Saturday, February 03, 2007

Una misma ultraderecha

Una misma ultraderecha:
El Yunque y el oficialismo
Edgar González Ruiz

Cada día es más evidente el choque de personalidades y ambiciones entre Espino y Fecal, así como la injerencia de Fox en esos conflictos, quien por el momento ha hecho mancuerna con el presidente del PAN y de la ODCA, Organización Demócrata Cristiana de América.
No es fácil anticipar a qué exabruptos y golpes bajos puede dar lugar ese conflicto personal, pues los dos reaccionan visceralmente, y aunque Calderón detenta el poder presidencial, Espino ha cultivado sus propios intereses en el activismo derechista internacional, en un mundo donde cada vez más las corrientes mundiales predominan sobre las fuerzas nacionales.
Los más recientes episodios del enfrentamiento han incluido el intento de reavivar las intromisiones de Fox con la ayuda de Espino y en ausencia de Calderón, así como las declaraciones de Espino contra el mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero, cuestionando su eficacia en el combate al terrorismo y elogiando las medidas de Fecal en el mismo rubro, por lo cual luego se le acusó de obstaculizar el viaje de este último. Ciertamente ese tipo de maniobras concuerdan con el estilo de Espino, indecentemente de cuál sean sus intenciones, pero también es cierto que la retórica basada en el triunfalismo y en los ataques contra otros países es un hábito poco afortunado que campea en la política internacional de México desde el sexenio pasado y que nada bueno puede acarrear en el trato con las demás naciones.
La salida de Espino de la presidencia del PAN, bajo el pretexto de que Calderón quiere “controlar” al partido, es una posibilidad extrema dentro de esa lógica de los odios salvajes, pero en todo caso no implicaría una fisura en las convicciones derechistas, que naturalmente encontrarían otro abanderado, pues el controvertido personaje no es ninguna figura popular ni siquiera en su propio partido, a tal grado que su llegada a esa posición estuvo a punto de provocar una escisión en su partido, contenida sólo por la necesidad de enfrentar a la izquierda, que ha cobrado fuerza no sólo en México sino en América Latina. Al parecer, Espino cree ser un dirigente histórico de la derecha internacional, pero ciertamente no lo es, pues para ello le falta incluso carisma y formación intelectual, sino que está en la presidencia de la ODCA ante todo por presidir el PAN, pero seguramente los dirigentes históricos del anticastrismo y de otras corrientes ultraderechistas no tendrían inconveniente en tratar con otro panista que pueda encabezar a dicho partido. Espino no es insustituible.
Los pleitos dentro del PAN no son de carácter ideológico, ni es una lucha del Yunque contra el gobierno, hipótesis que no tiene sentido, sino que obedecen meramente a los protagonismos y ambiciones de los panistas, lo mismo en el nivel nacional que en Yucatán, el DF y otras entidades.
Detrás de esa unidad ideológica, y más allá del Yunque, está el apoyo de la jerarquía católica y de empresarios poderosos e intereses transnacionales, sin el cual, cabe preguntarse: ¿qué sería el PAN?

El Yunque en el gobierno y en el PAN
El Yunque es uno de tantos grupos, no el único, que representa al conservadurismo católico, caracterizado por su oposición al estado laico y a los ideales de justicia social. Incluso antes de que se fundara el Yunque, el PAN ha sido siempre, al igual que el Yunque, opción de los empresarios católicos, de la jerarquía y de grupos conservadores, como lo son también los partidos que conforman la ODCA, fundada en 1947.
El Yunque está en el gobierno y está en el PAN. En el primer caso, con personajes como José Luis Luege, Cecilia Romero y Juan Carlos Romero Hicks, y en el segundo con Manuel Espino, Carlos Abascal y Francisco Salazar Sáenz, entre otros. Todos ellos colocados en lugares estratégicos para impulsar los proyectos nacionales e internacionales de la derecha.
Asimismo, los tres flamantes gobernadores del PAN en Morelos, Jalisco y Guanajuato han sido señalados como miembros de ese grupo, y la inmensa mayoría de los panistas que se han encumbrado con el ascenso de ese partido militan en la ultraderecha, sea en el Yunque o en otros grupos.
Carlos Medina Plascencia y Ana Rosa Payán, por mencionar sólo dos de los casos mas conocidos, son conservadores católicos a ultranza, es decir, ultraderechistas, en nuestro contexto nacional, sin que su trayectoria deje lugar a dudas, a pesar de que no se ha sostenido que pertenezcan al Yunque. Tampoco cabe dudar de la filiación ideológica del actual secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, sea o no del Yunque.
La salida de Ana Rosa Payán del PAN luego de haber denunciando un fraude electoral de sus propios correligionarios contra ella, no obedece a que el Yunque la persiga por sus ideas progresistas, pues ella ha representado las tendencias más cerriles y mojigatas dentro de la derecha. Simplemente, no encuentra cabida para sus ambiciones en su propio partido y por eso, dado que el interés suele ser más fuerte que las creencias ha buscado otras opciones. Si bien se manejó la versión de que se uniría a un partido comparsa de la derecha: el PANAL, finalmente buscó la alianza con la izquierda, decisión poco congruente para ambas partes, pues aunque Payán puede darle al PRD los votos de una buena parte de la mochería de la ciudad de Mérida, también puede llevar consigo sus proyectos reaccionarios, con lo que desvirtuaría la opción que representa ese partido así como el Frente Amplio.
La idea de que “el Yunque está contra Calderón”, que difunden algunos comunicadores, no pasa de ser una consigna oficialista, que obedece a que la derecha está consciente de que en México no es popular ser derechista, pero la falsedad de esa propaganda es muy obvia, pues el Yunque, y en general la ultraderecha está donde está el PAN, por afinidad ideológica y por sus raíces históricas: en el partido y en el gobierno, en la capital y en los estados, en la política interior y exterior.
Más aún, no ha habido un alejamiento del actual gobierno respecto de los proyectos del Yunque y de la ultraderecha: oponerse al laicismo, a los ideales de justicia social, combatir a la izquierda, apoyar en el plano internacional el anticastrismo y el antichavismo; en fin, sacar provecho del apoyo al modelo neoliberal y a la política estadounidense.
Las fuerzas que dan sustento al PAN, encarnadas en jerarcas católicos, empresarios, dirigentes de grupos conservadores y en los partidos derechistas de otros países, apoyan por igual a ese partido, encabezado por Espino, y a Calderón, pues todos ellos por igual defienden la misma ideología e intereses.
Así, prelados como Carlos Aguiar Retes, presidente de la CEM, se dan a notar y hacen declaraciones contra el “populismo, como dicho jerarca en el evento de la ODCA, sin importarles si Espino y Calderón no simpatizan entre sí, a la vez que los jerarcas recibieron gustosos el nombramiento de Angel Córdoba en la SS, prueba de que el gobierno está a tono con la ultraderecha, que es lo que finalmente cuenta para la retrógrada jerarquía.
Obviamente, con la llegada del PAN al poder federal, en el 2000, fue también la de la ultraderecha católica, incluyendo al Yunque, a otros grupos conservadores, nacionales e internacionales, a la jerarquía y a empresarios reaccionarios. En el 2006, ese sector se ha consolidado en el poder, y tiene más recursos para ejercerlo, como lo ha estado haciendo, por ejemplo, mediante la cooptación y la represión de sus adversarios. Asimismo, todos los grupos que en secreto o abiertamente buscaban antes del 2000 desestabilizar al PRI y terminar con el estado laico, ahora tienen otros objetivos y otra dinámica, la de ejercer y conservar el poder, lo que implica también mayores conflictos dentro de ellos.

El Yunque y el martillo
Ha comentado recientemente un falangista que en realidad la alusión al Yunque es muy popular en la derecha española, independientemente de la Organización Nacional del Yunque, pues siempre ha sido un término de la jerga franquista, donde se llamado a Franco el “yunque de Dios” y se parafrasea una y otra vez su idea de que “Hay que tener paciencia, hoy somos yunque, mañana seremos martillo”: en la lucha ideológica y militar hay que saber ser yunque, que es golpeado, lo mismo que martillo, para golpear.
Independientemente de que hay mucho qué explorar en lo referente a los vínculos internacionales de la derecha, y en particular a la presencia del franquismo en grupos mexicanos, el comentario anterior es muy ilustrativo acerca de lo que está sucediendo en la derecha mexicana.
La Organización Nacional del Yunque se formó, a principios de los 50, hasta donde se sabe, precisamente como un grupo que actuaría en forma soterrada, infiltrándose en organizaciones oficiales y de la propia derecha, para facilitar la llegada al poder del conservadurismo católico.
Aunque en el algunos panistas todavía siguen negando su existencia, esta ha sido denunciada por los testimonios de sus propios correligionarios desde principios de los 90 y los archivos de la Dirección Federal de Seguridad tenían registro del grupo y de varios de los panistas que participaban en él.
Con la llegada del PAN al poder, el Yunque ha pasado a ser martillo, con lo cual surgen los consabidos pleitos entre los triunfadores y entre ellos y sus aliados, que no son cosa nueva, sino una constante desde las épocas más lejanas de la historia.
Previsiblemente, los derechistas se mantendrán unidos no sólo por su ideología, sino porque tienen mucho que perder si no lo hacen, si bien no todos ellos están recibiendo lo que consideran el premio merecido a sus esfuerzos.
Por eso, hasta ahora las pugnas en el poco glorioso triunvirato panista encarnado por Fecal, Espino y Fox, se han dado en forma pretendidamente oculta, sin llegar a la confrontación abierta, mediante señales y sobrentendidos, y es difícil que llegue a darse esa ruptura total entre contendientes tan atados por enemigos comunes y temores compartidos.

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