Contra el limosnazo
Jalisco:
Protesta contra el limosnazo
Edgar González Ruiz
“Emilio, ratero, devuelve mi dinero”, “Si Juárez viviera, qué chinga les pusiera” (a Emilio y demás panistas); “El cavernal, directo a la penal” (en alusión al cardenal Juan Sandoval); “Emilio, puñal; te clava el cardenal”, fueron algunas de las consignas que se expresaron el pasado viernes 11 de abril en el centro de Guadalajara, durante la protesta ciudadana contra la donación de 90 millones de pesos, provenientes del erario, al arzobispado, para construir el llamado “Santuario de los Mártires”, donde se rendirá homenaje a los cristeros que de 1926 a 29 lucharon para defender los intereses del clero y en oposición al estado laico.
Precisamente, la defensa de la laicidad y del dinero del pueblo fue la motivación de la marcha, donde directamente participaron alrededor de 2 mil personas, de acuerdo con fuentes locales como los periódicos Público (Milenio) y MURAL (Reforma).
Los manifestantes concentrados en La Normal salieron a las 17:20 horas y antes de llegar a la puerta principal de Palacio de Gobierno, donde esperaban más quejosos, hicieron un homenaje a los liberales jaliscienses del siglo XIX en la Plaza Reforma, donde se depositó una corona de flores, y otra parada ante las puertas de Catedral, que se distinguió por el aumento de consignas en contra del cardenal Juan Sandoval Íñiguez. (Milenio, 12 de abril de 2008).
La protesta fue recibida con simpatía por algunos de los transeúntes y automovilistas, que con gritos o claxonazos se sumaban a la inconformidad popular con el gobierno de Emilio González Márquez, quien a la fecha ha donado más de 300 millones de pesos a la jerarquía católica y a las televisoras, en detrimento de las necesidades de la ciudadanía.
La marcha inició acompañada por los acordes de La Marsellesa, que es emblemática de la lucha por la libertad contra los abusos políticos y contra la tiranía clerical. Algunos de los participantes vestían camisetas que proclamaban “Fuera Emilio”, o llevaban pancartas caseras donde daban rienda suelta a su indignación por la forma en que el panista está gobernando Jalisco.
Significativamente, no hubo quien saliera a oponerse a él para defender al cardenal o al gobernador, sino que prevaleció la indignación popular ante el despilfarro de recursos con fines sectarios.
Algunos de los participantes de declaraban católicos pero a la vez enemigos de las “macrolimosnas con dinero del pueblo”, de tal suerte que un grupo de manifestantes exhibía una manta con la frase “Católicos rechazamos el limosnazo”, y se distribuyeron calcomanías que decían “Sí al Santuario, pero sin dinero del erario”.
Sin embargo, en la marcha se expresó también la exigencia de respetar el estado laico, lo mismo con imágenes de Juárez, que con críticas a los abusos del clero y en trípticos donde se puntualizaba que con el macrodonativo, Emilio González “deja de lado las obras sociales…urgentes para la población más desprotegida de nuestra entidad”, además de que implica una defensa d ela guerra cristera “en la cual la jerarquía católica y sus brazos seculares del siglo pasado…no dudaron en utilizar el terrorismo y la tortura para alcanzar sus fines”.
Uniéndose a la marcha, en el jardín ubicado frente al palacio de Gobierno, algunas familias sacaron a pasear a sus perros a los que habían colocado cartelones de protesta: “Emilio, dame una limosna”, se leía en uno de ellos, y otro señalaba: “Emilio, que seas mocho no quiere decir que te moches el dinero del erario”.
En el mismo lugar, otras personas firmaban quejas dirigidas a la Comisión Estatal de Derechos Humanos para frenar el donativo millonario de Emilio al Arzobispado. Dicha Comisión ha expresado su rechazo a la decisión de Emilio, a quien ha emitido ya una recomendación alusiva, pero el mandatario estatal sigue empeñado en otorgar ese dinero.
El Hijo del Padre Amaro
La indignación contra los abusos de Emilio y de Juan Sandoval fue la tónica de la protesta que unió a ciudadanos de sectores sociales y de convicciones diferentes.
Como en otras ocasiones, la iniciativa de los ciudadanos superó la indiferencia o la oposición de los medios, pues a excepción de periódicos como La Jornada, en su edición de Jalisco, los medios no apoyaron la inconformidad ciudadana, sino que trataron de mantenerse al margen de ella.
“Emilio, eres pendejo, bruto, ignorante, malaleche, soberbio, hijo del padre Amaro, eres un hijo de tu… y cada día, lo confirmas más, pobre Jalisco”, decía la vox populi en una pancarta casera, mientras que en otra exigía la renuncia de “Monseñor Homilio González, hijo predilecto del cardenal”, otra más ironizaba pidiendo dinero para construir el Hotel Maciel, como lugar de recreo de los curas pederastas.
La marcha llegó hasta las puertas del Palacio de Gobierno, donde decenas de manifestantes, incluso algunos niños, corearon “Emilio, ratero, devuelve mi dinero” y jugaron a “El que no brinque es Emilio”.
Un comerciante vestido de cardenal, con el emblema del yunque y del PAN en su capelo, parodiaba a Sandoval Iñiguez, para lo cual “bendecía” a policías y manifestantes echándoles agua con una brocha de pintor.
Por la noche, la televisión local informó de la protesta, mostrando imágenes de la misma y comentando, tendenciosamente, que los manifestantes habían “interrumpido la circulación” en el centro de la ciudad durante tres horas.
Desde luego, las cadenas televisivas serán favorables en toda ocasión a las decisiones de un gobernador tan dispuesto a regalar a esas empresas el dinero del erario.
Al día siguiente, en la Catedral de Guadalajara, comenzó a difundirse el Semanario de la Arquidiócesis (número 584, del 13 de abril), cuyo editorial critica la “mentalidad jacobina que todavía se respira en la sociedad mexicana” y se queja de que “no existe tolerancia para lo religioso, pero sí para cualquier manifestación antirreligiosa”.
Dicha publicación incluyó abundante material sobre los cristeros, como un publirreportaje del Santuario ubicado en el cerro del Tesoro, cuyo rector, Gildardo Partida Núñez, desdeña las protestas populares afirmando que cson como “un pelo en la sopa”, y que “la inconformidad radica, mayoritariamente, en las personas que tienen otro credo, o que son apoyadas por gente que no cree”.
Asimismo, se opone a la separación entre la Iglesia y el Estado, diciendo que “Conjuntamente, Iglesia y Estado han hecho mucho por la ciudad, La división lo que trae es polémica”.
En el periódico se informa también de las gestiones para canonizar a Anacleto González Flores, quien fuera uno de los principales ideólogos y jefes de los cristeros.
A la puerta de esa iglesia, un anciano vende ejemplares del periódico, a la vez que hace propaganda del clero señalando: “Lo de ayer no fue nada, la Iglesia ha sido perseguida desde hace dos mil años”.
Los otros mártires
En la guerra cristera, hubo quien murió por defender los intereses de la jerarquía católica, y por eso la Iglesia y el gobierno panista los reconocen hoy como sus mártires, pero hubo también quien dio su vida o su integridad en beneficio de toda la sociedad.
Fueron los maestros rurales asesinados o mutilados (los cristeros los desorejaban, los castraban o les cortaban la lengua, y a veces los quemaban vivos) porque tuvieron el valor de cumplir con su deber a pesar de las amenazas de los fanáticos.
En el local de la Sección 47 del SNTE, se exhibe el mural “En honor a los mártires de la educación”, del profesor David Carmona, que fue colocado el 7 de diciembre de 2007, junto con una placa conmemorativa con los nombres de varios maestros y maestras asesinados o mutilados por los cristeros.
Desde hace décadas, el sector magisterial ha procurado rendir homenaje a los maestros mártires, y se tenía el proyecto de construir un monumento en Guadalajara en honor a ellos, mismo que fue abandonado en 1995 con la llegada del PAN al poder.
Gobernantes como Emilio otorgan millones de pesos al clero para honrar la memoria de las sanguinarias hordas cristeras, mientras que la de las maestras ultrajadas y asesinadas por ellos ha quedado relegada a recintos aislados.
Entre las personas a las que se hace alusión en la placa conmemorativa, se cuentan las maestras Micaela y Enriqueta Palacios, agredidas el 19 de noviembre de 1935 durante la llamada “segunda guerra cristera”.
Sobre ellas publicó la prensa de la época que “las profesoras Micaela y Enriqueta Palacios, sufrieron graves atropellos de un grupo de sublevados que asaltó la escuela oficial de la ranchería de Camajapita" (en los Altos e Jalisco).
"Relataron las víctimas que antenoche cerca de las 23 horas, se presentó un grupo de alzados tratando de derribar la puerta de su casa habitación, en tanto que otros se subieron a las azoteas, amenazándoles de muerte"; los citados individuos "violentamente sujetaron al padre de las muchachas, atándolo con una soga al cuello, en tanto que las profesoras sufrían toda suerte de atropellos y vejaciones. Seguidamente los hombres de la partida les dijeron que iban a proceder a un gran escarmiento por impartir educación socialista, y sin escuchar los gritos y lamentos de las infelices mujeres ni las imprecaciones del padre, procedieron a cortar con un enorme cuchillo una oreja a cada una de las profesoras y al padre originándoles una fuerte hemorragia. Los asaltantes agregaron que si permanecían en la ranchería ellas estaban dispuestos a regresar para matarlas. Antes de partir quemaron gran cantidad de libros de texto y los títulos oficiales de las profesoras y destrozaron los muebles y las puertas".
Continúa la nota periodística: "Los vecinos, temerosos de correr la misma suerte, se abstuvieron de impartir auxilio a las profesoras, por lo que los alzados pudieron huir tranquilamente a los cerros cercanos y de paso llegaron a la Congregación de Camajapa, capturando a Francisco Nuño, miembro de la defensa social y connotado agrarista a quien acribillaron a balazos.
Esa es la parte de la historia que a los obispos y a los panistas no les gusta recordar.
Protesta contra el limosnazo
Edgar González Ruiz
“Emilio, ratero, devuelve mi dinero”, “Si Juárez viviera, qué chinga les pusiera” (a Emilio y demás panistas); “El cavernal, directo a la penal” (en alusión al cardenal Juan Sandoval); “Emilio, puñal; te clava el cardenal”, fueron algunas de las consignas que se expresaron el pasado viernes 11 de abril en el centro de Guadalajara, durante la protesta ciudadana contra la donación de 90 millones de pesos, provenientes del erario, al arzobispado, para construir el llamado “Santuario de los Mártires”, donde se rendirá homenaje a los cristeros que de 1926 a 29 lucharon para defender los intereses del clero y en oposición al estado laico.
Precisamente, la defensa de la laicidad y del dinero del pueblo fue la motivación de la marcha, donde directamente participaron alrededor de 2 mil personas, de acuerdo con fuentes locales como los periódicos Público (Milenio) y MURAL (Reforma).
Los manifestantes concentrados en La Normal salieron a las 17:20 horas y antes de llegar a la puerta principal de Palacio de Gobierno, donde esperaban más quejosos, hicieron un homenaje a los liberales jaliscienses del siglo XIX en la Plaza Reforma, donde se depositó una corona de flores, y otra parada ante las puertas de Catedral, que se distinguió por el aumento de consignas en contra del cardenal Juan Sandoval Íñiguez. (Milenio, 12 de abril de 2008).
La protesta fue recibida con simpatía por algunos de los transeúntes y automovilistas, que con gritos o claxonazos se sumaban a la inconformidad popular con el gobierno de Emilio González Márquez, quien a la fecha ha donado más de 300 millones de pesos a la jerarquía católica y a las televisoras, en detrimento de las necesidades de la ciudadanía.
La marcha inició acompañada por los acordes de La Marsellesa, que es emblemática de la lucha por la libertad contra los abusos políticos y contra la tiranía clerical. Algunos de los participantes vestían camisetas que proclamaban “Fuera Emilio”, o llevaban pancartas caseras donde daban rienda suelta a su indignación por la forma en que el panista está gobernando Jalisco.
Significativamente, no hubo quien saliera a oponerse a él para defender al cardenal o al gobernador, sino que prevaleció la indignación popular ante el despilfarro de recursos con fines sectarios.
Algunos de los participantes de declaraban católicos pero a la vez enemigos de las “macrolimosnas con dinero del pueblo”, de tal suerte que un grupo de manifestantes exhibía una manta con la frase “Católicos rechazamos el limosnazo”, y se distribuyeron calcomanías que decían “Sí al Santuario, pero sin dinero del erario”.
Sin embargo, en la marcha se expresó también la exigencia de respetar el estado laico, lo mismo con imágenes de Juárez, que con críticas a los abusos del clero y en trípticos donde se puntualizaba que con el macrodonativo, Emilio González “deja de lado las obras sociales…urgentes para la población más desprotegida de nuestra entidad”, además de que implica una defensa d ela guerra cristera “en la cual la jerarquía católica y sus brazos seculares del siglo pasado…no dudaron en utilizar el terrorismo y la tortura para alcanzar sus fines”.
Uniéndose a la marcha, en el jardín ubicado frente al palacio de Gobierno, algunas familias sacaron a pasear a sus perros a los que habían colocado cartelones de protesta: “Emilio, dame una limosna”, se leía en uno de ellos, y otro señalaba: “Emilio, que seas mocho no quiere decir que te moches el dinero del erario”.
En el mismo lugar, otras personas firmaban quejas dirigidas a la Comisión Estatal de Derechos Humanos para frenar el donativo millonario de Emilio al Arzobispado. Dicha Comisión ha expresado su rechazo a la decisión de Emilio, a quien ha emitido ya una recomendación alusiva, pero el mandatario estatal sigue empeñado en otorgar ese dinero.
El Hijo del Padre Amaro
La indignación contra los abusos de Emilio y de Juan Sandoval fue la tónica de la protesta que unió a ciudadanos de sectores sociales y de convicciones diferentes.
Como en otras ocasiones, la iniciativa de los ciudadanos superó la indiferencia o la oposición de los medios, pues a excepción de periódicos como La Jornada, en su edición de Jalisco, los medios no apoyaron la inconformidad ciudadana, sino que trataron de mantenerse al margen de ella.
“Emilio, eres pendejo, bruto, ignorante, malaleche, soberbio, hijo del padre Amaro, eres un hijo de tu… y cada día, lo confirmas más, pobre Jalisco”, decía la vox populi en una pancarta casera, mientras que en otra exigía la renuncia de “Monseñor Homilio González, hijo predilecto del cardenal”, otra más ironizaba pidiendo dinero para construir el Hotel Maciel, como lugar de recreo de los curas pederastas.
La marcha llegó hasta las puertas del Palacio de Gobierno, donde decenas de manifestantes, incluso algunos niños, corearon “Emilio, ratero, devuelve mi dinero” y jugaron a “El que no brinque es Emilio”.
Un comerciante vestido de cardenal, con el emblema del yunque y del PAN en su capelo, parodiaba a Sandoval Iñiguez, para lo cual “bendecía” a policías y manifestantes echándoles agua con una brocha de pintor.
Por la noche, la televisión local informó de la protesta, mostrando imágenes de la misma y comentando, tendenciosamente, que los manifestantes habían “interrumpido la circulación” en el centro de la ciudad durante tres horas.
Desde luego, las cadenas televisivas serán favorables en toda ocasión a las decisiones de un gobernador tan dispuesto a regalar a esas empresas el dinero del erario.
Al día siguiente, en la Catedral de Guadalajara, comenzó a difundirse el Semanario de la Arquidiócesis (número 584, del 13 de abril), cuyo editorial critica la “mentalidad jacobina que todavía se respira en la sociedad mexicana” y se queja de que “no existe tolerancia para lo religioso, pero sí para cualquier manifestación antirreligiosa”.
Dicha publicación incluyó abundante material sobre los cristeros, como un publirreportaje del Santuario ubicado en el cerro del Tesoro, cuyo rector, Gildardo Partida Núñez, desdeña las protestas populares afirmando que cson como “un pelo en la sopa”, y que “la inconformidad radica, mayoritariamente, en las personas que tienen otro credo, o que son apoyadas por gente que no cree”.
Asimismo, se opone a la separación entre la Iglesia y el Estado, diciendo que “Conjuntamente, Iglesia y Estado han hecho mucho por la ciudad, La división lo que trae es polémica”.
En el periódico se informa también de las gestiones para canonizar a Anacleto González Flores, quien fuera uno de los principales ideólogos y jefes de los cristeros.
A la puerta de esa iglesia, un anciano vende ejemplares del periódico, a la vez que hace propaganda del clero señalando: “Lo de ayer no fue nada, la Iglesia ha sido perseguida desde hace dos mil años”.
Los otros mártires
En la guerra cristera, hubo quien murió por defender los intereses de la jerarquía católica, y por eso la Iglesia y el gobierno panista los reconocen hoy como sus mártires, pero hubo también quien dio su vida o su integridad en beneficio de toda la sociedad.
Fueron los maestros rurales asesinados o mutilados (los cristeros los desorejaban, los castraban o les cortaban la lengua, y a veces los quemaban vivos) porque tuvieron el valor de cumplir con su deber a pesar de las amenazas de los fanáticos.
En el local de la Sección 47 del SNTE, se exhibe el mural “En honor a los mártires de la educación”, del profesor David Carmona, que fue colocado el 7 de diciembre de 2007, junto con una placa conmemorativa con los nombres de varios maestros y maestras asesinados o mutilados por los cristeros.
Desde hace décadas, el sector magisterial ha procurado rendir homenaje a los maestros mártires, y se tenía el proyecto de construir un monumento en Guadalajara en honor a ellos, mismo que fue abandonado en 1995 con la llegada del PAN al poder.
Gobernantes como Emilio otorgan millones de pesos al clero para honrar la memoria de las sanguinarias hordas cristeras, mientras que la de las maestras ultrajadas y asesinadas por ellos ha quedado relegada a recintos aislados.
Entre las personas a las que se hace alusión en la placa conmemorativa, se cuentan las maestras Micaela y Enriqueta Palacios, agredidas el 19 de noviembre de 1935 durante la llamada “segunda guerra cristera”.
Sobre ellas publicó la prensa de la época que “las profesoras Micaela y Enriqueta Palacios, sufrieron graves atropellos de un grupo de sublevados que asaltó la escuela oficial de la ranchería de Camajapita" (en los Altos e Jalisco).
"Relataron las víctimas que antenoche cerca de las 23 horas, se presentó un grupo de alzados tratando de derribar la puerta de su casa habitación, en tanto que otros se subieron a las azoteas, amenazándoles de muerte"; los citados individuos "violentamente sujetaron al padre de las muchachas, atándolo con una soga al cuello, en tanto que las profesoras sufrían toda suerte de atropellos y vejaciones. Seguidamente los hombres de la partida les dijeron que iban a proceder a un gran escarmiento por impartir educación socialista, y sin escuchar los gritos y lamentos de las infelices mujeres ni las imprecaciones del padre, procedieron a cortar con un enorme cuchillo una oreja a cada una de las profesoras y al padre originándoles una fuerte hemorragia. Los asaltantes agregaron que si permanecían en la ranchería ellas estaban dispuestos a regresar para matarlas. Antes de partir quemaron gran cantidad de libros de texto y los títulos oficiales de las profesoras y destrozaron los muebles y las puertas".
Continúa la nota periodística: "Los vecinos, temerosos de correr la misma suerte, se abstuvieron de impartir auxilio a las profesoras, por lo que los alzados pudieron huir tranquilamente a los cerros cercanos y de paso llegaron a la Congregación de Camajapa, capturando a Francisco Nuño, miembro de la defensa social y connotado agrarista a quien acribillaron a balazos.
Esa es la parte de la historia que a los obispos y a los panistas no les gusta recordar.
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