Monday, October 08, 2007

México no debería tener relaciones con el Vaticano

Trampas del Vaticano contra el laicismo
Edgar González Ruiz

En el marco de las celebraciones del 15 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, el secretario de éste para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti, ha instado al gobierno mexicano a modificar las leyes para implantar la llamada “libertad religiosa” que implica otorgar al clero católico injerencia en la educación pública, en el ejército y en los medios electrónicos, así como en otros ámbitos de la vida nacional.
Según Mamberti, México necesita avanzar hacia un “Estado laico moderno, donde no sólo
se toleren la expresiones religiosas”. A su vez, el ex presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, José Guadalupe Martín Rábago, consideró que esa revisión legal podría
darse en el contexto del Bicentenario de la Independencia, que según él “es un
momento privilegiado para la reconciliación”.
Las palabras de Mamberti corresponden a estrategias tramposas del Vaticano para impulsar propuestas concretas contra el laicismo, como las arriba mencionadas, sembrando confusiones verbales e ideológicas mediante definiciones y distinciones “ad hoc”. Es un recurso viejo de la lógica medieval: discutir sobre palabras ignorando los hechos,
Por ejemplo, hablan de “libertad religiosa” a su conveniencia, como otorgamiento de privilegios para el clero, y redefinen en el mismo sentido el término de “laicidad”, de tal suerte que para los ensotanados “laicidad” significa educación confesional, capellanías militares, subsidios para la Iglesia Católica, etc.
Según ellos, y según muchos políticos derechistas, ya quedó atrás el tiempo del “laicismo”, en que se rendía culto a Juárez y se respetaba la separación entre el Estado y la Iglesia. “Laicidad” a la manera de los panistas y del clero significa bautizar calles con el nombre de Juan Pablo II, homenajear a los criminales cristeros, y favorecer los proyectos políticos de la jerarquía católica.
Las declaraciones de Martín Rábago son igualmente insidiosas. Ahora se pretende hasta premiar a la jerarquía católica por su papel en la historia de México: por su condena de Hidalgo y Morelos, su lucha contra las leyes de Reforma y la Revolución de 1910, y por haber auspiciado la sangrienta rebelión cristera.
Pero, ante todo, hay que recordar que el establecimiento relaciones con El Vaticano fue una imposición del criminal gobierno salinista, en su política de legitimar el fraude electoral de 1988 mediante alianzas con la derecha y con el clero.
Hay que recordar también que fue precedido por la decisión de Salinas de implantar modificaciones a las leyes a satisfacción del clero, cuya única concesión fue aceptar el reconocimiento jurídico de otras iglesias, que sin embargo, no gozan ante el gobierno del mismo status que la católica.
México no debería mantener relaciones con el Vaticano, pues esa decisión no nació de una exigencia mayoritaria de la sociedad, sino de los intereses de un gobierno espurio, además de que su resultado ha sido propiciar la injerencia del Vaticano en los asuntos nacionales.
Tanto los nuncios que han estado en nuestro país como otros funcionarios del Vaticano que vienen a él, y los propios pontífices, se han dedicado a estar oponiéndose a las leyes nacionales, exigiendo reformas como las que menciona Mamberti, y han estado obstaculizando las políticas de salud sexual y los derechos de las mujeres, como es el aborto.
Es tiempo de que el pueblo de México ponga freno al activismo político y electoral del clero y a la intromisión del Vaticano.

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