Perverto y Iusacell
Norberto y Cia
La banda del automóvil gris
Edgar González Ruiz
El 7 de octubre de 2007, Norberto Rivera arremetió con su camioneta blindada a un grupo de manifestantes que, ostentado la imagen de Benito Juárez, protestaban contra la injerencia del clero en asuntos políticos y contra los abusos sexuales de algunos curas.
A raíz de ese episodio se hizo una campaña mediática para apoyar a Rivera, quien fue uno de los cómplices del fraude de 2006 y ha sido acusado de proteger a un cura pederasta.
Envalentonado por ese respaldo, ahora Norberto y otros jerarcas están exigiendo de nuevo reformas constitucionales para intervenir en la educación pública y para acceder a cargos de elección popular, además de que usando la influencia que tienen sobre el gobierno fecal, tratan de encarcelar a quienes se atrevieron a protestar.
Para ello, cuentan con Armando Martínez, quien al frente de un grupo de leguleyos tramposos autodenominado Colegio de Abogados Católicos están tratando de imponer en la Constitución Mexicana reformas contrarias al estado laico.
Rivera tiene también aliados muy poderosos en el medio empresarial, como ilustra el hecho de que el dueño original de la camioneta con que atropelló a los juaristas ese día es nada menos que el multimillonario poblano Carlos Peralta Quintero, heredero del emporio IUSA (Industrias Unidas SA) fundado por su padre, Alejo Peralta y Díaz Ceballos, en la población de Pastejé, en el estado de México.
Cabe recordar que en 1999, junto con Coca Cola, Iusacell fue una de las empresas que promovieron la comercialización delirante de la visita a México de Juan Pablo II, el Papa que hizo un apostolado de la lucha contra el condón y los anticonceptivos.
La camioneta color gris perla placas 436-UXX, marca Toyota, Modelo Siena, 2007, con la que se embistió a los manifestantes, fue importada por Nuevo Laredo, el 20 de diciembre de 2006 y comprada por Carlos Peralta (RFC PEQC 511206861) , en Alecsa Pachuca, con un costo de 486, 400 pesos, por la que fue expedida la factura 04603, de fecha 8 de enero de 2007.
Posteriormente, el documento fue endosado a favor de la monja Marcelina Santos López, de la Congregación de Hermanas Menores de Jesús A.R., quien se supone que viajaba junto con Rivera el día de la agresión contra los manifestantes, al lado de religiosa Teodora Ponce Cabanzo y del chofer de Norberto, Jesús García López.
Obviamente, los Peralta, una de las familias más acaudaladas de México, tienen para comprar camionetas blindadasque cuestan medio millón de pesos, para regalar diamantes raros a sus hijas recién nacidas y para muchos otros derroches.
Y son también un apellido conocido en los anales de la represión contra los movimientos sociales, pues el fundador de la dinastía, el ingeniero Alejo Peralta, egresado de la ESIME, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, del IPN, fue director General del IPN de 1956 a 1958, y durante su periodo de clausuró el internado del Pollitécnico, medida contraria a los intereses populares, y que presagiaría las represiones diazordacistas de los años 60.
Lo que no es claro es por qué y para qué, Carlos Peralta le donó un costoso vehículo blindado a una monja que por añadidura acompañaba a Norberto, y por qué como dueña del mismo permitió que se usara para la poco caritativa misión de atropellar a sus semejantes.
La monja en cuestión, o es un mero instrumento de las intrigas del cardenal, o está involucrada en mayor medida en asuntos que tienen que ver con los negocios de la mafia que se ha formado entre empresarios y jerarcas inescrupulosos, como Norberto.
Con su espíritu gangsteril, éste sí puede encontrarle a la camioneta blindada, un uso acorde con su forma de ser, pues el manto hipócrita de las sotanas exhala un tufo de negocios turbios, de abusos y fraudes.
La banda del automóvil gris
Edgar González Ruiz
El 7 de octubre de 2007, Norberto Rivera arremetió con su camioneta blindada a un grupo de manifestantes que, ostentado la imagen de Benito Juárez, protestaban contra la injerencia del clero en asuntos políticos y contra los abusos sexuales de algunos curas.
A raíz de ese episodio se hizo una campaña mediática para apoyar a Rivera, quien fue uno de los cómplices del fraude de 2006 y ha sido acusado de proteger a un cura pederasta.
Envalentonado por ese respaldo, ahora Norberto y otros jerarcas están exigiendo de nuevo reformas constitucionales para intervenir en la educación pública y para acceder a cargos de elección popular, además de que usando la influencia que tienen sobre el gobierno fecal, tratan de encarcelar a quienes se atrevieron a protestar.
Para ello, cuentan con Armando Martínez, quien al frente de un grupo de leguleyos tramposos autodenominado Colegio de Abogados Católicos están tratando de imponer en la Constitución Mexicana reformas contrarias al estado laico.
Rivera tiene también aliados muy poderosos en el medio empresarial, como ilustra el hecho de que el dueño original de la camioneta con que atropelló a los juaristas ese día es nada menos que el multimillonario poblano Carlos Peralta Quintero, heredero del emporio IUSA (Industrias Unidas SA) fundado por su padre, Alejo Peralta y Díaz Ceballos, en la población de Pastejé, en el estado de México.
Cabe recordar que en 1999, junto con Coca Cola, Iusacell fue una de las empresas que promovieron la comercialización delirante de la visita a México de Juan Pablo II, el Papa que hizo un apostolado de la lucha contra el condón y los anticonceptivos.
La camioneta color gris perla placas 436-UXX, marca Toyota, Modelo Siena, 2007, con la que se embistió a los manifestantes, fue importada por Nuevo Laredo, el 20 de diciembre de 2006 y comprada por Carlos Peralta (RFC PEQC 511206861) , en Alecsa Pachuca, con un costo de 486, 400 pesos, por la que fue expedida la factura 04603, de fecha 8 de enero de 2007.
Posteriormente, el documento fue endosado a favor de la monja Marcelina Santos López, de la Congregación de Hermanas Menores de Jesús A.R., quien se supone que viajaba junto con Rivera el día de la agresión contra los manifestantes, al lado de religiosa Teodora Ponce Cabanzo y del chofer de Norberto, Jesús García López.
Obviamente, los Peralta, una de las familias más acaudaladas de México, tienen para comprar camionetas blindadasque cuestan medio millón de pesos, para regalar diamantes raros a sus hijas recién nacidas y para muchos otros derroches.
Y son también un apellido conocido en los anales de la represión contra los movimientos sociales, pues el fundador de la dinastía, el ingeniero Alejo Peralta, egresado de la ESIME, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, del IPN, fue director General del IPN de 1956 a 1958, y durante su periodo de clausuró el internado del Pollitécnico, medida contraria a los intereses populares, y que presagiaría las represiones diazordacistas de los años 60.
Lo que no es claro es por qué y para qué, Carlos Peralta le donó un costoso vehículo blindado a una monja que por añadidura acompañaba a Norberto, y por qué como dueña del mismo permitió que se usara para la poco caritativa misión de atropellar a sus semejantes.
La monja en cuestión, o es un mero instrumento de las intrigas del cardenal, o está involucrada en mayor medida en asuntos que tienen que ver con los negocios de la mafia que se ha formado entre empresarios y jerarcas inescrupulosos, como Norberto.
Con su espíritu gangsteril, éste sí puede encontrarle a la camioneta blindada, un uso acorde con su forma de ser, pues el manto hipócrita de las sotanas exhala un tufo de negocios turbios, de abusos y fraudes.
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