural Hermelinda Rendón fue asesinada en el poblado de Cuautemingo, municipio de Jalacingo, por una partida de bandoleros que se cree sea la misma que asesinó hace tres días a tres profesores en territorio del Estado de Puebla, ya que la mencionada población de Cuautemingo colinda con la entidad antes citada" Abunda la nota de prensa: "Se dice que los malhechores procedieron con saña inaudita al cometer su crimen, pues acabaron con la víctima a tiros y machetazos, inmolándola por haberse ocupado en impartir la educación socialista"

En Teziutlán, año con año, se lleva a cabo una ceremonia en honor de los maestros mártires, a la que asisten cientos de alumnos de la región y en la que hasta antes de su fallecimiento participaba como orador el profesor Atalo Santillana, quien fue también contemporáneo de esos hechos.

En el centro del poblado, hay tres plazas conmemorativas, una de ellas, de febrero de 1969, dice:

“Homenaje del Magisterio a los maestros mártires del 15 de noviembre de 1935. Carlos Sayago, Carlos Pastrana, Librado Labastida”.

Hay también una placa en honor de Atalo Santillana Aldano: “En recuerdo de tus vivencias (que) fueron testimonio de una realidad injusta para el magisterio, Teziutlán, 15 de Noviembre de 1995”.

Finalmente, otra placa muestra las fotografías de los tres jóvenes “maestros mártires de la educación”, está fechada el 15 de noviembre de 2002 y la rúbrica el secretario de la sección 23 del SNTE en Puebla, profesor Jesús Huerta Carrera, y los secretarios regionales, César Ruiz González, Rosario Santamaría y Antonio Herrera Fernández.





Micaela y Enriqueta Palacios

En el local de la Sección 47 del SNTE, se exhibe el mural “En honor a los mártires de la educación”, del profesor David Carmona, que fue colocado el 7 de diciembre de 2007, junto con una placa conmemorativa con los nombres de varios maestros y maestras asesinados o mutilados por los cristeros.

Desde hace décadas, el sector magisterial ha procurado rendir homenaje a los maestros mártires, y se tenía el proyecto de construir un monumento en Guadalajara en honor a ellos, mismo que fue abandonado en 1995 con la llegada del PAN al poder.

Entre las personas a las que se hace alusión en la placa conmemorativa, se cuentan las maestras Micaela y Enriqueta Palacios, agredidas el 19 de noviembre de 1935en Jalisco.

Sobre ellas publicó la prensa de la época que “las profesoras Micaela y Enriqueta Palacios, sufrieron graves atropellos de un grupo de sublevados que asaltó la escuela oficial de la ranchería de Camajapita" (en los Altos de Jalisco).

"Relataron las víctimas que antenoche cerca de las 23 horas, se presentó un grupo de alzados tratando de derribar la puerta de su casa habitación, en tanto que otros se subieron a las azoteas, amenazándoles de muerte"; los citados individuos "violentamente sujetaron al padre de las muchachas, atándolo con una soga al cuello, en tanto que las profesoras sufrían toda suerte de atropellos y vejaciones. Seguidamente los hombres de la partida les dijeron que iban a proceder a un gran escarmiento por impartir educación socialista, y sin escuchar los gritos y lamentos de las infelices mujeres ni las imprecaciones del padre, procedieron a cortar con un enorme cuchillo una oreja a cada una de las profesoras y al padre originándoles una fuerte hemorragia. Los asaltantes agregaron que si permanecían en la ranchería ellas estaban dispuestos a regresar para matarlas. Antes de partir quemaron gran cantidad de libros de texto y los títulos oficiales de las profesoras y destrozaron los muebles y las puertas".

Continúa la nota periodística: "Los vecinos, temerosos de correr la misma suerte, se abstuvieron de impartir auxilio a las profesoras, por lo que los alzados pudieron huir tranquilamente a los cerros cercanos y de paso llegaron a la Congregación de Camajapa, capturando a Francisco Nuño, miembro de la defensa social y connotado agrarista a quien acribillaron a balazos.

Vicente Escudero: héroe de la Prevocacional

El profesor Vicente Escudero, de apenas 16 años, fue uno de los alumnos de la Prevocacional Número7 , “Rafael Dondé”, que por su alto desempeño escolar se destacaron y fueron propuestos para ocupar las plazas de maestros rurales, en 1934. [6]

Era huérfano, y en su formación escolar había aprendido a desarrollar actividades sociales con un sentido de solidaridad. Ese mismo año se trasladó al poblado de Santa Mónica de viudas, en Valparaíso, Zacatecas, para desarrollar su labor.

Pronto fue víctima del odio de los cristeros, que lo acusaban de dar “malas enseñanzas”, de ser comunista yateo.

Vivía el maestro en casa del señor Rosa Cárdenas, a donde llegaronunos 70 cristeros el día 5 de abril de 1934, cuando el joven profesor se estaba vistiendo para ir a dar sus clases. Tomaron preso a Escudero, lo llevaron a rastras fuera del camino , le desollaron las plantas de los pies, le cortaron con un cuchillo en las rodillas, y así, se lo llevaron fuera del pueblo, donde lo colgaron de un árbol, luego de apedrearlo.

Ensangrentado y con lagrimas en los ojos, Vicente ya sabía que lo golpearían, lo torturarían y quizás lo matarían, pues los fanáticos lo consideraban un “anticristo” que ofendía a la Iglesia.

Ya muerto, los fanáticos revisaron las bolsas de su ropa y le encontraron un rosario y un librito para escuchar misa, además de un crucifijo que traía colgado del pecho.

Tres décadas después, los viejos cristeros, los mismos que habían asesinado al profesor, seguían hostilizando a los maestros que luchaban contra la ignorancia en esa comunidad,

Sin embargo, el nombre del maestro asesinado ha perdurado, pues la población de santa Mónica de viudas, ahora se llama Vicente escudero, así como la Escuela Secundaria Tecnología Agropecuaria, la escuela primaria de san Martín y la Asociación de Colonos del Fraccionamiento “Sierra Dorada”

Otro de los alumnos destacados de la Prevocacional Rafael Dondé que murió asesinado por los cristeros fue Silvestre González Ledesma,de 18 años, aficionado a las letras, y quien fue victimado también en 1934.



David Moreno

El 7 de febrero de 1935 fueron asesinados Saúl Maldonado y Guillermo Suro, cerca del rancho de Tlaltenango, en Zacatecas. Fueron vejados con ensañamiento, insultados, obligados a rezar y luego colgados de un árbol.[7]

“Antes de morir, el maestro Suro fue desorejado y descolgado ante sus promesas de no impartir más la enseñanza socialista”.[8]

El 22 de mayo de 1935, los cristeros asesinaron al joven maestro rural David Moreno, comisionado en la Escuela “Artículo 123”, establecida en la Hacienda de Santa Inés, en Aguascalientes.

. Una docena de rebeldes se había presentado antes de la medianoche en el lugar, atacando la casa donde se hospedaba el profesor, quien se defendió con una pistola hasta que finalmente fue capturado.

Al día siguiente se le encontró colgado de un árbol, “víctima del salvajismo de unos cristeros porque no quieren la educación socialista; lo sujetaron, lo desorejaron, le proporcionaron innúmeros pistoletazos y lo ahorcaron en un árbol cercano a su casa, la que después quemaron poseídos de inaudita y cristiana furia”.[9]

Un estudioso del conflicto en Aguascalientes afirma que el asesinato "reflejaba la intolerancia de los cristeros y una cierta complicidad por parte del hacendado y de algunos grupos de la comunidad"[10] De hecho, David Moreno había sustituido a la hermana del hacendado en la escuela rural. Años atrás se había hecho cargo de la educación de los niños de la comunidad "y se decía que era muy católica



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[1]David L. Raby.Educación y revolución social en México (1921 a 1940), SEP, México, 1974, p. 137.

[2]Salvador Frausto Crotte "Maestra María R. Murillo. Víctima de fanatismo y rencor religioso" El Universal, 17 de junio de 2001.

[3] Miguel Baltazar VázquezAltotonga: un pueblo con historia, Altotonga, 2005, pp. 231-32.

[4]Consuelo Reguer Dios y mi derecho, Tomo 4, Jus, México, 1997., p. 532.

[5]El Maestro Rural, tomo VII, num 11, diciembre de 1935, p. 26.Eeran dos hermanas Palacios: Micaela y Enriqueta.

[6] Revista Resurgimiento Vol 1, No. 5 Abril-Mayo de 1934.

[7]Donald L. Raby ., p. 160.

[8]Alfonso Taracena La Verdadera Revolución Mexicana (1935-1936), Porrúa, México, 1992, p. 21

[9]Alfonso Taracena La Verdadera Revolución Mexicana (1935-1936) p. 75

[10]Salvador Camacho Sandoval. Controversia educativa entre la ideología y la fe. La educación socialista en la historia de Aguascalientes. 1876 a 1940, Conaculta, México, 1991, p. 160.

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