Monday, June 30, 2008

Nuevo Blog, de la historiadora Laura Campos

La historiadora jalisciense Laura Campos Jiménez, autora del libro Los nuevos beatos cristeros, ha iniciado un interesante blog que contiene ya tanto la versión PDF de algunos capítulos de su obra, como fotografías y artículos de prensa acerca de episodios como la reciente lucha contra el llamado limosnazo de 30 millones de pesos que había dado Emilio González para la construcción del santuario cristero en Guadalajara.


La dirección es:

http://lauracampos.wordpress.com


El siguiente artículo, de la maestra Laura Campos, proviene del mencionado blog:

Por Laura Campos

Uno de los elementos probatorios que adjunté a la queja presentada ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco (CEDHJ) -oficio 804/2008- por motivo de la llamada “macrolimosna”, fue el libro “Los Nuevos Beatos Cristeros. Crónica de una Guerra Santa en México”, el cual escribí a fines de 2005, en vísperas de la beatificación de 13 personas vinculadas al movimiento cristero, celebrada en Guadalajara(http://www.lajornadajalisco.com.mx/2008/05/04/index.php?section=politica&article=006n1pol).

En septiembre de ese año, en contraparte, se editó bajo el auspicio del ayuntamiento de Guadalajara -presidido en ese entonces por Emilio González Márquez-, el libro “Geografía e historia de Guadalajara” para niños de tercer año (nivel primaria), el cual desató una consecuente polémica desde el momento de su aparición. La edición de este libro, en efecto, fue objeto de críticas por parte de un sector importante de la sociedad jalisciense (académico, religioso, político y ciudadano).

Entre los cuestionamientos más sobresalientes, destacaban los errores que de orden pedagógico, histórico, científico y de redacción arrojaba el texto en cuestión. La versión católica y conservadora de varios episodios de la historia de la ciudad, se presentaba bajo un sesgo religioso (discriminatorio a otras confesiones) y no científico -como debe corresponder a la educación laica que imparte el Estado-, dando como resultado una serie de severos cuestionamientos.

En la página 20 del citado libro, por mencionar algunos ejemplos, se señalaba que “el más importante de todos los festejos (en Guadalajara), es el del 12 de octubre, que es la llevada de la virgen de Zapopan a su santuario”… Bajo esta óptica, se relegaba a segundo término el día 14 de febrero, fecha en que tradicionalmente se celebra el aniversario de la fundación de Guadalajara. Quedaba ignorada por completo, de una forma deliberada, la presencia en esta ciudad de las diferentes Iglesias no católicas, entre ellas La Luz del Mundo que tiene su sede mundial en esta ciudad.

De acuerdo a la óptica del ayuntamiento tapatío, reflejada a través de este libro (cuya versión más reciente -editada- se encuentra en línea http://www.guadalajara.gob.mx/cdeducadora/index.html), el paso del presidente Benito Juárez por Guadalajara no mereció la pena haber sido mencionado; en cambio, la rebelión cristera y sus caudillos -quienes fueron férreos opositores al Estado laico, la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917, al grado de justificar y promover la violencia para lograr sus propósitos- se les daba un trato privilegiado, sin contrapesos históricos, al ser descritos como ”personajes heróicos que no deben perderse en el olvido… Tales como Anacleto González Flores… ”. Cabe destacar que González Flores fue el líder intelectual del movimiento cristero en sus inicios, y por tal razón fue elevado a los altares, consumándose su beatificación el domingo 20 de noviembre de 2005, junto con otras doce personas afines a esta ideología.

Este libro de historia, en suma, no solo era abiertamente discriminatorio y excluyente, sino que deliberadamente quebrantaba el espíritu laico de la educación pública, violentaba la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público y ofendía la inteligencia de un sinnúmero de jaliscienses que no compartíamos la imposición y el sesgo confesional que venía impreso en sus páginas. Este fue un experimento piloto que tanto la arquidiócesis de Guadalajara como un supeditado González Márquez, trataron de impulsar -desde el gobierno municipal- para introducir la educación religiosa en las escuelas públicas, reivindicando con esto a los líderes del movimiento cristero, a la par de ser promotores de esta causa en las aulas escolares.

El entonces alcalde, fiel a su costumbre, desdeñó la voz ciudadana y cerró sus oídos a la crítica, empecinado en promover y reivindicar una visión católica -de tintes integristas- de la historia regional.

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Al poco tiempo, González Márquez sacó a la luz un tiraje de 3 mil ejemplares del libro “Obras Completas de Anacleto González Flores”, con un prólogo del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, donde el ahora beato cristero era promovido como modelo de civismo para los jaliscienses.

En “Obras Completas…”, texto financiado por el propio ayuntamiento, Anacleto González Flores definía, según sus propias palabras, a la gran trilogía adversa al catolicismo: el protestantismo, que “hace esfuerzos desesperados por penetrar en todas partes, por llegar al corazón de las masas, por arrebatarnos a la juventud y por invadirlo todo”, la masonería y la Revolución Mexicana, que según él, es una aliada fiel de las dos (Anacleto González Flores, El Plebiscito de los Mártires, en obras de Anacleto González Flores, Ayuntamiento de Guadalajara, 2005, p. 320).

La punta de lanza empleada para reivindicar el movimiento cristero en Jalisco (ochenta años después), fue el propio ayuntamiento de Guadalajara, encabezado por González Márquez, un confeso sinarquista que dirigió en 1988 el extinto Partido Demócrata Mexicano y quien había sido señalado años atrás por el periodista Álvaro Delgado, como integrante de una organización secreta fundamentalista (de corte neo cristero), denominada “El Yunque”.

Ante este proceso de reivindicación neo cristera y ante los pocos contrapesos que se presentaban para rebatir el supuesto “pacifismo” de los nuevos beatos cristeros, y aunado a lo que ésta embestida al Estado laico implicaría, me di a la tarea -como historiadora de carrera- de organizar y describir el perfil de estos personajes (en el contexto del movimiento cristero) que en pocos años -pocos de verdad- estarían en el ojo del huracán de la opinión pública nacional a raíz de la “macrolismosna”, pese a que la gran mayoría de los mexicanos tenga un conocimiento nulo de la participación de la jerarqúía católica, y sus ahora beatos, en la revuelta cristera de los años 20 en nuestro país.

Este pequeño libro, “Los Nuevos Beatos Cristeros”, salió a la luz en el mes de diciembre de 2005 (http://www.jornada.unam.mx/2005/12/05/004o1pol.php). Muy pronto, muchos lectores pudieron constatar que los nuevos beatos cristeros no fueron nada pacifistas y menos piadosos, como sus apologistas trataron de hacer creer, ya que en muchos casos tuvieron que recurrir a la violencia y el terrorismo con el propósito de lograr los objetivos que proseguía la jerarquía eclesiástica de la época (1, 2, 3).

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Dos años y medio después de los sucesos anteriores, el día 23 de marzo de 2008, me enteré a través de un noticiario local que Emilio González Márquez, ahora gobernador de Jalisco, había entregado al cardenal Juan Sandoval Íñiguez un donativo de 30 millones de pesos para financiar la construcción del santuario dedicado a los beatos cristeros con dinero del erario público… ¡No lo podía creer! ¡No era posible que un Estado laico financiara con dinero público un recinto religioso para honrar a personajes que combatieron al Estado laico…! ¡Esa no era la función de un Estado!

Se trataba, sin duda alguna, de una flagrante violación al Estado laico, la Constución Política y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público por parte del gobernador, quien trasladaba sus creencias personales a la esfera pública de una forma abrupta y estridente; era un acto de discriminación hacia las minorías religiosas, a las comunidades abatidas por la pobreza en Jalisco y a las personas que respetan el Estado laico (que no son pocas como algunos creen). Mas temprano que tarde, interpuse una queja en contra del gobernador de Jalisco (queja completa ante la CEDHJ. PDF), por esta ilegalidad y agregé a ella mi libro ”Los Nuevos Beatos Cristeros”, que adjunto parte de él al inicio del presente texto.

Los medios locales (Proceso Jalisco, La Jornada Jalisco, Público, Mural, El Occidental, Notisistema, Canal 8, Semanario Crítica, El Respetable.com y Marcatextos.com), comenzaron a dar cobertura a todos los aspectos que giraron en torno a la “macrolimosna”: nota periodística, cuestionamientos y opinión. Después de dos semanas, el asunto de la “macrolimosna” iría permeando poco a poco en la ciudad de México. En un desplegado aparecido en la revista Proceso, bajo el título: “Gobernadores violan la Constitución y la Ley”, reconocidos intelectuales mexicanos señalaban que “el respeto a las minorías es la esencia de los sistemas democráticos” (desplegado PDF). Carlos Monsiváis, el mejor ensayista mexicano, escribía su crónica semanal bajo el título: ”Del Estado laico a las macrolimosnas” (Proceso, n. 1642, 20 de abril de 2008, p. 52), donde advertía sobre los “emblemas del desprecio iletrado por el Estado laico” (ensayo completo. PDF). De igual manera, decenas de columnistas, editorialistas y moneros hicieron lo conducente (a, b, c, d, e, f, g). La presión social comenzó a cundir a escala nacional.

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Han transcurrido tres meses desde que iniciara este penoso suceso, y la “macrolimosna”, venturosamente, echó reversa a un camino sin retorno… Siete mil quejas ante la CEDHJ, dos marchas ciudadanas, una ofensa lastimosa del gobernador a sus críticos, periodistas honestos desempeñando con fidelidad su labor informativa (y formativa), una auditoría federal solicitada por el Congreso de la Unión, seis recursos de revisión ante el Instituto de transparencia, una denuncia ante la PGR por el PRD local y el Movimiento en Defensa del Dinero Público y el Estado laico, un amparo ante el millonario donativo y el citatorio ante un juez de distrito a todos los implicados en este caso, incluyendo al cardenal Juan Sandoval…

Toda esta presión ciudadana forzó al arzobispado de Guadalajara a la devolución del cheque recibido… ¡Una victoria irreversible del Estado laico en Jalisco! Este es un triunfo de la sociedad jalisciense, como bien lo señala y sistematiza el periodista Rubén Martín en su más reciente columna:

1. Debate sobre el laicismo. Una consecuencia involuntaria de la macrolimosna es que se reabrió el debate sobre las relaciones Estado-iglesias. Permitió discutir de nuevo las esferas de competencia de ambas instituciones; la proyección de las creencias personales de los servidores públicos; la conveniencia o no de que la autoridad civil avale a ciertas iglesias en sus cultos públicos. Se reabrió además el tema sobre la Cristiada, los mártires y el peso que ha tenido la Iglesia católica en la entidad.

2. Declive de la influencia de la Iglesia católica. Este tema mostró que la Iglesia católica no puede aspirar a tener el peso y la influencia que tenía en el pasado. Los intentos de la jerarquía para apoyar su justificación del donativo, su llamado a salir a las calles y proyectar las creencias religiosas en la esfera pública (editoriales en El Semanario), fracasaron. El donativo no fue siquiera avalado por la mayoría de fieles. El resultado de esta coyuntura permite vislumbrar un declive de la influencia de la jerarquía de la Iglesia católica en la sociedad jalisciense, o al menos que debe hacerse una distinción importante entre lo que piensa y quiere la jerarquía y lo que quieren y piensan los fieles.

3. Derrota del integrismo católico. El donativo era más que una aportación económica. Como bien señaló Fernando M. González, la edificación del Santuario tiene un significado importante para cierta corriente católica, pues representa una reescritura de la historia local desde el punto de vista cristero. En este esfuerzo iban juntos el gobernador y el cardenal, y el Santuario era la materialización de esta alianza. A su vez, la macrolimosna mostró de una manera cada vez más explícita la cercanía de Emilio González con su Iglesia, luego de asistir a varios eventos de culto público, y hacer otras donaciones. Todo esto como parte de un proyecto más amplio que es la llegada de un grupo de derecha católica (yunquista) al poder público estatal, desde donde pretenden llevar a cabo sus objetivos de construir el reino de Dios en la tierra. El fracaso del donativo representa una derrota importante para la consumación de este proyecto político-religioso neoconservador.

4. El control de la información. La macrolimosna abrió un ciclo informativo que creció al conocerse la reunión de Emilio González en el Consulado de Estados Unidos en 2005 y con la mentada de madre. Era inevitable que esta información afectara al gobernador. El equipo del mandatario creyó que podía controlar la información gracias al dinero que han dado a Televisa y TV Azteca; cuando ya no pudo pararse la difusión de esta información, algunos funcionarios presionaron para que no se pasaran algunas notas o no se cubrieran ciertos temas, chantajeando a empresas de medios con modificar la publicidad oficial. No sirvió de nada. La información sobre el donativo circuló y motivó a la difusión creativa de nuevos productos, como los videos en You Tube. Sobra decir que la justificación oficial de que el donativo era para apoyar el turismo religioso jamás tuvo adeptos. Muchos pensaron, en cambio, que se trató de un pago de favores a la Iglesia por los apoyos electorales de 2006.

5. Derrota de Juan Sandoval y Emilio González. El regreso del donativo es el Waterloo del cardenal. Desde que llegó al arzobispado de Guadalajara su influencia en los servidores públicos, clase política y empresarios iba en ascenso. Se hacía casi todo lo que pedía. Hasta ahora. El regreso del donativo mostró que incluso los deseos de un hombre poderoso como Sandoval tienen límites. Junto con el cardenal, perdió Emilio González: en su imagen, en su proyecto político y en su ambición de ser candidato presidencial. Es cierto que el mandatario de Jalisco es más conocido ahora a escala federal, pero en términos negativos y no positivos.

6. Triunfo de la sociedad laica. Con el regreso del donativo gana la sociedad laica de Jalisco; la sociedad que respeta las creencias religiosas individuales pero creé que éstas no deben regir en la esfera pública. Gana la sociedad que no quiere que el cardenal influya de manera determinante en algunos servidores y que no se mezclen los asuntos públicos con los religiosos. No es un triunfo personal de ningún reportero, abogado o dirigente de agrupación civil, como piensan. A su vez, esta coyuntura debe replantear la extendida y falsa idea de Jalisco como una región conservadora y bajo la esfera de la Iglesia católica. Debajo de los poderes establecidos hay una efervescencia social de la que pocos toman nota. En fin, el triunfo de esta sociedad laica es un hasta aquí al “desmadre” que traían Emilio González y Juan Sandoval” (Público, 26 de junio de 2008).

Comparto estos sencillos testimonios, por la sola satisfacción del deber cumplido. Ni más ni menos.




Del blog de Laura Campos proviene también el texto que se reproduce a acontinuación, publicado originalmente por Jaime Hernández en La Jornada Jalisco (25/junio/2008).

Jaime Hernández Ortíz

El fracaso

El fracaso de la megamarcha convocada por la Iglesia católica para defender la macrolimosna revela, como la punta del iceberg, el tamaño del costo político, moral y de pérdida de creyentes que sufrirá esta iglesia en los próximos años. ¡Ni siquiera respondieron los curas que llevaron a la gubernatura a Emilio González Márquez!

Aunque no lo reconozca el clero católico, la sociedad jalisciense es cada vez más informada, exigente y, por lo tanto, más diversificada. Ahora es más tolerante a otras expresiones religiosas –signo de una verdadera libertad religiosa– y ya no cree tan fácilmente todo lo que le cuentan sus sacerdotes.

Por ello es lamentable que, al estilo de las más viejas usanzas corporativas y clientelares –con cuotas de asistencia y hasta indulgencias plenas–, se haya presionado desde las parroquias a sus creyentes a asistir en procesión hacia el Santuario de los Mártires Cristeros en defensa del limosnazo.

Es más, cuando se difunda la obra en otras latitudes –por aquello del “turismo religioso”– que el santuario es resultado del generoso apoyo del gobierno de Jalisco y un gobernador mentador de madres, la gente no vendrá al lugar y optará por ir a otros lados. El dinero donado, por decirlo de algún modo, por ser público, ya está maldito. “Tu dinero perezca contigo”, le dijo el apóstol Pedro al que quería comprar dones de Dios (He. 8:20), hecho que se llama Simonía aún dentro de la Iglesia católica, y en el campo civil se llama peculado. El clero, a través de su “brazo civil”, o sea el patronato, debería regresar el dinero público. Pero bueno, como son grandes intereses económicos antes que convicciones éticas y religiosas, allá ellos. Con la pérdida de feligresía lo habrán de pagar.

A falta de auténticos personajes comprometidos con la patria y los derechos civiles y políticos propios de un Estado moderno, el clero católico ha ido construyendo historias incompletas y manipuladas de lo que fue en realidad el movimiento cristero.

Rebelión y revuelta

El movimiento cristero ha sido llamado a veces como “revolución cristera”; pero en realidad no tuvo las características de una auténtica revolución, con fines de democracia, justicia y libertad sociales y de modificación de estructuras. Fue más bien, como dice la historiadora Lourdes Celina Vázquez Parada, una revuelta; y otros investigadores, una rebelión. Fue un movimiento con un aparente respaldo popular –que no siempre hace legítimo un hecho–, con ideales escatológicos católicos y propósitos de franca oposición a las nacientes instituciones de la Revolución y la Constitución mexicana, considerada, en ese entonces, una de las más avanzadas del mundo. Fue en realidad una guerra a la que se pretende maquillar los actos de barbarie, rapiña, inmoralidades y arteros crímenes.

Para Vázquez Parada, Testimonios sobre la Revolución Cristera, la guerra cristera “fue una lucha desigual y fratricida que alcanzó a cubrir tres cuartas partes del territorio nacional con 50 mil creyentes levantados en armas”; que con el paso del tiempo fue descrita por el clero católico y algunos creyentes católicos como: “acontecimientos milagrosos, mezclados con historias de aparecidos y tesoros enterrados. En este ambiente católico, las versiones de los cristeros se magnificaban y aparecían como milagros. Se les comparaba con los primeros cristianos perseguidos por el imperio romano y sacrificaban en los coliseos, escondidos en las catacumbas y entregando su vida por la defensa de la religión… Indiscutiblemente la causa de la guerra fue que Calles mandó cerrar los templos porque quería acabar con la Iglesia católica. A esta visión se añadía, en la conciencia católica del conflicto, una versión triunfalista de la guerra gracias a un milagro; el respaldo y simpatía del pueblo a la causa cristera y el abastecimiento de sus tropas gracias al apoyo popular: el enemigo, el Ejército, se percibía como algo ajeno a la comunidad católica: de fuera, gobiernistas, y se les calificaba de ateos y comunistas”.

Y añade: “A distancia, la Cristiada se percibe como una guerra y gloriosa, pero cuando se la examina de cerca, se nota que se trató de una lucha cruel y confusa que causó mucho sufrimiento”.

Matar con derecho

Según la historiadora Laura Campos, la Liga Nacional por la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDLR) fue alentada por la jerarquía eclesiástica y por el propio Papa Pío XI, quien bendijo la revuelta cristera (Encíclica Iniquis Afflictisqu, aflicción inicua, 18/11/1926): “Los obispos, los sacerdotes y los fieles de México se han levantado y han opuesto un muro alrededor de la casa de Israel y se han organizado en guerra. Por cierto, los obispos mexicanos, por unánime consentimiento, debían probar todos los medios posibles (…) Los miembros de la LNDLR, que se ha propagado por toda la República, trabajan concorde (sic) y asiduamente para que los católicos bien ordenados e instruidos presenten un frente irresistible a sus adversarios”.

Por ello, diversos curas tomaron parte en la rebelión armada, como José Reyes Vega, Aristeo Pedroza y muchos otros que “ministraban apoyo espiritual” a la tropa. Roberto Planchet, apologista cristero, dijo entonces: “La virtud no está en morir, sino en saber morir. El mal no está en matar, sino en hacerlo sin razón y sin derecho”.

Y dice Campos: “A través de capellanías, los sacerdotes católicos (combatientes y no combatientes) alentaban y explotaban el sentimiento religioso de miles de cristeros, induciéndolos a continuar en la lucha armada para alcanzar la “noble causa” que la jerarquía católica proseguía, que en realidad era la de recuperar sus antiguos fueros y privilegios, al costo que fuera.”

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