La iglesia en el ejército
Aliada del poder:
La Iglesia en el Ejército
Edgar González Ruiz
Con la bandera de la “libertad religiosa”, la derecha mexicana pretende legalizar la influencia del clero en el ejército, que oficiosamente existe desde hace tiempo, aunque las leyes del país, a diferencia de las de casi todas las demás naciones de América Latina, no admiten esa injerencia clerical.
Como enseña la experiencia de otros países del Continente, la presencia institucional del clero en el ejército busca la promoción de la ideología conservadora del Vaticano, así como el apoyo a las fuerzas derechistas.
En México, la posibilidad de legalizar la injerencia del clero en el ejército se da en un contexto donde el ejército, lejos de servir al pueblo y proteger la soberanía nacional, se ha convertido en sostén de un gobierno tiránico, espurio y apátrida, que con el pretexto de combatir al narcotráfico las está usando para sofocar la inconformidad popular ante el fraude electoral y la implantación de políticas contrarias al bienestar de las mayorías, para beneficio de los grandes intereses económicos, sobre todo extranjeros..
Mediante su presencia en las filas militares, la jerarquía católica ha puesto su autoridad moral al servicio de la tiranía legitimando la lucha del ejército contra la democracia y los intereses populares.
Escalada pontificia
Al enfrentarse cotidianamente a la muerte y a situaciones extremas, muchos soldados suelen recurrir a creencias religiosas, lo que ha favorecido intervención oficial y privilegiada del clero católico en las filas del ejército, en particular bajo la figura de los prelados militares, que a nivel de obispados ha impulsado particularmente el actual pontífice así como su predecesor, Juan Pablo II.
En la Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, sobre la asistencia espiritual a los militares, emitida en 1986, Juan Pablo II justificaba la acción de la jerarquía en las fuerzas armadas, alegando que su finalidad era contribuir a la preservación de la paz.
Leemos en Spirituali Militium Curae que quienes forman parte de las Fuerzas Armadas deben considerarse “como instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos”, pues “desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz”.
Estas palabras son falsas hoy más que nunca, cuando se promueven guerras internacionales y sangrientas represiones con el único propósito real de defender intereses económicos, que generalmente van de la mano con proyectos político religiosos de corte conservador.
En su agresión contra Irak, por ejemplo, Estados Unidos ha forzado la intervención de los ejércitos de varios países en un injusto conflicto contra una nación que es botín de empresas por sus importantes recursos petroleros.
Asimismo, los ejércitos de Colombia y de México, entre otros países de AL, sirven claramente a las estrategias geopolíticas dictadas por el poder estadounidense.
El mencionado documento pontificio establece que la intervención clerical en el ejército responderá a una estructura de “ordinariatos militares”, o castrenses, cuyos titulares tendrán el rasgo de obispos y como tales serán nombrados por el Papa.
Pertenecen al respectivo Ordenariato Militar y están bajo su jurisdicción:
1° Todos los fieles que son militares y los empleados civiles que sirven a las Fuerzas Armadas, con tal que se consideren así a tenor de las leyes civiles dadas para ellos;
2° Todos los miembros de sus familias, es decir, esposos e hijos, incluidos aquellos que, emancipados, vivan en la misma casa; así como los parientes y los empleados domésticos que así mismo vivan en la misma casa;
3° Los que frecuentan centros militares y los que se encuentran en hospitales militares, residencias de ancianos o lugares semejantes o prestan servicio en ellos;
4° Todos los fieles de uno y otro sexo, pertenecientes o no a algún instituto religioso que ejercen un oficio permanente confiado por el Ordinario militar o con su consentimiento. (Spirituali Militium Curae).
A partir de ese documento, la Conferencia Episcopal Mexicana, la CEM, se planteó la posibilidad de crear en México un ordinariato castrense. Pero el Vaticano consideró que, al menos "en sentido estricto", era prematuro hacerlo, debido a que las leyes mexicanas no eran aún propicias.
Bernardin Gantin, responsable de la Sagrada Congregación para los Obispos, de la Santa Sede, envió a Prigione una carta, en 1990, en la cual le hizo saber esta determinación. Dice textualmente:
“Esta Congregación considera que debe estudiarse seriamente el problema del cuidado espiritual de los militares de esa Nación. Aun cuando es prematuro pensar en la erección de un Ordinariato Castrense en sentido estricto, parece necesario hacer todo lo posible a fin de que sea asegurada una asistencia espiritual más capilar y continua a los feligreses que militan en las Fuerzas Armadas”.
“La idea de nombrar un obispo auxiliar de una gran ciudad, que no resida demasiado en la periferia del país, con el encargo exclusivo de organizar y coordinar la pastoral castrense, podría ser tomada en atenta consideración y podría también constituir una válida premisa para llegar, en tiempos sucesivos y más propicios, a una estructura jurídicamente más consistente”.
“Pido, por consiguiente, a Vuestra Excelencia sea tan amable de proponer a la presidencia de la CEM, que el tema sea puesto a la orden del día de la próxima asamblea plenaria, de manera que pueda ser discutido en una óptica exclusivamente pastoral y sin prejuicios” (Proceso, 1051, 21 de diciembre de 1996).
Injerencia en México
Debido a que en México, con la Reforma y la Revolución de 1910, se consolidó la separación entre el Estado y el clero, no se reconoce oficialmente la intervención clerical en el ejército, que ha sido un objetivo largamente anhelado de la jerarquía y de grupos de la extrema derecha.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los derechistas usaron el argumento de que en México, al igual que en otros países aliados deberían existir oficialmente las capellanías militares.
El 16 de noviembre de 1943, el entonces presidente Manuel Avila Camacho firmó un decreto donde se establecía la prohibición de que los militares “asistan a templos o ceremonias religiosas de cualquier índole, portando el uniforme que les otorga la representación que ostentan”, dado que “como representantes de una función pública de un estado laico, deben quedar alejados de cualquier manifestación de cultos…”.
La disposición generó críticas por parte de sectores reaccionarios, como el hoy gobernante Partido Acción Nacional, que en su revista La Nación (Año II, Número 112, 4 de diciembre de 1943), publicó fotografías de oficiales y soldados ingleses, canadienses y franceses participando en actos religiosos, y alegando que en México, dado que “la inmensa mayoría es católica”, debería ocurrir lo mismo.
La misma disposición motivó que el 10 de abril de 1944, el teniente Antonio de la Lama intentara asesinar al presidente en el Palacio Nacional, alegando que “hace mucho que quiero ir a la iglesia uniformado y no se me ha permitido y es porque en México no hay justicia” (El Nacional, 11 de abril de 1944).
El 11 de abril durante la “solemne sesión” del XXIII Consejo de la CTM, celebrado a las 20 horas en el Palacio de Bellas Artes, Vicente Lombardo Toledano denunció la existencia de la Sociedad de Amigos del Soldado, de índole político religiosa, y que tenía reuniones privadas en Gaviotas 21 en Tacubaya, y en Durango 147. (El Nacional, 12 de abril de 1944)
Dicha Sociedad llevaba a cabo “ceremonias religiosas clandestinas dedicadas a los soldados, y a las que han concurrido frailes así como el general del ejército Fernando Vázquez y un capellán del ejército norteamericano, el reverendo O´Brien”.
De todo ello Lombardo Toledano mostró evidencias fotográficas, y señaló que el atentado contra Avila Camacho había sido dirigido desde España y que De la Lama le había dicho al presidente: “no pude, por desgracia, cumplir mi misión”.
El 13 de abril, El Nacional comentaba que Lombardo Toledano mostró pruebas fotográficas que evidenciaban “la reunión del traidor Lama Rojas con sacerdotes y con dirigentes jesuitas; la compañía del teniente fanático con un capellán yanqui; la presencia de un general olvidadizo de sus deberes junto con la de Lama Rojas, en una ceremonia irregular, clandestina, del culto religioso...”
Se preguntaba El Nacional acerca de esos hechos: “...¿Qué hacía el capellán O´Brien –militar yanqui- violando las leyes de México en compañía de quien había de atentar contra nuestro presidente? ¿Qué hacían con este irrespetuoso huésped de México sacerdotes y dirigentes jesuitas? ¿Qué hacían tan piadosas personas ayudando a un mal general a quebrantar la Constitución de su país y la ordenanza de su cuerpo?”.
El 14 de abril, El Universal informaba que “por convenir al buen servicio” la Sedena ordenó la baja de ocho cadetes de la Escuela Militar de Intendencia, y un general –Fernando Vázquez Avila por participar en una ceremonia religiosa efectuada en la casa número 147 de las calles de Durango, de acuerdo con las fotografías que habían sido difundidas por Lombardo Toledano.
El domingo 16 de abril de 1944, La Prensa publicaba en sus páginas 12 y 13 fotografías de los miembros de la Sociedad amigos del Soldado, que habían sido dadas a conocer por Lombardo Toledano.
En ellas aparecía el teniente De la Lama , el general Fernando Vázquez Avila y el P. O´Brien, así como el jesuita Joaquín Sáenz Arriaga, quien estaba vinculado también a varios panistas, entre ellos Jesús Hernández Díaz, colaborador de La Nación. Una de las fotos muestra al general Fernando Vázquez Avila, recibiendo uniformado la comunión de manos de un sacerdote.
En otra foto se ve a un militar de espaldas, haciendo el saludo fascista y delante de él “el mal general Fernando Vázquez Avila, que empuña el estandarte nacional, recibe la bendición del sacerdote que oficiaba clandestinamente en el local de la sociedad Amigos del Soldado, sito en la calle de Gaviotas No. 21, de Tacubaya”.
Otra gráfica muestra a de la Lama fungiendo como instructor de sus compañeros: “lee ante los militares reunidos los nombres de los ornamentos que está vistiéndose el sacerdote y explica la significación de los mismos”.
El 18 de abril, El Universal Gráfico publicó el importante testimonio de un civil miembro de Amigos del Soldado, quien dijo que O´Brien, capellán del ejército de Estados Unidos, estuvo en México de paso para “la base militar de un país centroamericano a la cual se encuentra adscrito” y que la junta fue para que algunos católicos conocieran a O´Brien.
De acuerdo con Lombardo Toledano, De la Lama estaba “íntimamente asociado con una mujer dirigente de la Unión Nacional Sinarquista...” y los militares conspiradores se oponían al servicio militar obligatorio, al régimen democrático “en todos sus aspectos” y promovían la revisión de varios preceptos constitucionales.
“Los directores de este centro conspirativo eran algunos sacerdotes católicos y elementos reaccionarios entre quienes De la Lama ocupaba un lugar prominente”.
Muchos años después de los hechos, en enero de 1972, Manuel Buendía se refería al padre Sáenz Arriaga y el frustrado homicidio de Avila Camacho , puntualizando que le exjesuita fue “el director espiritual del teniente De la Lama. A partir de este dato puede concluirse que no sólo estuvo enterado de lo que se proponía hacer De la Lama. El director espiritual tiene más poder sobre la mente de un individuo que el más hábil de los siquiatras o de los hipnotizadores”.
Por su parte, en 2004, al prologar el libro Los otros cristeros, publicado por la Universidad Autónoma de Puebla, el general Luis Garfias, historiador militar, señalaba que “…la señora Josefina Belloc …trataba en aquellos años de catequizar a los militares, especialmente a los cadetes del Colegio Militar, llevándolos a ejercicios espirituales, a misa a la Basílica de Guadalupe y desde luego a sostener platicas sobre la política que en aquellos años privaba en México”.
Los Cruzados de Cristo Rey
En 1972, el sacerdote Manuel Pereda Crespo, quien fuera en los años 60 integrante del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, MURO, un grupo violento de la ultraderecha estudiantil, fundó la orden religiosa de los Cruzados de Cristo Rey, que tiene como uno de sus principales objetivos precisamente la “evangelización” en el ámbito castrense y que ha establecido vínculos con grupos radicales de otros países como es el Sodalicio de Vida Cristiana en Perú.
Según señala Alvaro Delgado en su libro El Yunque. La ultraderecha en el poder (Plaza y Janés, México, 2003), Pereda Crespo forma parte de la Organización Nacional del Yunque, y a partir de 1972 impulsó la operación Prometeo, que incluía la inscripción de numerosos jóvenes de ese grupo en el Colegio Militar.
Pereda Crespo ha definido el “carisma” de esa organización como la “santificación de la autoridad en el servicio por el amor… lo que nos toca como Cruzados es enseñar a los hombres a obedecer, en un mundo en que se sospecha de toda autoridad y se desprecia la obediencia…”.
Los CCR glorifican la obediencia “hasta el martirio” y tienen como una de sus principales fuentes de inspiración a los “mártires” cristeros.
Un militante católico argentino ha relatado cómo los Cruzados de Cristo Rey se fundaron bajo la inspiración de Ramón Plata Moreno, el poblano organizador del Yunque y del Pacto de los Remedios, y de otros personajes análogos con quienes Plata tenía relación, entre ellos extremistas de la derecha argentina. (cable modem.libertel.com.ar)
Bien entrados los años 90, los CCR sumaban apenas unos cincuenta y han tenido presencia también en España, donde tienen la ermita de Nuestra Señora de Oliva, en Almonacid de Toledo y a ellos está encomendada la pastoral universitaria de Tegucigalpa. En España se ha visto la presencia de Cruzados de Cristo Rey en ceremonias como la que se hizo en diciembre de 1991 en honor a las víctimas franquistas en Jarama y cuya misa ofició el sacerdote Luis Antonio Hernández Sandoval, de los Cruzados de Cristo Rey (CCR).
En México, los Cruzados de Cristo Rey tienen presencia en Puebla y en otras entidades. Así, en agosto de 1992 el arzobispo Rosendo Huesca y Pacheco confió la Pastoral Universitaria de Puebla a los Cruzados, que además se han hecho visibles en varias coyunturas, por ejemplo, en junio de 1999, en Puebla, participaron, junto con la Asociación Nacional Cívica Femenina y otros grupos conservadores, en protestas contra la presentación de la obra Sólo para Mujeres. (Masiosare, suplemento de La Jornada, 11 de julio de 1999). Asimismo, en julio de 2002, sacerdotes de los Cruzados ofrecían en pleno zócalo de la ciudad de México la comunión a los fieles que esperaban la llegada del Papa.
En 2003, los Cruzados de Cristo Rey sufrieron una escisión, cuando Pereda Crespo dejó su dirección para fundar el grupo Siervos de Dios, dedicado a la pastoral juvenil, llevándose con él a muchos de sus sacerdotes, uno de ellos era Carlos Ortiz Montes, hijo de un militar, y quien desde 1990 estuvo encargado del templo de Cristo Rey de la Paz, dedicado a los militares y ubicado a un costado de las instalaciones de Sedena, en la ciudad de México.
Durante el conflicto armado en Chiapas de principios de 1994, el Ejército Mexicano solicitó la asistencia espiritual de los Cruzados de Cristo Rey. Sin embargo, Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas, la zona donde se produjo el conflicto, no les permitió a los Cruzados trabajar en su diócesis.
En diciembre de 1996, Carlos Ortiz Montes reveló a Proceso que fue la esposa del entonces titular de la Sedena, el general Antonio Riviello Bazán quien, por conducto del Patronato Central de las esposas de los oficiales, le solicitó viajar a Chiapas para atender a las familias de los militares que vivían allá.
"Se hicieron las gestiones correspondientes ante las autoridades militares y las eclesiásticas. Por el lado del Ejército no hubo ningún problema. Pero por parte de la Iglesia, monseñor Samuel Ruiz no nos dio su autorización", dijo Ortiz Montes.
“El obispo de Tuxtla finalmente nos apoyó. En su diócesis hubo una disposición total, absoluta. De los cruzados sólo fui yo a Chiapas. Allá se hicieron reuniones de oración, de bendición y se celebraron algunas misas para pedir por la paz. Esto reconfortó a los familiares de los soldados, que atravesaban por un abandono existencial; se sentían proscritos por el simple hecho de ser esposas o hijos de militares”.
Según Ortiz Montes, en Chiapas no estuvo propiamente como capellán, puesto que no atendió directamente a los soldados, sino sólo a sus familias.
"Sólo una vez, en la Huasteca Hidalguense, tuve un contacto más directo con la tropa. Fui a bautizar a hijos de soldados y a regularizar matrimonios. Las autoridades castrenses de la zona consideraron que eso ayudaría a levantarles la moral", señala.
Todavía el Ejército no permite, afirmó en esa entrevista, que se le acompañe en los cuarteles o en las zonas de conflicto, como ocurre en otros países, donde incluso los ordinariatos militares disponen de su catedral, sus sacerdotes, su seminario y su pastoral castrense y citaba el caso del Ejército argentino: con sus 240 capellanes, su ordinario castrense —"un franciscano muy dulce que tiene rango de general"— y su magnífica catedral a la que asiste sin ningún problema el presidente Carlos Saúl Menem. El 18 de octubre de 2006, José de Jesús Castellanos, periodista y militante de la ultraderecha, se refería en estos términos al fallecimiento de Carlos Ortiz Montes, en la página Web Yo Influyo: “…fue un verdadero Cruzado de Cristo Rey, no sólo por pertenecer a esa sociedad apostólica, sino por batirse a fondo para preservarla cuando vientos de transformación quisieron darle fin. Fue él uno de los sacerdotes aguerridos que fieles al carisma fundacional mantuvieron vigentes a los Cruzados de Cristo Rey, fundación mexicana que ve en el beato Miguel Agustín Pro, S. J. un modelo de sacerdote al servicio de la Iglesia, hasta el martirio…”.
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Desde el Episcopado
En el Episcopado, quien ha promovido la “evangelización” de los militares, con el apoyo de grupos como los Cruzados de Cristo Rey ha sido el obispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, Hilario Chávez Joya, a quien desde 1985, durante la XXXIX Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano, se le encomendó el “cuidado espiritual de las Fuerzas Armadas y de sus familias”..
Entrevistado en 1996 por el periodista Rodrigo Vera, de Proceso (No. 1051, 21 de diciembre de 1996), el prelado hizo notar que "No será sencillo cambiar de la noche a la mañana toda una ideología liberal, toda una mentalidad impuesta al Ejército. Eso llevará tiempo. La contraposición entre la Iglesia y la milicia se produjo a partir de la Ilustración, del liberalismo del siglo pasado. Más que separación es un divorcio, que ha provocado enfrentamientos directos, como sucedió durante la guerra cristera." “…este trabajo me exige avanzar con la misma lentitud de la tortuga. Es una tarea muy delicada, paciente y silenciosa. La vengo haciendo desde hace once años."
Refiriéndose a sus tácticas de penetración en el ejército explicó: “Empezamos por lo que podíamos empezar: por las familias de los militares. A ellas les hicimos la oferta del evangelio, de la gracia de Dios. Les abrimos las puertas del templo de Cristo Rey de la Paz, el cual tiene un culto bien definido y abierto a las agrupaciones militares”.
El día 31 de octubre de 1988, Mons. Chávez Joya solicitó al.Cardenal Ernesto Corripio Ahumada el Templo de Cristo Rey de la Paz para que desde este lugar se pudiera atender la Pastoral Militar, petición que fue concedida el día 31 de julio de 1989.
Señala que en el templo se prepara a catequistas laicos parientes de militares, para que después difundan el evangelio, principalmente en las zonas habitacionales militares del país a las que son trasladados.
"Ahora los militares saben muy bien que este templo está dedicado exclusivamente a sus necesidades espirituales y a las de sus familias. Acuden a él con toda libertad. También desde el principio dimos atención a lo más urgente, como el velatorio y los enfermos del Hospital Central Militar", prosigue el obispo.
Como se ha mencionado, dicho templo estuvo a cargo de los Cruzados de Cristo Rey, pero ahora lo atiende un sacerdote diocesano. Está ubicado en Legaria 861, en las inmediaciones del Campo Militar, y se ostenta como Capellanía Militar Cristo Rey de la Paz.
El sábado 14 de abril de 2007, la misa de las 7 pm en dicha "Capellanía Militar" estuvo dedicada no sólo a las autoridades civiles y militares, sino en particular a los guardaespaldas y escoltas, lo cual traza un camino de complicidad con los crímenes que pueden cometer elementos del EMP, la PFP y otros cuerpos armados.
Asimismo, en una mampara colocada en el atrio del templo, se exhibía una circular donde se advertía a los fieles que no tenían “valor” los sacramentos impartidos por grupos no católicos, entre ellos los mormones, adventistas, la Luz del Mundo, etc.
Según señaló Hilario Chávez Jolla a Proceso en 1996, , hasta los propios secretarios de la Defensa Nacional, han visto con buenos ojos su labor evangelizadora: "No trabajamos de manera oficial, pero tampoco lo hacemos clandestinamente. Ellos han estado al tanto de nuestro trabajo".
Sobre Antonio Riviello Bazán, señalaba: “…Siempre fue muy respetuoso, muy atento, muy amable con nosotros."
Reveló que Prigione había impulsado la presencia del clero en el ejército: “Cuando eran inminentes las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado, le trató al entonces presidente Carlos Salinas el asunto de la evangelización del Ejército. Pero todavía no estaba madura la situación”.
Señalaba que muchos militares quería acercarse al clero: "Pese a que los militares tienen prohibido entrar uniformados a los templos, a casi todos los que he casado lo han hecho con uniforme. Dicen con orgullo: 'Yo soy militar y me caso como todo un militar. No tengo por qué esconder mi condición ante Dios Padre'. Para ellos el matrimonio por la Iglesia es un acontecimiento solemnísimo."
Interrogado sobre qué debe hacer un ordinario militar ante un ejército injusto y agresor, el obispo decía: "Asistir a ese ejército. Necesariamente debe asistirlo. No es injusta la causa del soldado que está luchando. Es injusta la causa de los altos mandos, de los responsables de la guerra. Al ordinario le corresponde asistir a quienes dan la vida por una causa injusta, enviados por una disciplina militar que tienen que cumplir. Muchas veces los combatientes no conocen la causa por la que pelean. Hay pues dos niveles: el de la tropa y el del alto mando."
¿Está obligado el capellán a señalarles a los combatientes lo injusto de esa guerra?, se le preguntó a Carlos Ortiz Montes, de los Cruzados, a lo que respondió: "¡No! No puede hacer más daño. Debe atender el alma del combatiente que sufre. No le corresponde ponerse a hacer disquisiciones. Es como cuando un médico está en el quirófano realizando una grave operación. Necesita concentrarse en ella. No puede ponerse allí a consultar libros y a teorizar sobre cómo funciona el hígado. ¡Debe operar!"” (Proceso, 1051, 21 de diciembre de 1996).
Pero esa indulgencia de los religiosos hacia los ejércitos agresores no se aplica según ellos al caso del aborto, donde dicen que se debe perseguir y hasta excomulgar a las mujeres que interrumpan el embarazo.
En agosto del 2000, en pleno debate sobre la iniciativa del panismo de Guanajuato para encarcelar a las mujeres violadas que decidieran abortar, Hilario Chávez se mostró partidario de ese castigo, al considerar más grave el aborto a que un soldado mate a una persona por "defender su integridad y la de la nación".
Resaltó que "un militar que asesina por defender a la patria está cumpliendo un deber, no lo hace nada más porque sí, como es el caso ya de un aborto en donde se mata directamente" y aplaudió que se sancione el delito del aborto porque "es un crimen como cualquier otro y lo importante es evitar que la mujer acepte practicárselo. Ese es el punto capital del problema.
"La mujercita, señala, tiene una conciencia bien formada, por eso lo chocante, absurdo e inhumano de una mujer violada es que ésta debe defender la vida de su hijo. Por eso, si hay alguien a quien se debe castigar, si hay alguien a quien se tendría que privar de la vida es al abusador, no al niño". (La Jornada, 9 de agosto de 2000)
A partir del 2000, se han incrementado las actividades del clero en el ejército, y se ha hecho ostensible su presencia en apoyo a autoridades o grupos derechistas. El 24 de marzo de 2007, en la ciudad de México, un destacamento militar fue a rendir honores a la bandera en un evento antiabortista del grupo Provida, y en pleno debate público sobre la despenalización del aborto. Asimismo, en ciudades como Torreón, gobernadas por el PAN es notoria la presencia de efectivos militares para custodiar centros de culto, como el Santuario del Cristo de los Noas, al que impulsa el gobierno municipal.
En enero del año 2000, Mons. Chávez Joya nombró a Leonardo Rojas Pérez como su representante al servicio de la pastoral militar. El 22 de octubre del año 2001, Mons. Chávez constituye un grupo de Clérigos Castrenses en la Diócesis de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.
El 6 de julio del 2001 se solicitó a Ricardo Guízar Díaz, Arzobispo de Tlalnepantla, una Iglesia en esta arquidiócesis para poder atender a los militares y sus familias, y establecer la Sede Nacional de Pastoral Militar.
Tres meses después, se firma el Convenio por el cual se establecen las normas jurídicas indicadas para la administración de la Iglesia de Ntra. Sra. de Guadalupe, en la Col. el Parque, Naucalpan. Quedando constituida esta Capellanía en Sede Nacional da la Pastoral Militar.
El 2 de octubre del 2002, por convenio celebrado con. Miguel Ángel Alba Díaz, Obispo de la Paz, se constituyó la Capellanía Militar de Santa María Goretti en la Cd. de la Paz, Baja California Sur.
En el mes de noviembre del año 2002, la Conferencia del Episcopado Mexicano estableció el Departamento de Pastoral Militar, y nombró a Hilario Chávez Joya como primer presidente.
El día 8 de julio del año 2003, Chávez Joya entregó al Departamento de la Pastoral Militar la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la Cd. de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua., como Sede de la atención parroquial del personal militar.
El día 5 de marzo de 2004, Florencio Olvera Ochoa, Obispo de Cuernavaca, en convenio con el Departamento de Pastoral Militar, erigió la Capellanía Militar de la Cruz en la Ciudad. de Cuernavaca.
A partir del 2003, año con año se han celebrado jornadas de estudio de la pastoral militar, realizándose la primera en la Sede-CEM, en Cuautitlán Izcallí, Estado de México; la II Jornada de Estudio de la Pastoral Militar se realizó en septiembre de 2004, en Cuernavaca; los días 16, 17 y 18 de agosto de 2005, celebramos, también en Cuernavaca, la III Jornada de Estudio de Pastoral Militar.
Se sabe que Abelardo Alvarado Alcántara, obispo auxiliar de México y responsable de la “Dimensión Fe y Política” de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, 2007-2009, es uno de los principales impulsores de la presencia del ejército entre las tropas, y que tiene vínculos personales en ese sector.
Chiapas: los apóstoles y las tropas
Los laicos católicos que ayudan a los ejércitos están organizados en el Apostolado Militar Internacional, presidido por Jürgen Bringmann, cuyo emblema son tres espadas cruzadas formando una estrella.
Esa organización fue fundada en 1965, en Santiago de Compostela, España, en plena época del franquismo, por iniciativa de los militares católicos de diez países. Está reconocida por la Santa Sede como organización internacional católica, el AMI es miembro de la Conferencia de las OIC.
El AMI, que tiene sede en Bonn, Alemania, tiene como fin “promover la afirmación de una visión cristiana de la vida militar y de los valores que la caracterizan; favorecer la comprensión y la cooperación internacional, como aportación a la construcción de la paz en el mundo; afrontar, a la luz del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia, cuestiones de orden espiritual, ético, moral y social característicos de la vida militar”.
Para ello, organiza encuentros y manifestaciones internacionales, como congresos y peregrinaciones; favoreciendo un intercambio constante de ideas y de experiencias entre las asociaciones miembro; manteniendo relaciones de colaboración con instituciones que trabajan para la búsqueda de la paz.
Actualmente está presente en 29 países distribuidos del siguiente modo: 4 de Africa, 3 de Asia, 12 de Europa, 3 de Norteamérica y 7 de Sudamérica.
A partir de la primera guerra mundial, como señala el mayor James Moos, de la Reserva de la Fuerza Aérea Estadounidense, y pastor en la Iglesia Unida de Cristo en Bismark, Dakota del Norte, el general John J. Pershing, comandante Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Estadounidenses, reconoció las “contribuciones transcendentales que podían hacer los capellanes, y se lograron grandes avances en la organización e institucionalización de la capellanía militar”, aumentándose significativamente el número de capellanes que servían a las tropas, pues en ellos se veía un arma espiritual al servicio de la guerra. (ww.airpower.au.af.mil/apjinternational/apj-s/2trimes99/moos.htm).
Dado que no había suficientes capellanes, sobre todo en cuerpos como la aviación, se recurrió a organizaciones como la YMCA, los Caballeros de Colón, la Cruz Roja Norteamericana y el Ejército de Salvación, para proporcionar los servicios religiosos.
Pero hay otros grupos, más agresivos, a los que se acusa de actuar en colaboración con el Ejército, en la represión de movimientos sociales. Uno de ellos es Apóstoles de la Palabra, fundado el 2 de julio de 1978 por el sacerdote italiano Flaviano Amatulli Valente, quien llegó a México en enero de 1968.
Durante siete años fue director de la revista Esquila Misional y durante cinco años trabajó con los indígenas chinantecos, en Oaxaca, pero su principal interés ha sido combatir la influencia de las “sectas” como considera a las iglesias no católicas.
En 1986, los Obispos de México lo pusieron al frente del Departamento de la Fe frente al proselitismo Sectario (Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe).
El 22 de febrero de 1999, el obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Raúl Vera, denunció públicamente a la Asociación denominada "Apóstoles de la Palabra", de Amatulli.
“Las personas que propagan su modo de pensar aquí, son personas que han acudido a cursos que han impartido él o sus colaboradores en otros lugares de la República, a donde dichas personas han tenido que ir por razones de trabajo. Al regresar a la Diócesis han comenzado ha conducir un cierto liderazgo que, por estar al margen de las estructuras parroquiales y diocesanas, ha concluído por dividir a la gente y los ha llevado a una abierta confrontación con los agentes de pastoral y con quienes colaboran con ellos en las parroquias”.
“… el problema de las personas que extradiocesanamente se han formado en sus escuelas, como ya dije, es que adquieren una visión de la vida cristiana fuera de la realidad, tienen una comprensión sumamente reducida de su fe, y la parcializan a tal punto, que sólo se capacitan para atacar a los que ellos consideran enemigos, que serán los que no coinciden con sus percepciones. Normalmente estos enemigos se encuentran entre los "protestantes", pero cuando en la misma Iglesia Católica se topan con personas que no coinciden con sus puntos de vista, se encierran en sí mismos y crean una iglesia aparte, para no contaminarse, como lo están haciendo abiertamente aquí”.
“Su posición los ha llevado a colaborar con el Ejército Mexicano, disfrázandose de soldados para ir señalando las casas de los que ellos consideran "enemigos", por razones religiosas y políticas, a quienes consideran merecedores de los peores maltratos de parte de esa institución, incluyendo cárceles, porque en su mente, esos pobres desdichados son enemigos de la religión y de la nación”.
“Todo esto dentro de la dinámica militar con la que han decidido solucionar un conflicto provocado por el hambre, la miseria y el sojuzgamiento de un pueblo, que son las mejores semillas desde donde germina la violencia (Juan Pablo II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1999)”.
De acuerdo con Vera, las actitudes de Amatulli “…le sirven a los terratenientes y al Gobierno Federal o Estatal para continuar matando catequistas y cometer, el día menos pensado, los asesinatos de Don Samuel, mío o de cualquiera de nosotros. En efecto, se ha venido impulsado un clima de linchamiento contra nosotros con este tipo de acciones desde dentro de la misma Iglesia…” (Flaviano Amatulli Chiapas. Sectas y evangelización, Apóstoles de la Palabra, México, 2000, pp. 31-38)
La Espada y la Cruz, en América Latina
Atendiendo a la historia y actualidad de países de América Latina que cuentan con la institución del vicariato castrense, se pone de manifiesto la medida en que este contribuye a reforzar la influencia de la jerarquía ante el Estado o el maridaje entre ambos poderes, bajo el antecedente de las tendencias reaccionarias que han predominado en muchos de los obispados, y que hoy en día son hegemónicas en el Vaticano.
Por otra parte, los obispados militares plantean el problema de la presencia dentro de las fuerzas que salvaguardan la soberanía de los países de agentes que dependen de una institución extranacional poderosísima, que tiene su propia agenda política con proyectos de reformas legales contra el aborto, divorcio, etc, y que es la iglesia de Roma, donde en noviembre de 2000, “bajo la protección de María Santísima, patrona de las Fuerzas Militares y Policiales”, se reunieron los obispos castrenses de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. Asimismo, en Cochabamba, Bolivia, del 23 al 27 de septiembre de 2002, se llevó a cabo otra reunión con la asistencia también del Administrador Apostólico del Ordinariato Militar del Salvador y del Vicario Episcopal de la Fuerza Pública de Costa Rica.
Por su tradición laicista, México es uno de los países que no cuentan con un obispado militar y fue también hacia mediados del siglo XX, uno de los que se libraron de los sangrientos cuartelazos de aquellos tiempos.
En Uruguay, los capellanes militares fueron reconocidos oficialmente durante 1830, encarnados en sacerdotes católicos hasta inicios del siglo XX. Sin embargo, por decreto del 22 de mayo de 1911, se estableció la abolición de los honores religiosos en el Ejército, y si bien se autorizó al personal militar a asistir a los servicios religiosos individualmente, se suprimen los cargos de capellanes.
El obispado castrense de la Argentina fue instituido por acuerdo entre el gobierno y la Santa Sede el 28 de junio de 1957, actualizado en 1992, y su jurisdicción comprende a “todos los fieles militares y civiles que pertenecen al Ejército, a la Armada, a la Fuerza Aérea, a la Gendarmería Nacional y a la Prefectura Naval Argentina, y el personal de los Ministerios de los que dependen. Además, todos los miembros de sus familias, es decir, esposos e hijos, incluidos aquellos que, emancipados, vivan en la misma casa; así como los empleados domésticos que vivan en ese hogar. También están comprendidos dentro del área pastoral del Obispado Castrense los laicos o religiosos que prestan servicios en forma estable en institutos de formación y centros hospitalarios militares y los militares extranjeros presentes en el territorio nacional, durante el tiempo en el que prestan servicio”. Asimismo, por tradición el prelado militar designa al capellán de la casa presidencial.
Otros países han firmado acuerdos con la Santa Sede sobre atención religiosa a las Fuerzas Armadas, creando Vicariatos Castrenses, hoy convertidos en Ordinariatos u obispados: Bolivia en 1958 con una actualización en 1986; Paraguay en 1960; Ecuador en 1978, con una actualización de 1982; Brasil en 1989 y Venezuela en 1994. La regulación del obispado castrense está contenida en el caso de Colombia en el Concordato de 1973 y en el caso de Perú en el concordato de 1980, que se refiere también a la atención religiosa en las cárceles. Bolivia, por su parte, ha firmado también un acuerdo específico sobre las misiones católicas en territorio boliviano, en 1957.
En Paraguay, el obispo militar tiene a su cargo el cuidado pastoral de las Fuerzas Armadas y policiales del país y cuenta con la asistencia de varias decenas de sacerdotes y agentes de pastoral. El nombramiento es reconocido con el cargo militar de General de Brigada.
En Venezuela la presencia del clero fue instituida como capellanía en 1946, a cuyo titular le fue otorgado el grado de Teniente Coronel. Además de sacerdordotes, la institución cuenta con “la colaboración de religiosas de varias congregaciones femeninas y de laicos comprometidos”.
En Bolivia, el vicariato castrense se erigió en 1961, como resultado del Primer Acuerdo de Servicio Religioso del 29 de Noviembre de 1958, entre el Papa Juan XXIII y el Presidente Hernan Siles Zuazo. En 1986 la Santa Sede nombró el primer obispo castrense de ese país, teniendo como jurisdicción la “Población de las FF.AA. y Policía Nacional, contando con sus familiares”
En Colombia, el vicariato castrense fue creado por el Decreto "Ad Consulendum Curae", de Pio XII, del 13 de octubre de 1949. En 1989, pasó a ser obispado castrense para "La atención espiritual y pastoral de las Fuerzas Armadas de Colombia,
proporcionándoles todos los medios necesarios para su formación y
vivencia cristiana y humana". Dicha misión, asegura el Plan Pastoral 2003-2010 de dicho obispado, “se está realizando siguiendo las normas muy precisas dadas por la Santa Sede y el Estado Colombiano”. Vale la pena mencionar que entre las “fortalezas” del obispado que lista ese proyecto están el hecho de que “Tenemos mandos que creen y manifiestan su fe” y que “Se percibe una creciente conciencia de pertenencia de nuestros fieles a la Iglesia Particular Castrense”, mientras que entre sus “debilidades” y problemas que enfrenta lista el “relativismo ético y moral”, el “indiferentismo religioso”, la unión libre, “homosexualismo” y drogas entre algunos de sus fieles y la “Repercusión de la cultura pansexualista, divorcista y hedonista en el
medio castrense”.
El Obispado Castrense de Colombia cuenta con su propio órgano informativo, que es el periódico El Pescador (ver www.obiscastrenseco.org) y en las Emisoras
del Ejército Nacional se transmiten programas de adoctrinamiento religioso.
Según reseñó El Pescador en su número 21, de noviembre-diciembre de 2006, el 25 de Noviembre en Bogotá se llevó a cabo un Encuentro General de Comunidades de Nueva Evangelización, organizado por el obispado castrense y con la participación de más de 200 personas, entre oficiales, suboficiales, personal civil y familiares, donde “se puso en claro que nuestras Fuerzas Armadas desean CONOCER, AMAR E IMITAR A JESÚS”.
Empero, las violentas realidades que se viven en Colombia, y el papel del ejército en ellas, refuta más que cualquier discurso, esas afirmaciones del obispado castrense, cuya publicación, desde luego, no incluye denuncia alguna de abusos por parte de las fuerzas de seguridad, pero sí abunda en propaganda antiabortista.
En ese país, el Código de Etica Policial finaliza con el juramento: “Reconozco que el lema Dios y Patria, simboliza la fe del público y que lo acepto en representación de la confianza de mis conciudadanos y que lo conservaré mientras que siga fiel a los principios de la ética policial. Lucharé constantemente para lograr estos objetivos e ideales, dedicándome ante Dios a la profesión escogida: La Policía”.
En Ecuador, el vicariato militar fue creado el 3 de agosto de 1978 en virtud del Acuerdo entre la República del Ecuador y la Santa Sede sobre Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. De acuerdo con el artículo segundo de ese Acuerdo, el “servicio religioso castrense” está integrado por el vicario castrense, el provicario general y los capellanes castrenses. El vicario castrense será nombrado por la Santa Sede, previo acuerdo con el gobierno del Ecuador (artículo tres), y tratará directamente con el Ministro de la Defensa Nacional (artículo cuatro), reclutará su clero entre los sacerdotes diocesanos o religiosos debidamente autorizados por sus obispos o superiores (artículo cinco), además (artículo séptimo): “La Jurisdicción del Vicario Castrense y de los Capellanes es personal y se extiende a los miembros del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía en servicio activo, incluyendo los auxiliares y empleados, sus familiares y sus domésticos, que convivan con ellos en los establecimientos militares. ...”
En Chile, los orígenes del servicio religioso castrense se remontan a la época de la independencia, cuando Bernardo O'Higgins nombró al Presbítero Casimiro Albano Pereira, “su tutor y amigo”, como Vicario General Castrense, siguiendo la usanza Real española. El 18 de marzo de 1818, el Ejército y la Marina de Guerra de Chile, juran y proclaman a Nuestra Señora del Carmen como Patrona de las Armas de Chile.
El 18 de agosto de 1818 se crea el Servicio Religioso de la Marina. El 3 de mayo de 1910, se creó la Vicaría General Castrense, por un acuerdo entre la Santa Sede representada para el Papa San Pío X y el Presidente de Chile Ramón Barros Luco. El 13 de agosto de 1994, la Armada se consagró “al Sagrado Corazón de Jesús”. De acuerdo con el “Servicio Religioso de la Armada”, este tiene el objeto de “promover la espiritualidad y moral, a la luz de los valores cristianos y los conceptos de Dios, Patria y Familia”.
Como a veces se ha señalado, Pinochet no siempre tuvo una relación idílica con la jerarquía local, pero hay que recordar que cuando iba a ser procesado por sus crímenes, en el Vaticano encontró defensores que alegaron razones “humanitarias” por su edad y estado de salud. Por su parte, en 2001, en una entrevista con el historiador James Whelan afirmaba: “Voy permanentemente a misa. Rezo. Leo la Biblia”. Un año antes, en agosto de 2000, en una misa organizada por la institución naval en la Capilla Naval Las Salinas, Viña del Mar, a la cual asistió Pinochet, el capellán del templo Adolfo García instó a los asistentes para que ''pidamos por el general Pinochet, para que se fortalezca en alma y espíritu y pueda salir vencedor en toda batalla''.
En Perú, otro de los países donde tiene gran influencia la jerarquía católica, teniendo como antecedente el Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú, del 19 de julio de 1980, que ratificó la “permanente y fecunda colaboración existente entre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana con el Estado Peruano para alcanzar el mayor bien de la vida religiosa en favor de la colectividad militar, policial y civil de la Nación”, el 10 de noviembre de 1999, el entonces presidente Alberto Fujimori aprobó el nuevo Reglamento del obispado castrense del Perú, que atiende “pastoralmente a los miembros de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y sus familiares” y cuyo nombre oficial es el de Ordinariato Castrense, y “depende en el orden eclesiástico de la Sede Apostólica, y en el orden administrativo del Ministerio de Defensa-Despacho Ministerial” (según el artículo 8 del Reglamento).
En ese país, el ministerio de la Defensa apoya económica al obispado militar, según se ha comentado en fuentes periodísticas, además de que organizaciones civiles como Prolibco, Pro Libertad de Conciencia, han recibido muchas quejas sobre todo de policías a los que obligan a asistir a misa o rezar el rosario.
En Guatemala, la Capellanía Militar Arquidiocesana “San Miguel Arcángel”, con sede en la Brigada de Policía Militar “Guardia de Honor”, en la capital de ese país, cuenta con un gran apoyo del Ministerio de la Defensa Nacional, de tal suerte que los mandos militares participan en los eventos que organiza y en enero de 2005, terminó la construcción de la parroquia respectiva en las instalaciones de la Defensa, ocasión en que el cardenal Rodolfo Quezada Toruño, presidió la primera misa en ese lugar con la presencia de autoridades militares. (La Hora, 6 de enero de 2005)
En enero de 1997, el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, quien fungía asimismo como obispo castrense, fue ascendido a general de Brigada. Se comentó en la prensa local que el prelado “no se pierde ningún acto oficial de la Fuerza Armada, a los cuales asiste con todas sus vestiduras episcopales y en los cuales se sienta entre las autoridades de la república y del ejército”.
“La ceremonia de ascenso fue privada, pero no deja de ser chocante que el obispo de San Salvador preste juramento militar ante el Ministro de Defensa. Según el contenido de dicho juramento, el Arzobispo es un funcionario público más. El Presidente de la República es su comandante y jefe y debe obediencia militar al Ministro de Defensa y al alto mando de la Fuerza Armada. Además le dieron un bastón de mando, símbolo de la autoridad del general sobre su brigada; así como el nuncio apostólico le entregó el báculo en la catedral metropolitana, símbolo de responsabilidad pastoral sobre su grey. No sabemos si junto al anillo episcopal usará el militar y las charreteras. Tampoco sabemos como llamarlo, si monseñor o general. El Ministro de Defensa lo llama monseñor y general de brigada” (Semanario Proceso, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Año 17, Número 743, 29 de enero de 1997).
La actitud del arzobispo fue duramente criticada, pues el anterior prelado castrense, Joaquín Ramos, fue asesinado en un crimen que muchos atribuyeron a ciertos militares, contrariamente a la tenaz defensa que hizo Sáenz Lacalle de la inocencia del ejército en este caso.
Finalmente, el 19 de junio de ese año, se formalizó la renuncia de Fernando Sáenz Lacalle el cargo de ordinario militar que ejercía de manera provisional.
También en El Salvador, en 1999, y haciendo omisión de toda idea de los derechos humanos al equiparar a los delincuentes con demonios, el ordinariato militar decidió nombrar a San Miguel Arcángel como patrono de la Policía Nacional. La entronización del Arcángeles su nuevo cargo se realizó en septiembre del 2000, las autoridades policiales efectuaron la develación de un monumento alusivo, construido en uno de los jardines del Cuartel Central de la Policía. Al justificar dicho nombramiento, se hizo notar que la misión del Arcángel Miguel está especificada en Apocalipsis Capítulo 12, donde se afirma: “Entonces hubo una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él".
En noviembre de 2000 no sólo religiosos sino oficiales del ejército asistieron al Jubileo Militar presidido por Juan Pablo II y celebrado en Roma el 18 y 19 de noviembre. Días antes, en San Salvador, se había llevado a cabo un Jubileo de los militares con el tema de "El militar llamado a la perfección de la caridad", precedido de misas en la Catedral de Santa Ana que serán encabezados por la Segunda y Tercera Brigadas de Infantería.
El vicariato militar de Brasil fue erigido en 1950 y en 1986 pasó a ser obispado militar, luego del acuerdo de 1989 entre Brasil y la Santa Sede. Según el reglamento de dicho obispado, este se rige por dicho acuerdo, por la constitución apostólica del 21 de abril de 1986 referente a las vicarías militares y por “las leyes universales de la Iglesia”
La Constitución Federal de Brasil, aprobada en 1988, estipula que el servicio religioso a las Fuerzas Armadas “está asegurado, en los términos de la ley”. En ese país, al tiempo que se creaba un Ordinariato Militar para los fieles católicos de las Fuerzas Armadas, se preveía la conformación de un equipo de capellanes militares, seleccionados entre sacerdotes, ministros religiosos o pastores, pertenecientes a cualquier religión que no atentara contra la disciplina, la moral y las leyes en vigor.
En la práctica, empero, dado las dificultades de garantizar cuadros permanentes en las capellanías, los credos no-católicos poseen una mínima representación en los llamados Servicios de Asistencia Religiosa.
En Dominicana, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas de la República establece en su artículo 68 que “Habrá un cuerpo de capellanes Militares, con graduación de oficiales, bajo la supervisión del Arzobispado Metropolitano y Vicario General Castrense en lo que se refiere a su vida y ministerio sacerdotal y sujetos a la disciplina de las Fuerzas armadas en lo que se refiere a su servicio militar” y que “Este cuerpo tendrá supervisión directa sobre todos los asuntos relacionados con religión y moral, manteniendo contacto con la Clerecía Civil y las organizaciones religiosas, morales y de bienestar atendiendo las actividades de culto y formación religiosa del personal militar”.
Capellanes golpistas
Hay abundantes testimonios del apoyo que en el pasado brindaron obispos castrenses a golpes de estado y dictaduras militares. En el caso de Argentina, por ejemplo, se ha señalado que el vicario castrense Monseñor Tortolo, confesor de la madre de Videla, también visitaba a Isabel para sugerirle la resignación cristiana del poder. Para evocar el clima de colaboración entre la dictadura y el obispado castrense es interesante reproducir algunas declaraciones de aquel tiempo (recopiladas por Virginia Bossié “La Iglesia Católica que apoyó la dictadura militar”; argenpress, 8 de enero de 2003): “…El Ejército está expiando la impureza de nuestro país... los militares han sido purificados en el Jordán de la sangre para ponerse al frente de todo el país...” (Victorio Bonamín, vicario general del ejército, 23 de septiembre de 1975); “...La Providencia puso a disposición del Ejército el deber de gobernar, desde la presidencia hasta la intervención de un sindicato...” (Bonamín, 10 de octubre de 1976); “... yo no conozco, no tengo pruebas fehacientes que los derechos humanos sean conculcados en nuestro país. Lo oigo, lo escucho, hay voces, pero no me consta...” (Tortolo, 14 de octubre de 1976); “...hay gente católica que ha recibido la confirmación, que se alza contra la Nación argentina, destruyéndola. Cuando quienes la defienden reaccionan contra esa actitud destructiva, dicen que ellos son los perseguidos, tergiversan el espíritu y la mentalidad de Cristo.... Dios habita el alma del soldado que va con Cristo y por Cristo a cumplir con su deber, rechazando a quienes se alzan contra el país...” (Tortolo, 29 de octubre de 1976); “...los miembros de la Junta Militar serán glorificados por las generaciones futuras...” (Bonamín, marzo de 1981). Más aún, en agosto de 2000 el exmarino Adolfo Scilingo reveló que la eliminación de detenidos políticos en “vuelos de la muerte” tuvo el apoyo “de monseñor Adolfo Tortolo, el vicario castrense, y otros altos sacerdotes”. El actual vicario militar, Antonio Baseotto ha procurado garantizar la impunidad para los crímenes cometidos por los militares durante la dictadura.
Desde luego, en diferentes niveles del servicio religioso castrense y policíaco han salido a la luz casos de participación en los crímenes de la dictadura, como el del excapellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, Christian Von Wernich, detenido en 2003 por complicidad con los crímenes cometidos por el gobierno militar de 1976 a 1983, acusado de "privación ilegal de la libertad, torturas y participación en homicidio calificado".
Si en el pasado algunos prelados militares fueron amigos naturales de las dictaduras castrenses, bajo el pontificado de Juan Pablo II se han esforzado por apoyar movimientos provida que a su vez obstaculizan cualquier avance en materia de salud sexual y reproductiva.
Así, del 7 al 9 de julio del 2000, VHI, transnacional provida con sede en Miami, y su organización afiliada en el Paraguay, Servicio de Amor y Vida (SEAVI), realizaron un congreso antiaborto en la Universidad Nacional de Asunción, que “contó con el total apoyo de los obispos católicos paraguayos a través de la Pastoral Familiar Arquidiocesana de Asunción” y en particular de Pastor Cuquejo, quien era entonces obispo castrense y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Paraguay. Actualmente, Cuquejo es arzobispo de Asunción mientras que el prelado militar, nombrado en mayo de 2003, es Ricardo Valenzuela Ríos.
Asimismo, en Buenos Aires, en diciembre de 2003, el Obispado Castrense y VHI publicaron un documento conjunto contra proyectos para legalizar el aborto por anencefalia, a la vez que se opusieron a la distribución de anticonceptivos en centros educativos y de salud, alegando que con ello el Estado “atropella la patria potestad, facilitando la ausencia del respeto a la vida humana, y también compromete la salud futura de quienes los consumen”.
En Ecuador, el 6 de diciembre de 2001, el obispo castrense, Raúl Vela Chiriboga, felicitaba a Magaly Llaguno, exiliada cubana en Miami y dirigente de VHI, pidiendo “Que el señor bendiga toda su labor y continúe testimoniando con su trabajo y con el de todos sus colaboradores, en ese empeño a favor de la vida”.
En Venezuela, el controvertido prelado militar José Sánchez Porras, quien también ha sido secretario general de la conferencia episcopal, se ha mostrado contrario a la inclusión de los derechos de las minorías sexuales en la nueva Carta Magna: "...los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, porque cierran el acto sexual al don de la vida y lógicamente no hay posibilidad de procreación. Además estos actos no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual (...). En cuanto a si existen sacerdotes dentro de la Iglesia Católica con esta condición (...) pueden ser denunciados ante el obispo diocesano correspondiente y éste procederá a retirar a ese sacerdote porque la primera condición que se nos pide al ingresar al sacerdocio es ser hombres normales, es decir, con tendencias heterosexuales".
Asimismo, el 27 de diciembre del 2000 entrevistaron a Monseñor Sánchez Porras, Obispo castrense de Venezuela, sobre su grado militar. Algunas de las preguntas fueron las siguientes: “—Usted es Cura y Coronel, ¿cómo es eso?—Algunos capellanes militares hacemos el curso para ser asimilados a las FAN. Yo soy asimilado en el ejército. Fui haciendo los cursos y ascendiendo a Teniente, Capitán, Mayor y Teniente Coronel hasta que llegué a Coronel.—¿Y se ponía el uniforme?—Sí, claro. Nosotros estamos sometidos a la misma ley de las FAN y nos califican cada semestre, igual que un oficial activo.— ¿Ha empuñado un fusil?—También.— ¿Eso no contradice la sotana y el espíritu eclesiástico?—Claro que no. Eso forma parte de la vida militar. Hay que aprender a manejar un arma.—¿Y el mandamiento de ‘no matarás’? Usted no puede usar esa arma contra un semejante.—Sí. Cualquiera, usted y yo la podemos usar en cualquier momento con tal sea en defensa personal o en defensa de una colectividad.— ¿En un enfrentamiento, un cura puede empuñar un arma y matar a un malandro?—Claro que sí. El don más grande que Dios nos ha dado es la vida, y ese tengo que defenderlo a costa de cualquier cosa. La defensa personal es aceptada por la Iglesia.—¿Usted podrá usar nuevamente el uniforme militar?—Si, claro. En los días de ascensos, condecoraciones. Pero, aunque el capellán pueda usar uniforme, los militares quieren ver en él la figura del Sacerdote, no tanto la de un militar más, porque tienen muchos a su alrededor. Hay muchos capitanes y coroneles, mientras que sacerdotes somos muy pocos...” (www.saber.ula.ve/)
Situaciones vividas en este país ilustran asimismo el hecho de que cuando las fuerzas conservadoras, de las que forman parte también poderosos intereses económicos, se enfrentan con un gobierno al que perciben ya no como aliado sino como adversario, vicarías militares o algunos de sus capellanes pueden convertirse para él en elementos desestabilizadores.
Un ejemplo de ello lo ha proporcionado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien ha tenido que enfrentar fuertes presiones de jerarcas católicos, con quienes ha mantenido una relación fluctuante y difícil, incluido el obispo militar, pese a lo cual en marzo de 2002, al recordar su experiencia como militar declaraba que la labor religiosa “tiene una importancia, especialmente para los hombres de la Fuerza Armada, que pasamos por situaciones difíciles, siempre necesitamos el aliento espiritual y nada mejor que el mensaje, la sabiduría de la doctrina de Dios y de Cristo el Redentor y soldado luchador por la justicia de los pueblos”.
Por cierto, la jerarquía ha sido muy crítica del uso de invocaciones religiosas por parte de Chávez, pero en los diferentes países suele recibir con indulgencia e incluso con aprobación la misma actitud cuando proviene de políticos derechistas e incluso de dictadores militares si son afines a ella.
Adicionalmente hay que recordar que entre los enemigos de Chávez que en 2002 celebraron anticipadamente su caída se contaba el capellán militar venezolano Eloy Romero, residente en Nueva Jersey desde el año anterior, quien en una pequeña concentración de antichavistas dijo públicamente que se había ''iniciado una nueva etapa para la historia de Venezuela'' y solicitó un minuto de silencio para las víctimas de los disturbios.
En Venezuela, la influencia clerical, usada una y otra vez en beneficio de la derecha, se preserva porque en la constitución de ese país se ha adoptado la fórmula de la llamada “libertad religiosa”, que contempla todo tipo de prerrogativas para el clero, si bien las hace extensivas a minorías religiosas que no pueden competir con él en influencia y arraigo histórico. El artículo 59 de la constitución vigente en ese país dice: “El Estado garantizará la libertad de religión y de culto. Toda persona tiene derecho a profesar su fe religiosa y cultos y a manifestar sus creencias en privado o en público, mediante la enseñanza u otras prácticas, siempre que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público. Se garantiza, asimismo, la independencia y la autonomía de las iglesias y confesiones religiosas, sin más limitaciones que las derivadas de esta Constitución y de la ley. El padre y la madre tienen derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa que esté de acuerdo con sus convicciones. Nadie podrá invocar creencias o disciplinas religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos”.
La Iglesia en el Ejército
Edgar González Ruiz
Con la bandera de la “libertad religiosa”, la derecha mexicana pretende legalizar la influencia del clero en el ejército, que oficiosamente existe desde hace tiempo, aunque las leyes del país, a diferencia de las de casi todas las demás naciones de América Latina, no admiten esa injerencia clerical.
Como enseña la experiencia de otros países del Continente, la presencia institucional del clero en el ejército busca la promoción de la ideología conservadora del Vaticano, así como el apoyo a las fuerzas derechistas.
En México, la posibilidad de legalizar la injerencia del clero en el ejército se da en un contexto donde el ejército, lejos de servir al pueblo y proteger la soberanía nacional, se ha convertido en sostén de un gobierno tiránico, espurio y apátrida, que con el pretexto de combatir al narcotráfico las está usando para sofocar la inconformidad popular ante el fraude electoral y la implantación de políticas contrarias al bienestar de las mayorías, para beneficio de los grandes intereses económicos, sobre todo extranjeros..
Mediante su presencia en las filas militares, la jerarquía católica ha puesto su autoridad moral al servicio de la tiranía legitimando la lucha del ejército contra la democracia y los intereses populares.
Escalada pontificia
Al enfrentarse cotidianamente a la muerte y a situaciones extremas, muchos soldados suelen recurrir a creencias religiosas, lo que ha favorecido intervención oficial y privilegiada del clero católico en las filas del ejército, en particular bajo la figura de los prelados militares, que a nivel de obispados ha impulsado particularmente el actual pontífice así como su predecesor, Juan Pablo II.
En la Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, sobre la asistencia espiritual a los militares, emitida en 1986, Juan Pablo II justificaba la acción de la jerarquía en las fuerzas armadas, alegando que su finalidad era contribuir a la preservación de la paz.
Leemos en Spirituali Militium Curae que quienes forman parte de las Fuerzas Armadas deben considerarse “como instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos”, pues “desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz”.
Estas palabras son falsas hoy más que nunca, cuando se promueven guerras internacionales y sangrientas represiones con el único propósito real de defender intereses económicos, que generalmente van de la mano con proyectos político religiosos de corte conservador.
En su agresión contra Irak, por ejemplo, Estados Unidos ha forzado la intervención de los ejércitos de varios países en un injusto conflicto contra una nación que es botín de empresas por sus importantes recursos petroleros.
Asimismo, los ejércitos de Colombia y de México, entre otros países de AL, sirven claramente a las estrategias geopolíticas dictadas por el poder estadounidense.
El mencionado documento pontificio establece que la intervención clerical en el ejército responderá a una estructura de “ordinariatos militares”, o castrenses, cuyos titulares tendrán el rasgo de obispos y como tales serán nombrados por el Papa.
Pertenecen al respectivo Ordenariato Militar y están bajo su jurisdicción:
1° Todos los fieles que son militares y los empleados civiles que sirven a las Fuerzas Armadas, con tal que se consideren así a tenor de las leyes civiles dadas para ellos;
2° Todos los miembros de sus familias, es decir, esposos e hijos, incluidos aquellos que, emancipados, vivan en la misma casa; así como los parientes y los empleados domésticos que así mismo vivan en la misma casa;
3° Los que frecuentan centros militares y los que se encuentran en hospitales militares, residencias de ancianos o lugares semejantes o prestan servicio en ellos;
4° Todos los fieles de uno y otro sexo, pertenecientes o no a algún instituto religioso que ejercen un oficio permanente confiado por el Ordinario militar o con su consentimiento. (Spirituali Militium Curae).
A partir de ese documento, la Conferencia Episcopal Mexicana, la CEM, se planteó la posibilidad de crear en México un ordinariato castrense. Pero el Vaticano consideró que, al menos "en sentido estricto", era prematuro hacerlo, debido a que las leyes mexicanas no eran aún propicias.
Bernardin Gantin, responsable de la Sagrada Congregación para los Obispos, de la Santa Sede, envió a Prigione una carta, en 1990, en la cual le hizo saber esta determinación. Dice textualmente:
“Esta Congregación considera que debe estudiarse seriamente el problema del cuidado espiritual de los militares de esa Nación. Aun cuando es prematuro pensar en la erección de un Ordinariato Castrense en sentido estricto, parece necesario hacer todo lo posible a fin de que sea asegurada una asistencia espiritual más capilar y continua a los feligreses que militan en las Fuerzas Armadas”.
“La idea de nombrar un obispo auxiliar de una gran ciudad, que no resida demasiado en la periferia del país, con el encargo exclusivo de organizar y coordinar la pastoral castrense, podría ser tomada en atenta consideración y podría también constituir una válida premisa para llegar, en tiempos sucesivos y más propicios, a una estructura jurídicamente más consistente”.
“Pido, por consiguiente, a Vuestra Excelencia sea tan amable de proponer a la presidencia de la CEM, que el tema sea puesto a la orden del día de la próxima asamblea plenaria, de manera que pueda ser discutido en una óptica exclusivamente pastoral y sin prejuicios” (Proceso, 1051, 21 de diciembre de 1996).
Injerencia en México
Debido a que en México, con la Reforma y la Revolución de 1910, se consolidó la separación entre el Estado y el clero, no se reconoce oficialmente la intervención clerical en el ejército, que ha sido un objetivo largamente anhelado de la jerarquía y de grupos de la extrema derecha.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los derechistas usaron el argumento de que en México, al igual que en otros países aliados deberían existir oficialmente las capellanías militares.
El 16 de noviembre de 1943, el entonces presidente Manuel Avila Camacho firmó un decreto donde se establecía la prohibición de que los militares “asistan a templos o ceremonias religiosas de cualquier índole, portando el uniforme que les otorga la representación que ostentan”, dado que “como representantes de una función pública de un estado laico, deben quedar alejados de cualquier manifestación de cultos…”.
La disposición generó críticas por parte de sectores reaccionarios, como el hoy gobernante Partido Acción Nacional, que en su revista La Nación (Año II, Número 112, 4 de diciembre de 1943), publicó fotografías de oficiales y soldados ingleses, canadienses y franceses participando en actos religiosos, y alegando que en México, dado que “la inmensa mayoría es católica”, debería ocurrir lo mismo.
La misma disposición motivó que el 10 de abril de 1944, el teniente Antonio de la Lama intentara asesinar al presidente en el Palacio Nacional, alegando que “hace mucho que quiero ir a la iglesia uniformado y no se me ha permitido y es porque en México no hay justicia” (El Nacional, 11 de abril de 1944).
El 11 de abril durante la “solemne sesión” del XXIII Consejo de la CTM, celebrado a las 20 horas en el Palacio de Bellas Artes, Vicente Lombardo Toledano denunció la existencia de la Sociedad de Amigos del Soldado, de índole político religiosa, y que tenía reuniones privadas en Gaviotas 21 en Tacubaya, y en Durango 147. (El Nacional, 12 de abril de 1944)
Dicha Sociedad llevaba a cabo “ceremonias religiosas clandestinas dedicadas a los soldados, y a las que han concurrido frailes así como el general del ejército Fernando Vázquez y un capellán del ejército norteamericano, el reverendo O´Brien”.
De todo ello Lombardo Toledano mostró evidencias fotográficas, y señaló que el atentado contra Avila Camacho había sido dirigido desde España y que De la Lama le había dicho al presidente: “no pude, por desgracia, cumplir mi misión”.
El 13 de abril, El Nacional comentaba que Lombardo Toledano mostró pruebas fotográficas que evidenciaban “la reunión del traidor Lama Rojas con sacerdotes y con dirigentes jesuitas; la compañía del teniente fanático con un capellán yanqui; la presencia de un general olvidadizo de sus deberes junto con la de Lama Rojas, en una ceremonia irregular, clandestina, del culto religioso...”
Se preguntaba El Nacional acerca de esos hechos: “...¿Qué hacía el capellán O´Brien –militar yanqui- violando las leyes de México en compañía de quien había de atentar contra nuestro presidente? ¿Qué hacían con este irrespetuoso huésped de México sacerdotes y dirigentes jesuitas? ¿Qué hacían tan piadosas personas ayudando a un mal general a quebrantar la Constitución de su país y la ordenanza de su cuerpo?”.
El 14 de abril, El Universal informaba que “por convenir al buen servicio” la Sedena ordenó la baja de ocho cadetes de la Escuela Militar de Intendencia, y un general –Fernando Vázquez Avila por participar en una ceremonia religiosa efectuada en la casa número 147 de las calles de Durango, de acuerdo con las fotografías que habían sido difundidas por Lombardo Toledano.
El domingo 16 de abril de 1944, La Prensa publicaba en sus páginas 12 y 13 fotografías de los miembros de la Sociedad amigos del Soldado, que habían sido dadas a conocer por Lombardo Toledano.
En ellas aparecía el teniente De la Lama , el general Fernando Vázquez Avila y el P. O´Brien, así como el jesuita Joaquín Sáenz Arriaga, quien estaba vinculado también a varios panistas, entre ellos Jesús Hernández Díaz, colaborador de La Nación. Una de las fotos muestra al general Fernando Vázquez Avila, recibiendo uniformado la comunión de manos de un sacerdote.
En otra foto se ve a un militar de espaldas, haciendo el saludo fascista y delante de él “el mal general Fernando Vázquez Avila, que empuña el estandarte nacional, recibe la bendición del sacerdote que oficiaba clandestinamente en el local de la sociedad Amigos del Soldado, sito en la calle de Gaviotas No. 21, de Tacubaya”.
Otra gráfica muestra a de la Lama fungiendo como instructor de sus compañeros: “lee ante los militares reunidos los nombres de los ornamentos que está vistiéndose el sacerdote y explica la significación de los mismos”.
El 18 de abril, El Universal Gráfico publicó el importante testimonio de un civil miembro de Amigos del Soldado, quien dijo que O´Brien, capellán del ejército de Estados Unidos, estuvo en México de paso para “la base militar de un país centroamericano a la cual se encuentra adscrito” y que la junta fue para que algunos católicos conocieran a O´Brien.
De acuerdo con Lombardo Toledano, De la Lama estaba “íntimamente asociado con una mujer dirigente de la Unión Nacional Sinarquista...” y los militares conspiradores se oponían al servicio militar obligatorio, al régimen democrático “en todos sus aspectos” y promovían la revisión de varios preceptos constitucionales.
“Los directores de este centro conspirativo eran algunos sacerdotes católicos y elementos reaccionarios entre quienes De la Lama ocupaba un lugar prominente”.
Muchos años después de los hechos, en enero de 1972, Manuel Buendía se refería al padre Sáenz Arriaga y el frustrado homicidio de Avila Camacho , puntualizando que le exjesuita fue “el director espiritual del teniente De la Lama. A partir de este dato puede concluirse que no sólo estuvo enterado de lo que se proponía hacer De la Lama. El director espiritual tiene más poder sobre la mente de un individuo que el más hábil de los siquiatras o de los hipnotizadores”.
Por su parte, en 2004, al prologar el libro Los otros cristeros, publicado por la Universidad Autónoma de Puebla, el general Luis Garfias, historiador militar, señalaba que “…la señora Josefina Belloc …trataba en aquellos años de catequizar a los militares, especialmente a los cadetes del Colegio Militar, llevándolos a ejercicios espirituales, a misa a la Basílica de Guadalupe y desde luego a sostener platicas sobre la política que en aquellos años privaba en México”.
Los Cruzados de Cristo Rey
En 1972, el sacerdote Manuel Pereda Crespo, quien fuera en los años 60 integrante del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, MURO, un grupo violento de la ultraderecha estudiantil, fundó la orden religiosa de los Cruzados de Cristo Rey, que tiene como uno de sus principales objetivos precisamente la “evangelización” en el ámbito castrense y que ha establecido vínculos con grupos radicales de otros países como es el Sodalicio de Vida Cristiana en Perú.
Según señala Alvaro Delgado en su libro El Yunque. La ultraderecha en el poder (Plaza y Janés, México, 2003), Pereda Crespo forma parte de la Organización Nacional del Yunque, y a partir de 1972 impulsó la operación Prometeo, que incluía la inscripción de numerosos jóvenes de ese grupo en el Colegio Militar.
Pereda Crespo ha definido el “carisma” de esa organización como la “santificación de la autoridad en el servicio por el amor… lo que nos toca como Cruzados es enseñar a los hombres a obedecer, en un mundo en que se sospecha de toda autoridad y se desprecia la obediencia…”.
Los CCR glorifican la obediencia “hasta el martirio” y tienen como una de sus principales fuentes de inspiración a los “mártires” cristeros.
Un militante católico argentino ha relatado cómo los Cruzados de Cristo Rey se fundaron bajo la inspiración de Ramón Plata Moreno, el poblano organizador del Yunque y del Pacto de los Remedios, y de otros personajes análogos con quienes Plata tenía relación, entre ellos extremistas de la derecha argentina. (cable modem.libertel.com.ar)
Bien entrados los años 90, los CCR sumaban apenas unos cincuenta y han tenido presencia también en España, donde tienen la ermita de Nuestra Señora de Oliva, en Almonacid de Toledo y a ellos está encomendada la pastoral universitaria de Tegucigalpa. En España se ha visto la presencia de Cruzados de Cristo Rey en ceremonias como la que se hizo en diciembre de 1991 en honor a las víctimas franquistas en Jarama y cuya misa ofició el sacerdote Luis Antonio Hernández Sandoval, de los Cruzados de Cristo Rey (CCR).
En México, los Cruzados de Cristo Rey tienen presencia en Puebla y en otras entidades. Así, en agosto de 1992 el arzobispo Rosendo Huesca y Pacheco confió la Pastoral Universitaria de Puebla a los Cruzados, que además se han hecho visibles en varias coyunturas, por ejemplo, en junio de 1999, en Puebla, participaron, junto con la Asociación Nacional Cívica Femenina y otros grupos conservadores, en protestas contra la presentación de la obra Sólo para Mujeres. (Masiosare, suplemento de La Jornada, 11 de julio de 1999). Asimismo, en julio de 2002, sacerdotes de los Cruzados ofrecían en pleno zócalo de la ciudad de México la comunión a los fieles que esperaban la llegada del Papa.
En 2003, los Cruzados de Cristo Rey sufrieron una escisión, cuando Pereda Crespo dejó su dirección para fundar el grupo Siervos de Dios, dedicado a la pastoral juvenil, llevándose con él a muchos de sus sacerdotes, uno de ellos era Carlos Ortiz Montes, hijo de un militar, y quien desde 1990 estuvo encargado del templo de Cristo Rey de la Paz, dedicado a los militares y ubicado a un costado de las instalaciones de Sedena, en la ciudad de México.
Durante el conflicto armado en Chiapas de principios de 1994, el Ejército Mexicano solicitó la asistencia espiritual de los Cruzados de Cristo Rey. Sin embargo, Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas, la zona donde se produjo el conflicto, no les permitió a los Cruzados trabajar en su diócesis.
En diciembre de 1996, Carlos Ortiz Montes reveló a Proceso que fue la esposa del entonces titular de la Sedena, el general Antonio Riviello Bazán quien, por conducto del Patronato Central de las esposas de los oficiales, le solicitó viajar a Chiapas para atender a las familias de los militares que vivían allá.
"Se hicieron las gestiones correspondientes ante las autoridades militares y las eclesiásticas. Por el lado del Ejército no hubo ningún problema. Pero por parte de la Iglesia, monseñor Samuel Ruiz no nos dio su autorización", dijo Ortiz Montes.
“El obispo de Tuxtla finalmente nos apoyó. En su diócesis hubo una disposición total, absoluta. De los cruzados sólo fui yo a Chiapas. Allá se hicieron reuniones de oración, de bendición y se celebraron algunas misas para pedir por la paz. Esto reconfortó a los familiares de los soldados, que atravesaban por un abandono existencial; se sentían proscritos por el simple hecho de ser esposas o hijos de militares”.
Según Ortiz Montes, en Chiapas no estuvo propiamente como capellán, puesto que no atendió directamente a los soldados, sino sólo a sus familias.
"Sólo una vez, en la Huasteca Hidalguense, tuve un contacto más directo con la tropa. Fui a bautizar a hijos de soldados y a regularizar matrimonios. Las autoridades castrenses de la zona consideraron que eso ayudaría a levantarles la moral", señala.
Todavía el Ejército no permite, afirmó en esa entrevista, que se le acompañe en los cuarteles o en las zonas de conflicto, como ocurre en otros países, donde incluso los ordinariatos militares disponen de su catedral, sus sacerdotes, su seminario y su pastoral castrense y citaba el caso del Ejército argentino: con sus 240 capellanes, su ordinario castrense —"un franciscano muy dulce que tiene rango de general"— y su magnífica catedral a la que asiste sin ningún problema el presidente Carlos Saúl Menem. El 18 de octubre de 2006, José de Jesús Castellanos, periodista y militante de la ultraderecha, se refería en estos términos al fallecimiento de Carlos Ortiz Montes, en la página Web Yo Influyo: “…fue un verdadero Cruzado de Cristo Rey, no sólo por pertenecer a esa sociedad apostólica, sino por batirse a fondo para preservarla cuando vientos de transformación quisieron darle fin. Fue él uno de los sacerdotes aguerridos que fieles al carisma fundacional mantuvieron vigentes a los Cruzados de Cristo Rey, fundación mexicana que ve en el beato Miguel Agustín Pro, S. J. un modelo de sacerdote al servicio de la Iglesia, hasta el martirio…”.
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Desde el Episcopado
En el Episcopado, quien ha promovido la “evangelización” de los militares, con el apoyo de grupos como los Cruzados de Cristo Rey ha sido el obispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, Hilario Chávez Joya, a quien desde 1985, durante la XXXIX Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano, se le encomendó el “cuidado espiritual de las Fuerzas Armadas y de sus familias”..
Entrevistado en 1996 por el periodista Rodrigo Vera, de Proceso (No. 1051, 21 de diciembre de 1996), el prelado hizo notar que "No será sencillo cambiar de la noche a la mañana toda una ideología liberal, toda una mentalidad impuesta al Ejército. Eso llevará tiempo. La contraposición entre la Iglesia y la milicia se produjo a partir de la Ilustración, del liberalismo del siglo pasado. Más que separación es un divorcio, que ha provocado enfrentamientos directos, como sucedió durante la guerra cristera." “…este trabajo me exige avanzar con la misma lentitud de la tortuga. Es una tarea muy delicada, paciente y silenciosa. La vengo haciendo desde hace once años."
Refiriéndose a sus tácticas de penetración en el ejército explicó: “Empezamos por lo que podíamos empezar: por las familias de los militares. A ellas les hicimos la oferta del evangelio, de la gracia de Dios. Les abrimos las puertas del templo de Cristo Rey de la Paz, el cual tiene un culto bien definido y abierto a las agrupaciones militares”.
El día 31 de octubre de 1988, Mons. Chávez Joya solicitó al.Cardenal Ernesto Corripio Ahumada el Templo de Cristo Rey de la Paz para que desde este lugar se pudiera atender la Pastoral Militar, petición que fue concedida el día 31 de julio de 1989.
Señala que en el templo se prepara a catequistas laicos parientes de militares, para que después difundan el evangelio, principalmente en las zonas habitacionales militares del país a las que son trasladados.
"Ahora los militares saben muy bien que este templo está dedicado exclusivamente a sus necesidades espirituales y a las de sus familias. Acuden a él con toda libertad. También desde el principio dimos atención a lo más urgente, como el velatorio y los enfermos del Hospital Central Militar", prosigue el obispo.
Como se ha mencionado, dicho templo estuvo a cargo de los Cruzados de Cristo Rey, pero ahora lo atiende un sacerdote diocesano. Está ubicado en Legaria 861, en las inmediaciones del Campo Militar, y se ostenta como Capellanía Militar Cristo Rey de la Paz.
El sábado 14 de abril de 2007, la misa de las 7 pm en dicha "Capellanía Militar" estuvo dedicada no sólo a las autoridades civiles y militares, sino en particular a los guardaespaldas y escoltas, lo cual traza un camino de complicidad con los crímenes que pueden cometer elementos del EMP, la PFP y otros cuerpos armados.
Asimismo, en una mampara colocada en el atrio del templo, se exhibía una circular donde se advertía a los fieles que no tenían “valor” los sacramentos impartidos por grupos no católicos, entre ellos los mormones, adventistas, la Luz del Mundo, etc.
Según señaló Hilario Chávez Jolla a Proceso en 1996, , hasta los propios secretarios de la Defensa Nacional, han visto con buenos ojos su labor evangelizadora: "No trabajamos de manera oficial, pero tampoco lo hacemos clandestinamente. Ellos han estado al tanto de nuestro trabajo".
Sobre Antonio Riviello Bazán, señalaba: “…Siempre fue muy respetuoso, muy atento, muy amable con nosotros."
Reveló que Prigione había impulsado la presencia del clero en el ejército: “Cuando eran inminentes las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado, le trató al entonces presidente Carlos Salinas el asunto de la evangelización del Ejército. Pero todavía no estaba madura la situación”.
Señalaba que muchos militares quería acercarse al clero: "Pese a que los militares tienen prohibido entrar uniformados a los templos, a casi todos los que he casado lo han hecho con uniforme. Dicen con orgullo: 'Yo soy militar y me caso como todo un militar. No tengo por qué esconder mi condición ante Dios Padre'. Para ellos el matrimonio por la Iglesia es un acontecimiento solemnísimo."
Interrogado sobre qué debe hacer un ordinario militar ante un ejército injusto y agresor, el obispo decía: "Asistir a ese ejército. Necesariamente debe asistirlo. No es injusta la causa del soldado que está luchando. Es injusta la causa de los altos mandos, de los responsables de la guerra. Al ordinario le corresponde asistir a quienes dan la vida por una causa injusta, enviados por una disciplina militar que tienen que cumplir. Muchas veces los combatientes no conocen la causa por la que pelean. Hay pues dos niveles: el de la tropa y el del alto mando."
¿Está obligado el capellán a señalarles a los combatientes lo injusto de esa guerra?, se le preguntó a Carlos Ortiz Montes, de los Cruzados, a lo que respondió: "¡No! No puede hacer más daño. Debe atender el alma del combatiente que sufre. No le corresponde ponerse a hacer disquisiciones. Es como cuando un médico está en el quirófano realizando una grave operación. Necesita concentrarse en ella. No puede ponerse allí a consultar libros y a teorizar sobre cómo funciona el hígado. ¡Debe operar!"” (Proceso, 1051, 21 de diciembre de 1996).
Pero esa indulgencia de los religiosos hacia los ejércitos agresores no se aplica según ellos al caso del aborto, donde dicen que se debe perseguir y hasta excomulgar a las mujeres que interrumpan el embarazo.
En agosto del 2000, en pleno debate sobre la iniciativa del panismo de Guanajuato para encarcelar a las mujeres violadas que decidieran abortar, Hilario Chávez se mostró partidario de ese castigo, al considerar más grave el aborto a que un soldado mate a una persona por "defender su integridad y la de la nación".
Resaltó que "un militar que asesina por defender a la patria está cumpliendo un deber, no lo hace nada más porque sí, como es el caso ya de un aborto en donde se mata directamente" y aplaudió que se sancione el delito del aborto porque "es un crimen como cualquier otro y lo importante es evitar que la mujer acepte practicárselo. Ese es el punto capital del problema.
"La mujercita, señala, tiene una conciencia bien formada, por eso lo chocante, absurdo e inhumano de una mujer violada es que ésta debe defender la vida de su hijo. Por eso, si hay alguien a quien se debe castigar, si hay alguien a quien se tendría que privar de la vida es al abusador, no al niño". (La Jornada, 9 de agosto de 2000)
A partir del 2000, se han incrementado las actividades del clero en el ejército, y se ha hecho ostensible su presencia en apoyo a autoridades o grupos derechistas. El 24 de marzo de 2007, en la ciudad de México, un destacamento militar fue a rendir honores a la bandera en un evento antiabortista del grupo Provida, y en pleno debate público sobre la despenalización del aborto. Asimismo, en ciudades como Torreón, gobernadas por el PAN es notoria la presencia de efectivos militares para custodiar centros de culto, como el Santuario del Cristo de los Noas, al que impulsa el gobierno municipal.
En enero del año 2000, Mons. Chávez Joya nombró a Leonardo Rojas Pérez como su representante al servicio de la pastoral militar. El 22 de octubre del año 2001, Mons. Chávez constituye un grupo de Clérigos Castrenses en la Diócesis de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.
El 6 de julio del 2001 se solicitó a Ricardo Guízar Díaz, Arzobispo de Tlalnepantla, una Iglesia en esta arquidiócesis para poder atender a los militares y sus familias, y establecer la Sede Nacional de Pastoral Militar.
Tres meses después, se firma el Convenio por el cual se establecen las normas jurídicas indicadas para la administración de la Iglesia de Ntra. Sra. de Guadalupe, en la Col. el Parque, Naucalpan. Quedando constituida esta Capellanía en Sede Nacional da la Pastoral Militar.
El 2 de octubre del 2002, por convenio celebrado con. Miguel Ángel Alba Díaz, Obispo de la Paz, se constituyó la Capellanía Militar de Santa María Goretti en la Cd. de la Paz, Baja California Sur.
En el mes de noviembre del año 2002, la Conferencia del Episcopado Mexicano estableció el Departamento de Pastoral Militar, y nombró a Hilario Chávez Joya como primer presidente.
El día 8 de julio del año 2003, Chávez Joya entregó al Departamento de la Pastoral Militar la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la Cd. de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua., como Sede de la atención parroquial del personal militar.
El día 5 de marzo de 2004, Florencio Olvera Ochoa, Obispo de Cuernavaca, en convenio con el Departamento de Pastoral Militar, erigió la Capellanía Militar de la Cruz en la Ciudad. de Cuernavaca.
A partir del 2003, año con año se han celebrado jornadas de estudio de la pastoral militar, realizándose la primera en la Sede-CEM, en Cuautitlán Izcallí, Estado de México; la II Jornada de Estudio de la Pastoral Militar se realizó en septiembre de 2004, en Cuernavaca; los días 16, 17 y 18 de agosto de 2005, celebramos, también en Cuernavaca, la III Jornada de Estudio de Pastoral Militar.
Se sabe que Abelardo Alvarado Alcántara, obispo auxiliar de México y responsable de la “Dimensión Fe y Política” de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, 2007-2009, es uno de los principales impulsores de la presencia del ejército entre las tropas, y que tiene vínculos personales en ese sector.
Chiapas: los apóstoles y las tropas
Los laicos católicos que ayudan a los ejércitos están organizados en el Apostolado Militar Internacional, presidido por Jürgen Bringmann, cuyo emblema son tres espadas cruzadas formando una estrella.
Esa organización fue fundada en 1965, en Santiago de Compostela, España, en plena época del franquismo, por iniciativa de los militares católicos de diez países. Está reconocida por la Santa Sede como organización internacional católica, el AMI es miembro de la Conferencia de las OIC.
El AMI, que tiene sede en Bonn, Alemania, tiene como fin “promover la afirmación de una visión cristiana de la vida militar y de los valores que la caracterizan; favorecer la comprensión y la cooperación internacional, como aportación a la construcción de la paz en el mundo; afrontar, a la luz del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia, cuestiones de orden espiritual, ético, moral y social característicos de la vida militar”.
Para ello, organiza encuentros y manifestaciones internacionales, como congresos y peregrinaciones; favoreciendo un intercambio constante de ideas y de experiencias entre las asociaciones miembro; manteniendo relaciones de colaboración con instituciones que trabajan para la búsqueda de la paz.
Actualmente está presente en 29 países distribuidos del siguiente modo: 4 de Africa, 3 de Asia, 12 de Europa, 3 de Norteamérica y 7 de Sudamérica.
A partir de la primera guerra mundial, como señala el mayor James Moos, de la Reserva de la Fuerza Aérea Estadounidense, y pastor en la Iglesia Unida de Cristo en Bismark, Dakota del Norte, el general John J. Pershing, comandante Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Estadounidenses, reconoció las “contribuciones transcendentales que podían hacer los capellanes, y se lograron grandes avances en la organización e institucionalización de la capellanía militar”, aumentándose significativamente el número de capellanes que servían a las tropas, pues en ellos se veía un arma espiritual al servicio de la guerra. (ww.airpower.au.af.mil/apjinternational/apj-s/2trimes99/moos.htm).
Dado que no había suficientes capellanes, sobre todo en cuerpos como la aviación, se recurrió a organizaciones como la YMCA, los Caballeros de Colón, la Cruz Roja Norteamericana y el Ejército de Salvación, para proporcionar los servicios religiosos.
Pero hay otros grupos, más agresivos, a los que se acusa de actuar en colaboración con el Ejército, en la represión de movimientos sociales. Uno de ellos es Apóstoles de la Palabra, fundado el 2 de julio de 1978 por el sacerdote italiano Flaviano Amatulli Valente, quien llegó a México en enero de 1968.
Durante siete años fue director de la revista Esquila Misional y durante cinco años trabajó con los indígenas chinantecos, en Oaxaca, pero su principal interés ha sido combatir la influencia de las “sectas” como considera a las iglesias no católicas.
En 1986, los Obispos de México lo pusieron al frente del Departamento de la Fe frente al proselitismo Sectario (Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe).
El 22 de febrero de 1999, el obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Raúl Vera, denunció públicamente a la Asociación denominada "Apóstoles de la Palabra", de Amatulli.
“Las personas que propagan su modo de pensar aquí, son personas que han acudido a cursos que han impartido él o sus colaboradores en otros lugares de la República, a donde dichas personas han tenido que ir por razones de trabajo. Al regresar a la Diócesis han comenzado ha conducir un cierto liderazgo que, por estar al margen de las estructuras parroquiales y diocesanas, ha concluído por dividir a la gente y los ha llevado a una abierta confrontación con los agentes de pastoral y con quienes colaboran con ellos en las parroquias”.
“… el problema de las personas que extradiocesanamente se han formado en sus escuelas, como ya dije, es que adquieren una visión de la vida cristiana fuera de la realidad, tienen una comprensión sumamente reducida de su fe, y la parcializan a tal punto, que sólo se capacitan para atacar a los que ellos consideran enemigos, que serán los que no coinciden con sus percepciones. Normalmente estos enemigos se encuentran entre los "protestantes", pero cuando en la misma Iglesia Católica se topan con personas que no coinciden con sus puntos de vista, se encierran en sí mismos y crean una iglesia aparte, para no contaminarse, como lo están haciendo abiertamente aquí”.
“Su posición los ha llevado a colaborar con el Ejército Mexicano, disfrázandose de soldados para ir señalando las casas de los que ellos consideran "enemigos", por razones religiosas y políticas, a quienes consideran merecedores de los peores maltratos de parte de esa institución, incluyendo cárceles, porque en su mente, esos pobres desdichados son enemigos de la religión y de la nación”.
“Todo esto dentro de la dinámica militar con la que han decidido solucionar un conflicto provocado por el hambre, la miseria y el sojuzgamiento de un pueblo, que son las mejores semillas desde donde germina la violencia (Juan Pablo II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1999)”.
De acuerdo con Vera, las actitudes de Amatulli “…le sirven a los terratenientes y al Gobierno Federal o Estatal para continuar matando catequistas y cometer, el día menos pensado, los asesinatos de Don Samuel, mío o de cualquiera de nosotros. En efecto, se ha venido impulsado un clima de linchamiento contra nosotros con este tipo de acciones desde dentro de la misma Iglesia…” (Flaviano Amatulli Chiapas. Sectas y evangelización, Apóstoles de la Palabra, México, 2000, pp. 31-38)
La Espada y la Cruz, en América Latina
Atendiendo a la historia y actualidad de países de América Latina que cuentan con la institución del vicariato castrense, se pone de manifiesto la medida en que este contribuye a reforzar la influencia de la jerarquía ante el Estado o el maridaje entre ambos poderes, bajo el antecedente de las tendencias reaccionarias que han predominado en muchos de los obispados, y que hoy en día son hegemónicas en el Vaticano.
Por otra parte, los obispados militares plantean el problema de la presencia dentro de las fuerzas que salvaguardan la soberanía de los países de agentes que dependen de una institución extranacional poderosísima, que tiene su propia agenda política con proyectos de reformas legales contra el aborto, divorcio, etc, y que es la iglesia de Roma, donde en noviembre de 2000, “bajo la protección de María Santísima, patrona de las Fuerzas Militares y Policiales”, se reunieron los obispos castrenses de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. Asimismo, en Cochabamba, Bolivia, del 23 al 27 de septiembre de 2002, se llevó a cabo otra reunión con la asistencia también del Administrador Apostólico del Ordinariato Militar del Salvador y del Vicario Episcopal de la Fuerza Pública de Costa Rica.
Por su tradición laicista, México es uno de los países que no cuentan con un obispado militar y fue también hacia mediados del siglo XX, uno de los que se libraron de los sangrientos cuartelazos de aquellos tiempos.
En Uruguay, los capellanes militares fueron reconocidos oficialmente durante 1830, encarnados en sacerdotes católicos hasta inicios del siglo XX. Sin embargo, por decreto del 22 de mayo de 1911, se estableció la abolición de los honores religiosos en el Ejército, y si bien se autorizó al personal militar a asistir a los servicios religiosos individualmente, se suprimen los cargos de capellanes.
El obispado castrense de la Argentina fue instituido por acuerdo entre el gobierno y la Santa Sede el 28 de junio de 1957, actualizado en 1992, y su jurisdicción comprende a “todos los fieles militares y civiles que pertenecen al Ejército, a la Armada, a la Fuerza Aérea, a la Gendarmería Nacional y a la Prefectura Naval Argentina, y el personal de los Ministerios de los que dependen. Además, todos los miembros de sus familias, es decir, esposos e hijos, incluidos aquellos que, emancipados, vivan en la misma casa; así como los empleados domésticos que vivan en ese hogar. También están comprendidos dentro del área pastoral del Obispado Castrense los laicos o religiosos que prestan servicios en forma estable en institutos de formación y centros hospitalarios militares y los militares extranjeros presentes en el territorio nacional, durante el tiempo en el que prestan servicio”. Asimismo, por tradición el prelado militar designa al capellán de la casa presidencial.
Otros países han firmado acuerdos con la Santa Sede sobre atención religiosa a las Fuerzas Armadas, creando Vicariatos Castrenses, hoy convertidos en Ordinariatos u obispados: Bolivia en 1958 con una actualización en 1986; Paraguay en 1960; Ecuador en 1978, con una actualización de 1982; Brasil en 1989 y Venezuela en 1994. La regulación del obispado castrense está contenida en el caso de Colombia en el Concordato de 1973 y en el caso de Perú en el concordato de 1980, que se refiere también a la atención religiosa en las cárceles. Bolivia, por su parte, ha firmado también un acuerdo específico sobre las misiones católicas en territorio boliviano, en 1957.
En Paraguay, el obispo militar tiene a su cargo el cuidado pastoral de las Fuerzas Armadas y policiales del país y cuenta con la asistencia de varias decenas de sacerdotes y agentes de pastoral. El nombramiento es reconocido con el cargo militar de General de Brigada.
En Venezuela la presencia del clero fue instituida como capellanía en 1946, a cuyo titular le fue otorgado el grado de Teniente Coronel. Además de sacerdordotes, la institución cuenta con “la colaboración de religiosas de varias congregaciones femeninas y de laicos comprometidos”.
En Bolivia, el vicariato castrense se erigió en 1961, como resultado del Primer Acuerdo de Servicio Religioso del 29 de Noviembre de 1958, entre el Papa Juan XXIII y el Presidente Hernan Siles Zuazo. En 1986 la Santa Sede nombró el primer obispo castrense de ese país, teniendo como jurisdicción la “Población de las FF.AA. y Policía Nacional, contando con sus familiares”
En Colombia, el vicariato castrense fue creado por el Decreto "Ad Consulendum Curae", de Pio XII, del 13 de octubre de 1949. En 1989, pasó a ser obispado castrense para "La atención espiritual y pastoral de las Fuerzas Armadas de Colombia,
proporcionándoles todos los medios necesarios para su formación y
vivencia cristiana y humana". Dicha misión, asegura el Plan Pastoral 2003-2010 de dicho obispado, “se está realizando siguiendo las normas muy precisas dadas por la Santa Sede y el Estado Colombiano”. Vale la pena mencionar que entre las “fortalezas” del obispado que lista ese proyecto están el hecho de que “Tenemos mandos que creen y manifiestan su fe” y que “Se percibe una creciente conciencia de pertenencia de nuestros fieles a la Iglesia Particular Castrense”, mientras que entre sus “debilidades” y problemas que enfrenta lista el “relativismo ético y moral”, el “indiferentismo religioso”, la unión libre, “homosexualismo” y drogas entre algunos de sus fieles y la “Repercusión de la cultura pansexualista, divorcista y hedonista en el
medio castrense”.
El Obispado Castrense de Colombia cuenta con su propio órgano informativo, que es el periódico El Pescador (ver www.obiscastrenseco.org) y en las Emisoras
del Ejército Nacional se transmiten programas de adoctrinamiento religioso.
Según reseñó El Pescador en su número 21, de noviembre-diciembre de 2006, el 25 de Noviembre en Bogotá se llevó a cabo un Encuentro General de Comunidades de Nueva Evangelización, organizado por el obispado castrense y con la participación de más de 200 personas, entre oficiales, suboficiales, personal civil y familiares, donde “se puso en claro que nuestras Fuerzas Armadas desean CONOCER, AMAR E IMITAR A JESÚS”.
Empero, las violentas realidades que se viven en Colombia, y el papel del ejército en ellas, refuta más que cualquier discurso, esas afirmaciones del obispado castrense, cuya publicación, desde luego, no incluye denuncia alguna de abusos por parte de las fuerzas de seguridad, pero sí abunda en propaganda antiabortista.
En ese país, el Código de Etica Policial finaliza con el juramento: “Reconozco que el lema Dios y Patria, simboliza la fe del público y que lo acepto en representación de la confianza de mis conciudadanos y que lo conservaré mientras que siga fiel a los principios de la ética policial. Lucharé constantemente para lograr estos objetivos e ideales, dedicándome ante Dios a la profesión escogida: La Policía”.
En Ecuador, el vicariato militar fue creado el 3 de agosto de 1978 en virtud del Acuerdo entre la República del Ecuador y la Santa Sede sobre Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. De acuerdo con el artículo segundo de ese Acuerdo, el “servicio religioso castrense” está integrado por el vicario castrense, el provicario general y los capellanes castrenses. El vicario castrense será nombrado por la Santa Sede, previo acuerdo con el gobierno del Ecuador (artículo tres), y tratará directamente con el Ministro de la Defensa Nacional (artículo cuatro), reclutará su clero entre los sacerdotes diocesanos o religiosos debidamente autorizados por sus obispos o superiores (artículo cinco), además (artículo séptimo): “La Jurisdicción del Vicario Castrense y de los Capellanes es personal y se extiende a los miembros del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía en servicio activo, incluyendo los auxiliares y empleados, sus familiares y sus domésticos, que convivan con ellos en los establecimientos militares. ...”
En Chile, los orígenes del servicio religioso castrense se remontan a la época de la independencia, cuando Bernardo O'Higgins nombró al Presbítero Casimiro Albano Pereira, “su tutor y amigo”, como Vicario General Castrense, siguiendo la usanza Real española. El 18 de marzo de 1818, el Ejército y la Marina de Guerra de Chile, juran y proclaman a Nuestra Señora del Carmen como Patrona de las Armas de Chile.
El 18 de agosto de 1818 se crea el Servicio Religioso de la Marina. El 3 de mayo de 1910, se creó la Vicaría General Castrense, por un acuerdo entre la Santa Sede representada para el Papa San Pío X y el Presidente de Chile Ramón Barros Luco. El 13 de agosto de 1994, la Armada se consagró “al Sagrado Corazón de Jesús”. De acuerdo con el “Servicio Religioso de la Armada”, este tiene el objeto de “promover la espiritualidad y moral, a la luz de los valores cristianos y los conceptos de Dios, Patria y Familia”.
Como a veces se ha señalado, Pinochet no siempre tuvo una relación idílica con la jerarquía local, pero hay que recordar que cuando iba a ser procesado por sus crímenes, en el Vaticano encontró defensores que alegaron razones “humanitarias” por su edad y estado de salud. Por su parte, en 2001, en una entrevista con el historiador James Whelan afirmaba: “Voy permanentemente a misa. Rezo. Leo la Biblia”. Un año antes, en agosto de 2000, en una misa organizada por la institución naval en la Capilla Naval Las Salinas, Viña del Mar, a la cual asistió Pinochet, el capellán del templo Adolfo García instó a los asistentes para que ''pidamos por el general Pinochet, para que se fortalezca en alma y espíritu y pueda salir vencedor en toda batalla''.
En Perú, otro de los países donde tiene gran influencia la jerarquía católica, teniendo como antecedente el Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú, del 19 de julio de 1980, que ratificó la “permanente y fecunda colaboración existente entre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana con el Estado Peruano para alcanzar el mayor bien de la vida religiosa en favor de la colectividad militar, policial y civil de la Nación”, el 10 de noviembre de 1999, el entonces presidente Alberto Fujimori aprobó el nuevo Reglamento del obispado castrense del Perú, que atiende “pastoralmente a los miembros de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y sus familiares” y cuyo nombre oficial es el de Ordinariato Castrense, y “depende en el orden eclesiástico de la Sede Apostólica, y en el orden administrativo del Ministerio de Defensa-Despacho Ministerial” (según el artículo 8 del Reglamento).
En ese país, el ministerio de la Defensa apoya económica al obispado militar, según se ha comentado en fuentes periodísticas, además de que organizaciones civiles como Prolibco, Pro Libertad de Conciencia, han recibido muchas quejas sobre todo de policías a los que obligan a asistir a misa o rezar el rosario.
En Guatemala, la Capellanía Militar Arquidiocesana “San Miguel Arcángel”, con sede en la Brigada de Policía Militar “Guardia de Honor”, en la capital de ese país, cuenta con un gran apoyo del Ministerio de la Defensa Nacional, de tal suerte que los mandos militares participan en los eventos que organiza y en enero de 2005, terminó la construcción de la parroquia respectiva en las instalaciones de la Defensa, ocasión en que el cardenal Rodolfo Quezada Toruño, presidió la primera misa en ese lugar con la presencia de autoridades militares. (La Hora, 6 de enero de 2005)
En enero de 1997, el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, quien fungía asimismo como obispo castrense, fue ascendido a general de Brigada. Se comentó en la prensa local que el prelado “no se pierde ningún acto oficial de la Fuerza Armada, a los cuales asiste con todas sus vestiduras episcopales y en los cuales se sienta entre las autoridades de la república y del ejército”.
“La ceremonia de ascenso fue privada, pero no deja de ser chocante que el obispo de San Salvador preste juramento militar ante el Ministro de Defensa. Según el contenido de dicho juramento, el Arzobispo es un funcionario público más. El Presidente de la República es su comandante y jefe y debe obediencia militar al Ministro de Defensa y al alto mando de la Fuerza Armada. Además le dieron un bastón de mando, símbolo de la autoridad del general sobre su brigada; así como el nuncio apostólico le entregó el báculo en la catedral metropolitana, símbolo de responsabilidad pastoral sobre su grey. No sabemos si junto al anillo episcopal usará el militar y las charreteras. Tampoco sabemos como llamarlo, si monseñor o general. El Ministro de Defensa lo llama monseñor y general de brigada” (Semanario Proceso, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Año 17, Número 743, 29 de enero de 1997).
La actitud del arzobispo fue duramente criticada, pues el anterior prelado castrense, Joaquín Ramos, fue asesinado en un crimen que muchos atribuyeron a ciertos militares, contrariamente a la tenaz defensa que hizo Sáenz Lacalle de la inocencia del ejército en este caso.
Finalmente, el 19 de junio de ese año, se formalizó la renuncia de Fernando Sáenz Lacalle el cargo de ordinario militar que ejercía de manera provisional.
También en El Salvador, en 1999, y haciendo omisión de toda idea de los derechos humanos al equiparar a los delincuentes con demonios, el ordinariato militar decidió nombrar a San Miguel Arcángel como patrono de la Policía Nacional. La entronización del Arcángeles su nuevo cargo se realizó en septiembre del 2000, las autoridades policiales efectuaron la develación de un monumento alusivo, construido en uno de los jardines del Cuartel Central de la Policía. Al justificar dicho nombramiento, se hizo notar que la misión del Arcángel Miguel está especificada en Apocalipsis Capítulo 12, donde se afirma: “Entonces hubo una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él".
En noviembre de 2000 no sólo religiosos sino oficiales del ejército asistieron al Jubileo Militar presidido por Juan Pablo II y celebrado en Roma el 18 y 19 de noviembre. Días antes, en San Salvador, se había llevado a cabo un Jubileo de los militares con el tema de "El militar llamado a la perfección de la caridad", precedido de misas en la Catedral de Santa Ana que serán encabezados por la Segunda y Tercera Brigadas de Infantería.
El vicariato militar de Brasil fue erigido en 1950 y en 1986 pasó a ser obispado militar, luego del acuerdo de 1989 entre Brasil y la Santa Sede. Según el reglamento de dicho obispado, este se rige por dicho acuerdo, por la constitución apostólica del 21 de abril de 1986 referente a las vicarías militares y por “las leyes universales de la Iglesia”
La Constitución Federal de Brasil, aprobada en 1988, estipula que el servicio religioso a las Fuerzas Armadas “está asegurado, en los términos de la ley”. En ese país, al tiempo que se creaba un Ordinariato Militar para los fieles católicos de las Fuerzas Armadas, se preveía la conformación de un equipo de capellanes militares, seleccionados entre sacerdotes, ministros religiosos o pastores, pertenecientes a cualquier religión que no atentara contra la disciplina, la moral y las leyes en vigor.
En la práctica, empero, dado las dificultades de garantizar cuadros permanentes en las capellanías, los credos no-católicos poseen una mínima representación en los llamados Servicios de Asistencia Religiosa.
En Dominicana, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas de la República establece en su artículo 68 que “Habrá un cuerpo de capellanes Militares, con graduación de oficiales, bajo la supervisión del Arzobispado Metropolitano y Vicario General Castrense en lo que se refiere a su vida y ministerio sacerdotal y sujetos a la disciplina de las Fuerzas armadas en lo que se refiere a su servicio militar” y que “Este cuerpo tendrá supervisión directa sobre todos los asuntos relacionados con religión y moral, manteniendo contacto con la Clerecía Civil y las organizaciones religiosas, morales y de bienestar atendiendo las actividades de culto y formación religiosa del personal militar”.
Capellanes golpistas
Hay abundantes testimonios del apoyo que en el pasado brindaron obispos castrenses a golpes de estado y dictaduras militares. En el caso de Argentina, por ejemplo, se ha señalado que el vicario castrense Monseñor Tortolo, confesor de la madre de Videla, también visitaba a Isabel para sugerirle la resignación cristiana del poder. Para evocar el clima de colaboración entre la dictadura y el obispado castrense es interesante reproducir algunas declaraciones de aquel tiempo (recopiladas por Virginia Bossié “La Iglesia Católica que apoyó la dictadura militar”; argenpress, 8 de enero de 2003): “…El Ejército está expiando la impureza de nuestro país... los militares han sido purificados en el Jordán de la sangre para ponerse al frente de todo el país...” (Victorio Bonamín, vicario general del ejército, 23 de septiembre de 1975); “...La Providencia puso a disposición del Ejército el deber de gobernar, desde la presidencia hasta la intervención de un sindicato...” (Bonamín, 10 de octubre de 1976); “... yo no conozco, no tengo pruebas fehacientes que los derechos humanos sean conculcados en nuestro país. Lo oigo, lo escucho, hay voces, pero no me consta...” (Tortolo, 14 de octubre de 1976); “...hay gente católica que ha recibido la confirmación, que se alza contra la Nación argentina, destruyéndola. Cuando quienes la defienden reaccionan contra esa actitud destructiva, dicen que ellos son los perseguidos, tergiversan el espíritu y la mentalidad de Cristo.... Dios habita el alma del soldado que va con Cristo y por Cristo a cumplir con su deber, rechazando a quienes se alzan contra el país...” (Tortolo, 29 de octubre de 1976); “...los miembros de la Junta Militar serán glorificados por las generaciones futuras...” (Bonamín, marzo de 1981). Más aún, en agosto de 2000 el exmarino Adolfo Scilingo reveló que la eliminación de detenidos políticos en “vuelos de la muerte” tuvo el apoyo “de monseñor Adolfo Tortolo, el vicario castrense, y otros altos sacerdotes”. El actual vicario militar, Antonio Baseotto ha procurado garantizar la impunidad para los crímenes cometidos por los militares durante la dictadura.
Desde luego, en diferentes niveles del servicio religioso castrense y policíaco han salido a la luz casos de participación en los crímenes de la dictadura, como el del excapellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, Christian Von Wernich, detenido en 2003 por complicidad con los crímenes cometidos por el gobierno militar de 1976 a 1983, acusado de "privación ilegal de la libertad, torturas y participación en homicidio calificado".
Si en el pasado algunos prelados militares fueron amigos naturales de las dictaduras castrenses, bajo el pontificado de Juan Pablo II se han esforzado por apoyar movimientos provida que a su vez obstaculizan cualquier avance en materia de salud sexual y reproductiva.
Así, del 7 al 9 de julio del 2000, VHI, transnacional provida con sede en Miami, y su organización afiliada en el Paraguay, Servicio de Amor y Vida (SEAVI), realizaron un congreso antiaborto en la Universidad Nacional de Asunción, que “contó con el total apoyo de los obispos católicos paraguayos a través de la Pastoral Familiar Arquidiocesana de Asunción” y en particular de Pastor Cuquejo, quien era entonces obispo castrense y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Paraguay. Actualmente, Cuquejo es arzobispo de Asunción mientras que el prelado militar, nombrado en mayo de 2003, es Ricardo Valenzuela Ríos.
Asimismo, en Buenos Aires, en diciembre de 2003, el Obispado Castrense y VHI publicaron un documento conjunto contra proyectos para legalizar el aborto por anencefalia, a la vez que se opusieron a la distribución de anticonceptivos en centros educativos y de salud, alegando que con ello el Estado “atropella la patria potestad, facilitando la ausencia del respeto a la vida humana, y también compromete la salud futura de quienes los consumen”.
En Ecuador, el 6 de diciembre de 2001, el obispo castrense, Raúl Vela Chiriboga, felicitaba a Magaly Llaguno, exiliada cubana en Miami y dirigente de VHI, pidiendo “Que el señor bendiga toda su labor y continúe testimoniando con su trabajo y con el de todos sus colaboradores, en ese empeño a favor de la vida”.
En Venezuela, el controvertido prelado militar José Sánchez Porras, quien también ha sido secretario general de la conferencia episcopal, se ha mostrado contrario a la inclusión de los derechos de las minorías sexuales en la nueva Carta Magna: "...los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, porque cierran el acto sexual al don de la vida y lógicamente no hay posibilidad de procreación. Además estos actos no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual (...). En cuanto a si existen sacerdotes dentro de la Iglesia Católica con esta condición (...) pueden ser denunciados ante el obispo diocesano correspondiente y éste procederá a retirar a ese sacerdote porque la primera condición que se nos pide al ingresar al sacerdocio es ser hombres normales, es decir, con tendencias heterosexuales".
Asimismo, el 27 de diciembre del 2000 entrevistaron a Monseñor Sánchez Porras, Obispo castrense de Venezuela, sobre su grado militar. Algunas de las preguntas fueron las siguientes: “—Usted es Cura y Coronel, ¿cómo es eso?—Algunos capellanes militares hacemos el curso para ser asimilados a las FAN. Yo soy asimilado en el ejército. Fui haciendo los cursos y ascendiendo a Teniente, Capitán, Mayor y Teniente Coronel hasta que llegué a Coronel.—¿Y se ponía el uniforme?—Sí, claro. Nosotros estamos sometidos a la misma ley de las FAN y nos califican cada semestre, igual que un oficial activo.— ¿Ha empuñado un fusil?—También.— ¿Eso no contradice la sotana y el espíritu eclesiástico?—Claro que no. Eso forma parte de la vida militar. Hay que aprender a manejar un arma.—¿Y el mandamiento de ‘no matarás’? Usted no puede usar esa arma contra un semejante.—Sí. Cualquiera, usted y yo la podemos usar en cualquier momento con tal sea en defensa personal o en defensa de una colectividad.— ¿En un enfrentamiento, un cura puede empuñar un arma y matar a un malandro?—Claro que sí. El don más grande que Dios nos ha dado es la vida, y ese tengo que defenderlo a costa de cualquier cosa. La defensa personal es aceptada por la Iglesia.—¿Usted podrá usar nuevamente el uniforme militar?—Si, claro. En los días de ascensos, condecoraciones. Pero, aunque el capellán pueda usar uniforme, los militares quieren ver en él la figura del Sacerdote, no tanto la de un militar más, porque tienen muchos a su alrededor. Hay muchos capitanes y coroneles, mientras que sacerdotes somos muy pocos...” (www.saber.ula.ve/)
Situaciones vividas en este país ilustran asimismo el hecho de que cuando las fuerzas conservadoras, de las que forman parte también poderosos intereses económicos, se enfrentan con un gobierno al que perciben ya no como aliado sino como adversario, vicarías militares o algunos de sus capellanes pueden convertirse para él en elementos desestabilizadores.
Un ejemplo de ello lo ha proporcionado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien ha tenido que enfrentar fuertes presiones de jerarcas católicos, con quienes ha mantenido una relación fluctuante y difícil, incluido el obispo militar, pese a lo cual en marzo de 2002, al recordar su experiencia como militar declaraba que la labor religiosa “tiene una importancia, especialmente para los hombres de la Fuerza Armada, que pasamos por situaciones difíciles, siempre necesitamos el aliento espiritual y nada mejor que el mensaje, la sabiduría de la doctrina de Dios y de Cristo el Redentor y soldado luchador por la justicia de los pueblos”.
Por cierto, la jerarquía ha sido muy crítica del uso de invocaciones religiosas por parte de Chávez, pero en los diferentes países suele recibir con indulgencia e incluso con aprobación la misma actitud cuando proviene de políticos derechistas e incluso de dictadores militares si son afines a ella.
Adicionalmente hay que recordar que entre los enemigos de Chávez que en 2002 celebraron anticipadamente su caída se contaba el capellán militar venezolano Eloy Romero, residente en Nueva Jersey desde el año anterior, quien en una pequeña concentración de antichavistas dijo públicamente que se había ''iniciado una nueva etapa para la historia de Venezuela'' y solicitó un minuto de silencio para las víctimas de los disturbios.
En Venezuela, la influencia clerical, usada una y otra vez en beneficio de la derecha, se preserva porque en la constitución de ese país se ha adoptado la fórmula de la llamada “libertad religiosa”, que contempla todo tipo de prerrogativas para el clero, si bien las hace extensivas a minorías religiosas que no pueden competir con él en influencia y arraigo histórico. El artículo 59 de la constitución vigente en ese país dice: “El Estado garantizará la libertad de religión y de culto. Toda persona tiene derecho a profesar su fe religiosa y cultos y a manifestar sus creencias en privado o en público, mediante la enseñanza u otras prácticas, siempre que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público. Se garantiza, asimismo, la independencia y la autonomía de las iglesias y confesiones religiosas, sin más limitaciones que las derivadas de esta Constitución y de la ley. El padre y la madre tienen derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa que esté de acuerdo con sus convicciones. Nadie podrá invocar creencias o disciplinas religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos”.
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