Madero, Huerta y Fecal
22 de febrero:
El apóstol y el chacal
Edgar González Ruiz
La derecha en el poder está promoviendo el olvido de fechas que son importantes en la lucha por la libertad y el progreso.
Quiere suplantar la celebración del 5 de febrero, Día de la Constitución, y del 21 de marzo, natalicio de Benito Juárez, ofreciendo en su lugar otros días de asueto que no tienen significado histórico, sino que únicamente permiten a la gente alargar el fin de semana con un lunes o un viernes de ocio.
La sustitución no es gratuita, pues se trata de fechas que han sido odiosas para la derecha en el poder, formada por la alianza del clero, el PAN y empresarios al estilo del ultraderechista Lorenzo Servitje, a lo que debe sumarse el deprecio del neoliberalismo por la historia y por sus protagonistas.
Estamos viviendo otro agravio a la memoria histórica con la omisión de referencias oficiales a la muerte de Don Francisco I. Madero, asesinado por órdenes de Victoriano Huerta el 22 de febrero de 1913.
En contraste con esa indiferencia oficial hacia el sacrificio de Madero, que antes se consideraba una importante fecha luctuosa en el calendario cívico, grupos conservadores, al igual que empresarios y medios oficialistas le están dando una gran promoción al llamado Día de la Familia, a principios de marzo, que busca promover la ideología del Vaticano contraria a las libertades sexuales, y en defensa de un modelo autoritario y conservador de la familia.
La muerte de Francisco I. Madero nos remite a una época donde nuestro país vivió hechos en algunos sentidos similares a los que hoy presenciamos, por lo que es especialmente importante recordarla hoy en día.
Madero González nació el 30 de octubre de 1873, en Parras, Coahuila, vástago de una familia acaudalada, y fue bautizado con el nombre de Francisco Ignacio Madero. Sin embargo, en su edad adulta, al no estar de acuerdo con las doctrinas y prácticas del clero y en particular de los jesuitas, muy criticados en esos tiempos, prefirió llamarse Francisco Indalecio Madero.
El 26 de noviembre de 1901, en carta suya a Antonio Garza, se declaró francamente anticatólico al considerar el dogma de la infalibilidad pontificia instaurado por Pío IX, “porque había anulado la razón y el libre albedrío que Dios dio a los hombres”.
Por cierto, el titular de Gobernación, el defenestrado y hoy ignorado Francisco Ramírez Acuña es oriundo del pueblo de Jamay, en los altos de Jalisco, donde creció en el culto a Pío IX, pues el Zócalo de esa ciudad exhibe un monumento en honor a Pío IX, enumerando entre sus méritos el haber promulgado dicha infalibilidad, así como la lista doctrinas heréticas, prohibidos para los católicos de esos tiempos.
Madero hizo estudios superiores de administración de negocios en París, pues su familia quería que se consagrara al manejo científico de sus inversiones, pero dotado de un espíritu inquieto y generoso, tendiente al idealismo, pese a la herencia familiar, se interesó por los problemas sociales, por la lectura de los clásicos, y por corrientes religiosas de moda en esos tiempos, como el espiritismo, del cual fue adepto por lo menos desde 1900.
Aprendió la homeopatía, con la que curaba los peones de sus haciendas (¡Qué diferencia con la actitud de Ana Teresa Aranda, quien al ser nombrada secretaria de Sedesol, durante el foxiato, declaró que sabía de la pobreza por los piojos que sus peones le pegaban¡).
Siempre partidario de la libertad de conciencia, se afirma que fue masón , y fue juarista entusiasta, defensor de las leyes de Reforma, de tal suerte que hacia 1904 inició su actividad política al frente del Club Democrático Benito Juárez, una de las organizaciones que habían nacido teniendo como antecedente el Congreso Liberal encabezado en San Luis Potosí por Camilo Arriaga, con la motivación de luchar contra los avances del clero, que bajo la dictadura de Porfirio Díaz gozaba cada vez de mayor influencia.
En ese sentido, la situación actual tiene también su espejo en los hechos de esos tiempos, pues hoy en día se organizan foros y seminarios, y se crean organizaciones para defender la herencia juarista y el estado laico, y luchar contra los avances del clero, que pretende anular la libertad de conciencia.
Por otro lado, en su pasmosa ignorancia, el expresidente Fox, antijuarista como todos los derechistas católicos, mandó retirar el retrato de Juárez del despacho presidencial, pues creía que él simbolizaba la lucha contra el clero, y lo sustituyó por el de Madero, que se oponía no sólo al poder temporal del clero, sino a sus pretensiones espirituales.
Más derechista pero mucho menos ignorante que Fox, el padre de Carlos Abascal, el sinarquista Salvador Abascal Infante, padre del exsecretario de Gobernación, Carlos Abascal, escribió un libro sobre Madero, donde decía que sus errores y herejías tenían su origen en que sus padres no le enseñaron a creer en el infierno, y a que tenía ascendientes judíos.
Madero dijo también que: “ Las Leyes de Reforma son un timbre de gloria para nuestra patria y son fundamentales porque nos dan la libertad de conciencia y porque se ha quitado su poder temporal al clero católico…”.
En la lucha por la democracia, se incorporaron a Madero diferentes grupos, cuyos intereses trató de conciliar, pero finalmente, muchos de los periodistas y dirigentes católicos que se habían unido a él lo traicionaron para hacerse partidarios de Victoriano Huerta.
Al igual que nuestro presidente legítimo, Madero fue el legítimo triunfador de las elecciones de 1910, y fue objeto de una guerra sucia como las que lleva a cabo hoy en día la derecha fecal, al grado de que en plena campaña fue encarcelado por un pretexto que le inventó el gobierno de Porfirio Díaz.
Llegado al poder, luego del movimiento armado que se inició el 20 de noviembre de 1910 (otra fecha a la que los panistas le restan importancia), y de realizarse nuevas elecciones, que ganó con amplio margen, Madero terminó con tres décadas de dictadura a cargo de Porfirio Díaz.
Este último, luego de grandes manifestaciones de rechazo en la ciudad de México, había abandonado esta para embarcarse en Veracruz hacia Europa, escoltado por el entonces coronel Victoriano Huerta, quien pasaría a la historia como el chacal que asesinó a Madero, presidente mártir y apóstol de la democracia.
Entre los enemigos declarados de la revolución y de Madero se contaba Anacleto González Flores, a quien el Papa ha llevado a los altares como “mártir de la fe”, por haber organizado la sangrienta insurrección de los cristeros.
El 15 de octubre de 1911, durante la campaña presidencial, Anacleto apoyó la candidatura de Francisco León de la Barra, que tenía el respaldo de organizaciones católicas, a la vicepresidencia de la República, por lo que Taracena registró la presencia en los mitines políticos en Jalisco, de “un joven católico, Anacleto González Flores, que con supina tontería llamaba a Madero “el enano de Parras””.
Casi un silgo después de esos hechos, el gobierno panista de Jalisco rinde culto en todos los espacios que puede al mencionado Anacleto, quien sustentaba que el Protestantismo, la Masonería y la Revolución constituyen los grandes males de México. Los panistas han llenado los Altos con efigies y pinturas de Anacleto, en una de ellas, que está en el palacio municipal de Tepatitlán, de donde fue oriundo, aparece el cristero pateando la constitución de 1917.
Huerta y Dios
Huerta además de sanguinario, era afecto a dar muestras de su fervor católico, al grado de que, de acuerdo con el testimonio de uno de sus subalternos, solía sacar un escapulario de su pecho y besarlo en muestra de que “por Dios” cumpliría sus amenazas de muerte contra alguien.
Sanguinario y alcohólico como Fecal; inculto y vulgar como Fox; católico militante como los dos, Victoriano Huerta fue un gobernante espurio, y así se le llamó en su tiempo, que llegó al poder luego de haber traicionado y asesinado al presidente Madero en febrero de 1913.
El cuartelazo de Huerta, motivado por la insurrección de personajes importantes del porfirismo, tuvo el apoyo de la embajada estadounidense, a cargo de Henry Lane Wilson, de fuertes intereses económicos, de una parte del ejército y del clero.
Leemos en el minucioso recuento de Taracena que el 19 de noviembre de 1912 se supo de las conjuras secretas contra Madero: “En el templo de la Profesa se reúnen Manuel Díaz Santibañez, Lane Wilson, son Alberto García Granados, el licenciado Francisco León de la Barra, el general Victoriano Huerta, el arzobispo Mora y del Río y otros más para buscar la forma de acabar con el gobierno de Madero”.
Consumados los sangrientos hechos, Huerta recibió el respaldo de la jerarquía católica, de gente rica interesada y de gente convenenciera o desorientada, de los comunicadores de su tiempo, en que sólo había periódicos para informarse, del ejército y de una legión de intelectuales y políticos que se apresuraron a buscar cargos y a prodigar elogios al asesino.
Huerta tomó posesión con un Tedeum e invocando la protección de Dios con las palabras: “Estamos, hermanos míos…en presencia de la humanidad, en presencia de Dios…”, lo que produjo gran alborozo a los políticos católicos que apoyaban la contrarrevolución.
Este gesto de Huerta, que fue un sarcasmo sangriento, al invocar a Dios luego del asesinato de madero, tuvo su secuela sólo hasta 1991, cuando Carlos Medina Plascencia invocó a Dios al tomar posesión del gobierno de Guanajuato, cargo al que llegó como interino, por gracias del entonces presidente Salinas.
Cuando dimitió a la presidencia, el 15 de julio de 1914, y tuvo que huir por el triunfo de las fuerzas revolucionarias, lo hizo también, según él, al amparo de Dios, con las palabras: “Que Dios los bendiga a ustedes y a mí también”.
Como Fox, Huerta gustaba del besamanos con algunos jerarcas católicos, como hizo con el revoltoso arzobispo Orozco y Jiménez, de Guadalajara, a quien “como católico”, le besó el anillo pastoral.
De lo anterior dejó testimonio Nemesio García Naranjo, uno de los políticos oportunistas que se unieron a Huerta, formaron parte de su gabinete y no obstante, quisieron que los siguieran considerando como “verdaderos liberales”.
Entre los intelectuales, los casos de oportunismo fueron mucho más escandalosos, pues cuando creyeron que Huerta perduraría en la presidencia, casi todos fueron haciéndose sus promotores, y muy pocos mostraron conciencia cívica.
Escritores famosos, como Federico Gamboa, autor de Santa, José López Portillo y Rojas (La Parcela, Fuertes y débiles), de quien fue descendiente el expresidente José López Portillo; Juan José Tablada, y muchos otros, colaboraron con Huerta y fueron sus apologistas, destacando entre ellos nada menos que Salvador Díaz Mirón, quien era el director del Imparcial, el principal periódico oficialista, algo así como la Televisa de esos tiempos.
Cualquier semejanza con mentirosos sin escrúpulos como López Dóriga, Carlos Loret de Mola, y muchos otros, no es gratuita ni es mera coincidencia, es fruto del carácter rastrero y oportunista de muchas personas.
Todos ellos se dedicaron a ensuciar la imagen de Madero y de los revolucionarios, y a la vez a justificar sistemáticamente al Fecal de esa época, al que no le encontraban tacha. Entre esos lambiscones se encontraba el ministro de Hacienda, Toribio Esquivel Obregón, quien, como muchos otros encontraba la manera de justificar al asesinato de Madero, con falacias como “que no estaba demostrado”, “que no lo podían probar”, que “su renuncia como ministro de Huerta no habría tenido ningún efecto”, y que “había que aceptar los hechos”, según los cuales, Huerta era el presidente. La Leyes de Reforma son un timbre de gloria para nuestra patria y son fundamentales porque nos dan la libertad de conciencia y porque se ha quitado su poder temporal al clero católico…”.
Nótese que son prácticamente los mismos argumentos que se han usado para justificar al gobierno fecal, pues en esto los seres humanos son invariables: “no se puede demostrar el fraude”, “hay que aceptar los hechos”, “negociando se gana ás que con el rencor” (como ha dicho la oportunista Patricia Mercado, por ejemplo).
Esquivel Obregón repitió todas esas excusas infantiles en un panfleto que publicó muchos años después, en 1934 , y mientras tanto siguió perjudicando al país, pues en los años 20 fue dirigente de grupos conservadores como la Unión Nacional de Padres de Familia, fundada en 1917 y que existe hasta nuestros días, como un grupo antiabortista católico, similar a provida, y que pretende implantar al educación católica en las escuelas públicas.
Cuando Huerta mandó asesinar al valiente legislador Belisario Domínguez, luego de un valiente discurso que pronunció contra el espurio, los político sy medios se apresuraron a justificar a Huerta y a “hacer ver” que “no se podía demostrar” el asesinato, o que “no tenía caso” oponerse.
Hoy, como una burla para la memoria de Belisario Domínguez, la presea que lleva su nombre ha sido entregada nada menos que a Jesús Kumate, exsecretario de Salud, quien cobardemente se ha unido a Provida y al clero en el empeño de encarcelar a las mujeres que abortan.
En aquel tiempo, junto con esos medios y políticos convenencieros, el clero se dedicó a elogiar y respaldar al gobierno espurio de Huerta, militarista y católico como el de Fecal.
Los obispos cantaban loas a Huerta, y predicaban a sus fieles que era totalmente inadmisible una rebelión armada contra el gobierno, pues iría contra las enseñanzas pontificias, contrariamente a lo que predicaron de 1926 a 29 para justificar la sangrienta guerra cristera.
Por el contrario, después del cuartelazo y la masacre, pregonaba “la paz entre los mexicanos” como hizo la derecha en 2006, luego del fraude y la imposición.
El 6 de mayo de 1914, Pío X envío al arzobispo de México, José Mora y del Río, el Perverto de esos tiempos, un mensaje donde apoyaba “la paz” (es decir, que s emantuviera el gobierno espurio) y le enviaba sus buenos deseos al “excelentísimo señor presidente”, es decir, al chacal Huerta.
Abundantísimos son los ejemplos de oportunismo, de falsedad, cuando no de desorientación, de aquellos tiempos, por lo que cabe citar uno más, aparte de los ya mencionados,
El 19 de abril de 1914, en la inauguración del servicio de agua potable en la Villa, el entonces ministro de Comunicaciones, José María Lozano, queriendo quedar bien con el catolicismo en el poder, dijo que “en México todos hemos nacido religiosos, y que en este momento un indio a quien él ama y respeta como a su padre, vuelve sus ojos a la Virgen de Guadalupe, a la que él, Lozano, clama que conserve la vida de Victoriano Huerta que encarna nuestra soberanía y tremolará su imagen bendita ante el pendón de las estrellas”.
Hoy los hijos de Fecal, el espurio del 2006, son igualmente abyectos, y sus comunicadores mienten a diario: que Fecal tiene una gran popularidad, que es bueno que el ejército tome las calles, que el clero tiene un gran apoyo de la gente para sus marchas, que “nadie” quiere privatizar Pemex, etc. Las palabras cambian pero el espíritu abusivo es el mismo de esos días.
También es cierto que a millones de mexicanos nos está faltando más iniciativa y energía para defender los ideales en los que creemos. No basta con mostrar una inconformidad pasiva con el gobierno fecal y con el poder del clero, hay que estar dispuestos a la defensa activa.
Esta situación de rechazo pasivo fue predominante en ese tiempo revolucionario, por lo que Alvaro Obregón, cuando llegó a la ciudad de México con las fuerzas rebeldes triunfantes, le hizo notar a un crítico que le reprochaba representar sólo a 50 mil hombres y no a quienes votaron por Madero: así no fuéramos 50 mil sino sólo cinco mil , nosotros luchamos por lo que ustedes no supieron defender.
El apóstol y el chacal
Edgar González Ruiz
La derecha en el poder está promoviendo el olvido de fechas que son importantes en la lucha por la libertad y el progreso.
Quiere suplantar la celebración del 5 de febrero, Día de la Constitución, y del 21 de marzo, natalicio de Benito Juárez, ofreciendo en su lugar otros días de asueto que no tienen significado histórico, sino que únicamente permiten a la gente alargar el fin de semana con un lunes o un viernes de ocio.
La sustitución no es gratuita, pues se trata de fechas que han sido odiosas para la derecha en el poder, formada por la alianza del clero, el PAN y empresarios al estilo del ultraderechista Lorenzo Servitje, a lo que debe sumarse el deprecio del neoliberalismo por la historia y por sus protagonistas.
Estamos viviendo otro agravio a la memoria histórica con la omisión de referencias oficiales a la muerte de Don Francisco I. Madero, asesinado por órdenes de Victoriano Huerta el 22 de febrero de 1913.
En contraste con esa indiferencia oficial hacia el sacrificio de Madero, que antes se consideraba una importante fecha luctuosa en el calendario cívico, grupos conservadores, al igual que empresarios y medios oficialistas le están dando una gran promoción al llamado Día de la Familia, a principios de marzo, que busca promover la ideología del Vaticano contraria a las libertades sexuales, y en defensa de un modelo autoritario y conservador de la familia.
La muerte de Francisco I. Madero nos remite a una época donde nuestro país vivió hechos en algunos sentidos similares a los que hoy presenciamos, por lo que es especialmente importante recordarla hoy en día.
Madero González nació el 30 de octubre de 1873, en Parras, Coahuila, vástago de una familia acaudalada, y fue bautizado con el nombre de Francisco Ignacio Madero. Sin embargo, en su edad adulta, al no estar de acuerdo con las doctrinas y prácticas del clero y en particular de los jesuitas, muy criticados en esos tiempos, prefirió llamarse Francisco Indalecio Madero.
El 26 de noviembre de 1901, en carta suya a Antonio Garza, se declaró francamente anticatólico al considerar el dogma de la infalibilidad pontificia instaurado por Pío IX, “porque había anulado la razón y el libre albedrío que Dios dio a los hombres”.
Por cierto, el titular de Gobernación, el defenestrado y hoy ignorado Francisco Ramírez Acuña es oriundo del pueblo de Jamay, en los altos de Jalisco, donde creció en el culto a Pío IX, pues el Zócalo de esa ciudad exhibe un monumento en honor a Pío IX, enumerando entre sus méritos el haber promulgado dicha infalibilidad, así como la lista doctrinas heréticas, prohibidos para los católicos de esos tiempos.
Madero hizo estudios superiores de administración de negocios en París, pues su familia quería que se consagrara al manejo científico de sus inversiones, pero dotado de un espíritu inquieto y generoso, tendiente al idealismo, pese a la herencia familiar, se interesó por los problemas sociales, por la lectura de los clásicos, y por corrientes religiosas de moda en esos tiempos, como el espiritismo, del cual fue adepto por lo menos desde 1900.
Aprendió la homeopatía, con la que curaba los peones de sus haciendas (¡Qué diferencia con la actitud de Ana Teresa Aranda, quien al ser nombrada secretaria de Sedesol, durante el foxiato, declaró que sabía de la pobreza por los piojos que sus peones le pegaban¡).
Siempre partidario de la libertad de conciencia, se afirma que fue masón , y fue juarista entusiasta, defensor de las leyes de Reforma, de tal suerte que hacia 1904 inició su actividad política al frente del Club Democrático Benito Juárez, una de las organizaciones que habían nacido teniendo como antecedente el Congreso Liberal encabezado en San Luis Potosí por Camilo Arriaga, con la motivación de luchar contra los avances del clero, que bajo la dictadura de Porfirio Díaz gozaba cada vez de mayor influencia.
En ese sentido, la situación actual tiene también su espejo en los hechos de esos tiempos, pues hoy en día se organizan foros y seminarios, y se crean organizaciones para defender la herencia juarista y el estado laico, y luchar contra los avances del clero, que pretende anular la libertad de conciencia.
Por otro lado, en su pasmosa ignorancia, el expresidente Fox, antijuarista como todos los derechistas católicos, mandó retirar el retrato de Juárez del despacho presidencial, pues creía que él simbolizaba la lucha contra el clero, y lo sustituyó por el de Madero, que se oponía no sólo al poder temporal del clero, sino a sus pretensiones espirituales.
Más derechista pero mucho menos ignorante que Fox, el padre de Carlos Abascal, el sinarquista Salvador Abascal Infante, padre del exsecretario de Gobernación, Carlos Abascal, escribió un libro sobre Madero, donde decía que sus errores y herejías tenían su origen en que sus padres no le enseñaron a creer en el infierno, y a que tenía ascendientes judíos.
Madero dijo también que: “ Las Leyes de Reforma son un timbre de gloria para nuestra patria y son fundamentales porque nos dan la libertad de conciencia y porque se ha quitado su poder temporal al clero católico…”.
En la lucha por la democracia, se incorporaron a Madero diferentes grupos, cuyos intereses trató de conciliar, pero finalmente, muchos de los periodistas y dirigentes católicos que se habían unido a él lo traicionaron para hacerse partidarios de Victoriano Huerta.
Al igual que nuestro presidente legítimo, Madero fue el legítimo triunfador de las elecciones de 1910, y fue objeto de una guerra sucia como las que lleva a cabo hoy en día la derecha fecal, al grado de que en plena campaña fue encarcelado por un pretexto que le inventó el gobierno de Porfirio Díaz.
Llegado al poder, luego del movimiento armado que se inició el 20 de noviembre de 1910 (otra fecha a la que los panistas le restan importancia), y de realizarse nuevas elecciones, que ganó con amplio margen, Madero terminó con tres décadas de dictadura a cargo de Porfirio Díaz.
Este último, luego de grandes manifestaciones de rechazo en la ciudad de México, había abandonado esta para embarcarse en Veracruz hacia Europa, escoltado por el entonces coronel Victoriano Huerta, quien pasaría a la historia como el chacal que asesinó a Madero, presidente mártir y apóstol de la democracia.
Entre los enemigos declarados de la revolución y de Madero se contaba Anacleto González Flores, a quien el Papa ha llevado a los altares como “mártir de la fe”, por haber organizado la sangrienta insurrección de los cristeros.
El 15 de octubre de 1911, durante la campaña presidencial, Anacleto apoyó la candidatura de Francisco León de la Barra, que tenía el respaldo de organizaciones católicas, a la vicepresidencia de la República, por lo que Taracena registró la presencia en los mitines políticos en Jalisco, de “un joven católico, Anacleto González Flores, que con supina tontería llamaba a Madero “el enano de Parras””.
Casi un silgo después de esos hechos, el gobierno panista de Jalisco rinde culto en todos los espacios que puede al mencionado Anacleto, quien sustentaba que el Protestantismo, la Masonería y la Revolución constituyen los grandes males de México. Los panistas han llenado los Altos con efigies y pinturas de Anacleto, en una de ellas, que está en el palacio municipal de Tepatitlán, de donde fue oriundo, aparece el cristero pateando la constitución de 1917.
Huerta y Dios
Huerta además de sanguinario, era afecto a dar muestras de su fervor católico, al grado de que, de acuerdo con el testimonio de uno de sus subalternos, solía sacar un escapulario de su pecho y besarlo en muestra de que “por Dios” cumpliría sus amenazas de muerte contra alguien.
Sanguinario y alcohólico como Fecal; inculto y vulgar como Fox; católico militante como los dos, Victoriano Huerta fue un gobernante espurio, y así se le llamó en su tiempo, que llegó al poder luego de haber traicionado y asesinado al presidente Madero en febrero de 1913.
El cuartelazo de Huerta, motivado por la insurrección de personajes importantes del porfirismo, tuvo el apoyo de la embajada estadounidense, a cargo de Henry Lane Wilson, de fuertes intereses económicos, de una parte del ejército y del clero.
Leemos en el minucioso recuento de Taracena que el 19 de noviembre de 1912 se supo de las conjuras secretas contra Madero: “En el templo de la Profesa se reúnen Manuel Díaz Santibañez, Lane Wilson, son Alberto García Granados, el licenciado Francisco León de la Barra, el general Victoriano Huerta, el arzobispo Mora y del Río y otros más para buscar la forma de acabar con el gobierno de Madero”.
Consumados los sangrientos hechos, Huerta recibió el respaldo de la jerarquía católica, de gente rica interesada y de gente convenenciera o desorientada, de los comunicadores de su tiempo, en que sólo había periódicos para informarse, del ejército y de una legión de intelectuales y políticos que se apresuraron a buscar cargos y a prodigar elogios al asesino.
Huerta tomó posesión con un Tedeum e invocando la protección de Dios con las palabras: “Estamos, hermanos míos…en presencia de la humanidad, en presencia de Dios…”, lo que produjo gran alborozo a los políticos católicos que apoyaban la contrarrevolución.
Este gesto de Huerta, que fue un sarcasmo sangriento, al invocar a Dios luego del asesinato de madero, tuvo su secuela sólo hasta 1991, cuando Carlos Medina Plascencia invocó a Dios al tomar posesión del gobierno de Guanajuato, cargo al que llegó como interino, por gracias del entonces presidente Salinas.
Cuando dimitió a la presidencia, el 15 de julio de 1914, y tuvo que huir por el triunfo de las fuerzas revolucionarias, lo hizo también, según él, al amparo de Dios, con las palabras: “Que Dios los bendiga a ustedes y a mí también”.
Como Fox, Huerta gustaba del besamanos con algunos jerarcas católicos, como hizo con el revoltoso arzobispo Orozco y Jiménez, de Guadalajara, a quien “como católico”, le besó el anillo pastoral.
De lo anterior dejó testimonio Nemesio García Naranjo, uno de los políticos oportunistas que se unieron a Huerta, formaron parte de su gabinete y no obstante, quisieron que los siguieran considerando como “verdaderos liberales”.
Entre los intelectuales, los casos de oportunismo fueron mucho más escandalosos, pues cuando creyeron que Huerta perduraría en la presidencia, casi todos fueron haciéndose sus promotores, y muy pocos mostraron conciencia cívica.
Escritores famosos, como Federico Gamboa, autor de Santa, José López Portillo y Rojas (La Parcela, Fuertes y débiles), de quien fue descendiente el expresidente José López Portillo; Juan José Tablada, y muchos otros, colaboraron con Huerta y fueron sus apologistas, destacando entre ellos nada menos que Salvador Díaz Mirón, quien era el director del Imparcial, el principal periódico oficialista, algo así como la Televisa de esos tiempos.
Cualquier semejanza con mentirosos sin escrúpulos como López Dóriga, Carlos Loret de Mola, y muchos otros, no es gratuita ni es mera coincidencia, es fruto del carácter rastrero y oportunista de muchas personas.
Todos ellos se dedicaron a ensuciar la imagen de Madero y de los revolucionarios, y a la vez a justificar sistemáticamente al Fecal de esa época, al que no le encontraban tacha. Entre esos lambiscones se encontraba el ministro de Hacienda, Toribio Esquivel Obregón, quien, como muchos otros encontraba la manera de justificar al asesinato de Madero, con falacias como “que no estaba demostrado”, “que no lo podían probar”, que “su renuncia como ministro de Huerta no habría tenido ningún efecto”, y que “había que aceptar los hechos”, según los cuales, Huerta era el presidente. La Leyes de Reforma son un timbre de gloria para nuestra patria y son fundamentales porque nos dan la libertad de conciencia y porque se ha quitado su poder temporal al clero católico…”.
Nótese que son prácticamente los mismos argumentos que se han usado para justificar al gobierno fecal, pues en esto los seres humanos son invariables: “no se puede demostrar el fraude”, “hay que aceptar los hechos”, “negociando se gana ás que con el rencor” (como ha dicho la oportunista Patricia Mercado, por ejemplo).
Esquivel Obregón repitió todas esas excusas infantiles en un panfleto que publicó muchos años después, en 1934 , y mientras tanto siguió perjudicando al país, pues en los años 20 fue dirigente de grupos conservadores como la Unión Nacional de Padres de Familia, fundada en 1917 y que existe hasta nuestros días, como un grupo antiabortista católico, similar a provida, y que pretende implantar al educación católica en las escuelas públicas.
Cuando Huerta mandó asesinar al valiente legislador Belisario Domínguez, luego de un valiente discurso que pronunció contra el espurio, los político sy medios se apresuraron a justificar a Huerta y a “hacer ver” que “no se podía demostrar” el asesinato, o que “no tenía caso” oponerse.
Hoy, como una burla para la memoria de Belisario Domínguez, la presea que lleva su nombre ha sido entregada nada menos que a Jesús Kumate, exsecretario de Salud, quien cobardemente se ha unido a Provida y al clero en el empeño de encarcelar a las mujeres que abortan.
En aquel tiempo, junto con esos medios y políticos convenencieros, el clero se dedicó a elogiar y respaldar al gobierno espurio de Huerta, militarista y católico como el de Fecal.
Los obispos cantaban loas a Huerta, y predicaban a sus fieles que era totalmente inadmisible una rebelión armada contra el gobierno, pues iría contra las enseñanzas pontificias, contrariamente a lo que predicaron de 1926 a 29 para justificar la sangrienta guerra cristera.
Por el contrario, después del cuartelazo y la masacre, pregonaba “la paz entre los mexicanos” como hizo la derecha en 2006, luego del fraude y la imposición.
El 6 de mayo de 1914, Pío X envío al arzobispo de México, José Mora y del Río, el Perverto de esos tiempos, un mensaje donde apoyaba “la paz” (es decir, que s emantuviera el gobierno espurio) y le enviaba sus buenos deseos al “excelentísimo señor presidente”, es decir, al chacal Huerta.
Abundantísimos son los ejemplos de oportunismo, de falsedad, cuando no de desorientación, de aquellos tiempos, por lo que cabe citar uno más, aparte de los ya mencionados,
El 19 de abril de 1914, en la inauguración del servicio de agua potable en la Villa, el entonces ministro de Comunicaciones, José María Lozano, queriendo quedar bien con el catolicismo en el poder, dijo que “en México todos hemos nacido religiosos, y que en este momento un indio a quien él ama y respeta como a su padre, vuelve sus ojos a la Virgen de Guadalupe, a la que él, Lozano, clama que conserve la vida de Victoriano Huerta que encarna nuestra soberanía y tremolará su imagen bendita ante el pendón de las estrellas”.
Hoy los hijos de Fecal, el espurio del 2006, son igualmente abyectos, y sus comunicadores mienten a diario: que Fecal tiene una gran popularidad, que es bueno que el ejército tome las calles, que el clero tiene un gran apoyo de la gente para sus marchas, que “nadie” quiere privatizar Pemex, etc. Las palabras cambian pero el espíritu abusivo es el mismo de esos días.
También es cierto que a millones de mexicanos nos está faltando más iniciativa y energía para defender los ideales en los que creemos. No basta con mostrar una inconformidad pasiva con el gobierno fecal y con el poder del clero, hay que estar dispuestos a la defensa activa.
Esta situación de rechazo pasivo fue predominante en ese tiempo revolucionario, por lo que Alvaro Obregón, cuando llegó a la ciudad de México con las fuerzas rebeldes triunfantes, le hizo notar a un crítico que le reprochaba representar sólo a 50 mil hombres y no a quienes votaron por Madero: así no fuéramos 50 mil sino sólo cinco mil , nosotros luchamos por lo que ustedes no supieron defender.
1 Comments:
Ya que mencionas que José Anacleto González Flores, cito "organizado la sangrienta insurrección de los cristeros", cabe mencionar que si fue el iniciador del movimiento cristero en Jalisco, y tambien que nunca tomo las Armas para matar a persona alguna, pero sí el Gobierno en turno, tambien es cierto que el PAN dice ser Cristero, y sobre todo los seudo Catolicos del "Opus Dei", que se gestaron en España un año despues de MATAR a Anacleto, te la dejo de tarea. Carlos R. Glez Aceves
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