Panismo yucateco: teocracia y corrupción
Yucatán:
Expolio e Imposición
Edgar González Ruiz
Es muy difícil que el PAN triunfe en las elecciones del próximo 20 de mayo en Yucatán, pero cabe esperar que recurrirá a todo tipo de trampas e imposiciones para mantenerse en el poder.
La impopularidad de las políticas neoliberales, el resurgimiento de corrientes de izquierda, la creación de alianzas políticas contra la derecha, y las pugnas dentro de ella son factores nacionales que juegan contra el PAN.
En Yucatán, la pésima gestión de Patricio Patrón Laviada en la gubernatura ha favorecido el retorno del tricolor, cuya candidata, Ivonne Ortega Pacheco, ha sido objeto de una guerra sucia mediática que ha contado con la participación del publicista español Antonio Solá, promotor de esa estrategia en 2006.
Además, con la imposición de Xavier Abreu Sierra como candidato a la gubernatura, con el apoyo de Patrón Laviada, se desató un conflicto que amenazó la unidad de ese partido en la entidad, por los deseos de Ana Rosa Payán, lideresa histórica del panismo estatal, de llegar a la gubernatura.
Payán salió del PAN y logró la candidatura de la coalición Todos somos Yucatán, formada por Convergencia y PT; en el PRD no tuvo apoyo por su larga trayectoria de ultraderechista y promotora de la censura, conocida desde que fue alcaldesa de Mérida, a principios de los 90.
El 11 de mayo, en entrevista con El Diario de Yucatán, que tanto la respaldó en sus tiempos de dirigente y funcionaria panista, Payán reiteró sus críticas contra la corrupción y autoritarismo en su expartido, y reveló que algunos de sus militantes votarán por ella: “Mucha gente en la calle dice que va a votar por nosotros —afirma—. Algunos amigos que tengo en el PAN me mandan mensajes a mi teléfono y dicen que van a votar por mí”.
La verdad es que los tres personajes aludidos e involucrados en el conflicto entre panistas –Patrón Laviada, Abreu Sierra y Payán – son fieles a las tendencias hegemónicas en el PAN, de corte empresarial y católico conservador, todos ellos están vinculados al clero y han sido señalados por sus práctica abusivas.
Nacido en 1950 y administrador de empresas por la Universidad Iberoamericana, Abreu Sierra ingresó formalmente al PAN en 1981, durante la campaña de Castillo Peraza a la gubernatura. Fue diputado federal y alcalde de Mérida (de 98 a 2001), y antes trabajó en el ayuntamiento bajo Ana Rosa Payán (de 91 a 93) y con Patricio Patrón Laviada (95 a 98), con quien también fue Secretario de Desarrollo Social en el gobierno estatal.
En entrevista con la Revista Peninsular (Edición 836, 28/Octubre/2005), Abreu señalaba que “En mi vida, los que más influido son los hermanos maristas, soy ex alumno, ex maestro, ex entrenador, fundador de la Universidad Marista”.
Considera que uno de los personajes más influyentes en la entidad es su cuñado el cura Fernando Sacramento, hermano de Fiddy Sacramento Avila, esposa de Abreu y panista de la ultra.
Entre sus hábitos y aficiones, mencionó ver la televisión, hacer ejercicio y dijo que para él “el fútbol ha sido una pasión de vida”. En ningún momento se refirió a la lectura o al estudio, pero sí subrayó que iba a misa los fines de semana.
Pero las devociones y golpes de pecho pueden ir de la mano con los abusos y latrocinios, por lo que no sorprende que Abreu haya sido señalado como presunto responsable de un desfalco a la Federación a su paso por la Sedesol Estatal, por cerca de cuatro millones de pesos mismos que, de acuerdo con el pliego de observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) clave 03-50310-2.276-06-001, el aspirante a la gubernatura de esa entidad dejó sin solventar, de acuerdo con información difundida por La Jornada el 15 de mayo de 2007. Esos recursos debieron aplicarse a la reconstrucción de vivienda en el estado de Yucatán, afectados por el huracán Isidore.
En suma, el escenario yucateco podría seguir la conocida trama: fraude panista, dudosa legitimación jurídica, represión de los movimientos de protesta, para dar lugar a más teocracia, y más expolio.
Expolio e Imposición
Edgar González Ruiz
Es muy difícil que el PAN triunfe en las elecciones del próximo 20 de mayo en Yucatán, pero cabe esperar que recurrirá a todo tipo de trampas e imposiciones para mantenerse en el poder.
La impopularidad de las políticas neoliberales, el resurgimiento de corrientes de izquierda, la creación de alianzas políticas contra la derecha, y las pugnas dentro de ella son factores nacionales que juegan contra el PAN.
En Yucatán, la pésima gestión de Patricio Patrón Laviada en la gubernatura ha favorecido el retorno del tricolor, cuya candidata, Ivonne Ortega Pacheco, ha sido objeto de una guerra sucia mediática que ha contado con la participación del publicista español Antonio Solá, promotor de esa estrategia en 2006.
Además, con la imposición de Xavier Abreu Sierra como candidato a la gubernatura, con el apoyo de Patrón Laviada, se desató un conflicto que amenazó la unidad de ese partido en la entidad, por los deseos de Ana Rosa Payán, lideresa histórica del panismo estatal, de llegar a la gubernatura.
Payán salió del PAN y logró la candidatura de la coalición Todos somos Yucatán, formada por Convergencia y PT; en el PRD no tuvo apoyo por su larga trayectoria de ultraderechista y promotora de la censura, conocida desde que fue alcaldesa de Mérida, a principios de los 90.
El 11 de mayo, en entrevista con El Diario de Yucatán, que tanto la respaldó en sus tiempos de dirigente y funcionaria panista, Payán reiteró sus críticas contra la corrupción y autoritarismo en su expartido, y reveló que algunos de sus militantes votarán por ella: “Mucha gente en la calle dice que va a votar por nosotros —afirma—. Algunos amigos que tengo en el PAN me mandan mensajes a mi teléfono y dicen que van a votar por mí”.
La verdad es que los tres personajes aludidos e involucrados en el conflicto entre panistas –Patrón Laviada, Abreu Sierra y Payán – son fieles a las tendencias hegemónicas en el PAN, de corte empresarial y católico conservador, todos ellos están vinculados al clero y han sido señalados por sus práctica abusivas.
Nacido en 1950 y administrador de empresas por la Universidad Iberoamericana, Abreu Sierra ingresó formalmente al PAN en 1981, durante la campaña de Castillo Peraza a la gubernatura. Fue diputado federal y alcalde de Mérida (de 98 a 2001), y antes trabajó en el ayuntamiento bajo Ana Rosa Payán (de 91 a 93) y con Patricio Patrón Laviada (95 a 98), con quien también fue Secretario de Desarrollo Social en el gobierno estatal.
En entrevista con la Revista Peninsular (Edición 836, 28/Octubre/2005), Abreu señalaba que “En mi vida, los que más influido son los hermanos maristas, soy ex alumno, ex maestro, ex entrenador, fundador de la Universidad Marista”.
Considera que uno de los personajes más influyentes en la entidad es su cuñado el cura Fernando Sacramento, hermano de Fiddy Sacramento Avila, esposa de Abreu y panista de la ultra.
Entre sus hábitos y aficiones, mencionó ver la televisión, hacer ejercicio y dijo que para él “el fútbol ha sido una pasión de vida”. En ningún momento se refirió a la lectura o al estudio, pero sí subrayó que iba a misa los fines de semana.
Pero las devociones y golpes de pecho pueden ir de la mano con los abusos y latrocinios, por lo que no sorprende que Abreu haya sido señalado como presunto responsable de un desfalco a la Federación a su paso por la Sedesol Estatal, por cerca de cuatro millones de pesos mismos que, de acuerdo con el pliego de observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) clave 03-50310-2.276-06-001, el aspirante a la gubernatura de esa entidad dejó sin solventar, de acuerdo con información difundida por La Jornada el 15 de mayo de 2007. Esos recursos debieron aplicarse a la reconstrucción de vivienda en el estado de Yucatán, afectados por el huracán Isidore.
En suma, el escenario yucateco podría seguir la conocida trama: fraude panista, dudosa legitimación jurídica, represión de los movimientos de protesta, para dar lugar a más teocracia, y más expolio.
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